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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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compartir nuestros sentimientos más profundos). Pero los niños rechazados

disponen de muchas menos ocasiones que sus compañeros para poder entablar

una amistad íntima en los años de la escuela primaria perdiendo así una

oportunidad crucial para su desarrollo emocional. En este sentido, tener un amigo

—aunque sólo sea uno e iincluso aunque esa amistad no sea muy sólida— puede

suponer, a la larga, una extraordinaria diferencia.

EL APRENDIZAJE DE LA AMISTAD

Pero existe una puerta abierta a la esperanza para los niños rechazados.

Steven Asher, psicólogo de la Universidad de Illinois, ha diseñado un programa

de « adiestramiento para la amistad» destinado a los niños impopulares que ha

tenido cierto éxito. La investigación realizada por Asher comenzó identificando a

los alumnos de tercer y cuarto curso que menos atractivos resultaban para sus

compañeros de clase. Luego organizó seis sesiones para enseñarles el modo de

inducirles a « una participación más agradable en los juegos» , enseñándoles a

ser « más amistosos, divertidos y simpáticos» . Para evitar cualquier tipo de

estigmatización, Asher les dijo que iban a actuar en calidad de « consejeros» del

entrenador, quien estaba tratando de averiguar las cosas que hacían más atractiva

la participación de los niños en los juegos.

Los niños fueron entrenados a comportarse del mismo modo que Asher

consideraba característico de los más populares. También se les alentaba a tratar

de encontrar soluciones alternativas (en lugar de recurrir exclusivamente a las

peleas) si tenían problemas con las reglas del juego; a comunicarse con los

demás y a hacerles preguntas mientras estaban jugando; a escuchar y observar a

los otros niños para averiguar cómo se sentían; a decir algo agradable cuando los

demás hacían algo bien; y a sonreír y a brindar su colaboración, sus propuestas y

su aliento. Los niños debían poner en práctica estas reglas básicas de cortesía

mientras jugaban con un compañero de clase y se les adiestraba a comentar

después sus experiencias durante el juego. El efecto de este cursillo de relaciones

sociales fue considerablemente positivo.

Un año después, los niños que habían participado en este entrenamiento —

niños que, recordémoslo, fueron seleccionados por que eran los que menos

simpatías despertaban entre sus compañeros— gozaban de una posición

notablemente más popular. Hay que decir también que ninguno de ellos

destacaba por su brillantez social, pero lo cierto es que habían dejado de engrosar

las filas de los niños rechazados.

A similares conclusiones ha llegado Stephen Nowicki, psicólogo de la

Universidad de Emoryi. Nowicki ha concebido también un programa destinado a

adiestrar a los niños marginados en la mejora de su capacidad para interpretar y

responder adecuadamente a los sentimientos de los demás. Este programa

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