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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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conversación o a una llamada telefónica y que siguen hablando sin darse cuenta

de todos los indicadores de despedida, personas cuy a conversación gira

exclusivamente en torno a si mismos, personas que no muestran el menor interés

en los demás y que ignoran todo intento de cambiar de tema, entrometidos que

siempre parecen tener a punto alguna pregunta « indiscreta» . Y todas estas

desviaciones de la tray ectoria social afable denotan una clara ignorancia de los

rudimentos de la interacción social.

Los psicólogos han acuñado el término disemia (del griego dy s, que significa

« dificultad» y semes, que significa « señal» ) para referirse a la incapacidad

para captar los mensajes no verbales, un punto en el que un niño de cada diez

suele tener problemas. Este problema puede radicar en ignorar la existencia de

un espacio personal (y permanecer, en consecuencia, demasiado cerca de las

personas con quienes está hablando e invadir su territorio), en interpretar o utilizar

pobremente el lenguaje corporal, en interpretar o utilizar inadecuadamente la

expresividad facial (por ejemplo, no mirar a quien se habla) o una prosodia (la

cualidad emocional del habla) ciertamente deficiente que les lleva a hablar en un

tono demasiado estridente o demasiado monótono. En este sentido se ha

investigado mucho sobre niños que muestran signos de deficiencia social, niños

cuy a inadecuación les hace ser menospreciados o rechazados por sus

compañeros.

Si dejamos de lado a los fanfarrones, los niños suelen evitar a aquéllos otros

que ignoran los rudimentos de la interacción cara a cara, especialmente de las

reglas implícitas que gobiernan el encuentro interpersonal. Si un niño tiene

dificultades en el lenguaje, las personas asumen que no es muy brillante o que

está poco educado, pero si tiene dificultades en lo que respecta a las reglas no

verbales de la interacción, se les suele considerar —especialmente sus

compañeros— como « niños raros» , niños a los que hay que evitar. Estos son los

niños que no saben jugar, que incomodan a los demás, que están, en suma,

« fuera de juego» .

Son niños que no han llegado a dominar el lenguaje silencioso de las

emociones y que inconscientemente emiten mensajes que causan incomodidad.

Como dijo Stephen Nowicky, un psicólogo de la Universidad Emory que se ha

dedicado al estudio de las habilidades no verbales de los niños, « los niños que no

pueden expresar sus emociones o leer adecuadamente las de los demás se

sienten continuamente frustrados. Son niños que no comprenden lo que está

ocurriendo porque no llegan a acceder al subtexto constante que encuadra todo

tipo de comunicación. Recordemos que es imposible dejar de mostrar nuestra

expresión facial o nuestra postura, y que tampoco hay modo de ocultar nuestro

tono de voz. Si usted comete errores en los mensajes emocionales que emite de

continuo, sentirá que las personas reaccionan de manera extraña y se sentirá

desairado sin saber por qué. Si usted cree que está expresando felicidad pero, en

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