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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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una puerta que se cierra de golpe, los rasgos de una mujer oriental, la textura de

una estera de bambú o el olor a cerdo frito. Anoche no tuve problemas para

conciliar el sueño pero esta madrugada un trueno me ha despertado de nuevo

paralizado por el miedo y me ha transportado a mi puesto de guardia en plena

estación monzónica. Estoy seguro de que voy a morir en el próximo combate.

Mis manos están congeladas y, sin embargo, tengo el cuerpo bañado en sudor;

siento todos los pelos de la nuca erizados y mi corazón y mi respiración se hallan

visiblemente agitados. Percibo un olor ligeramente azufrado y de repente

descubro cerca de mi el cuerpo de mi compañero Troy sobre una plataforma de

bambú que el Vietcong ha depositado en las proximidades de nuestro

campamento… El próximo relámpago y el trueno que lo acompaña me

producen tal sobresalto que caigo al suelo.»

Este terrible recuerdo, todavía vívidamente presente a pesar de los veinte

años transcurridos, sigue teniendo el poder de evocar en este excombatiente el

miedo de aquel aciago día. El TEPT desciende peligrosamente el umbral de

alarma del sistema nervioso, provocando una respuesta ante las situaciones más

cotidianas como si se tratara de auténticos peligros. El circuito implicado en el

secuestro emocional —que hemos descrito en el capitulo 2— desempeña un

papel esencial en la grabación de este tipo de recuerdos. Y cuanto más brutal,

estremecedor y horrendo sea el acontecimiento que desencadena el secuestro de

la amígdala, más indeleble será la huella que deje. El fundamento neurológico de

este tipo de recuerdos parece asentarse en una alteración drástica de la química

cerebral desencadenada por un suceso aislado especialmente impresionante.

Pero, aunque los descubrimientos realizados sobre el TEPT se basan en el

impacto de un episodio único, los episodios de crueldad repetidos a lo largo de los

años —como ocurre, por ejemplo, en el caso de los niños que han sufrido

reiterados abusos sexuales, físicos o emocionales— provoca un resultado similar.

El National Center for Post-Traumatic Stress Disorder, una red de centros de

investigación dependiente de los hospitales de la Administración de Veteranos que

reúne a una buena cantidad de asociaciones de excombatientes de Vietnam y de

otros conflictos bélicos, aquejados de TEPT, está llevando a cabo la investigación

tal vez más exhaustiva realizada en este sentido. Casi todos nuestros

conocimientos sobre el TEPT en veteranos de guerra proceden de estudios como

el reseñado pero sus conclusiones también pueden aplicarse a los niños que han

sufrido graves traumas emocionales, como el acontecido en la Escuela Primaria

de Cleveland que reseñábamos al comienzo de este capítulo.

Como me dijo el doctor Dennis Charney, psiquiatra de Yale y director del

departamento de neurología del National Center: « desde el punto de vista

biológico, las victimas de un trauma de este tipo ya no vuelven a ser las mismas.

Poco importa que haya sido el terror del combate, la tortura, los abusos repetidos

en la infancia o una experiencia puntual, como hallarse atrapado en medio de un

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