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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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. Las diferentes investigaciones realizadas a este respecto tratan de

determinar con precisión cuáles son las zonas de la amígdala y de los circuitos

relacionados afectados. Aún está lejano el día en que se pronuncie la última

palabra sobre la neurología exacta de la emoción.

Al igual que muchos otros neurocientificos, LeDoux trabaja a diferentes

niveles, estudiando, por ejemplo, las alteraciones en la conducta de las ratas que

acompañan a determinadas lesiones de su cerebro, tratando de establecer

minuciosamente cuál es el papel que desempeña cada neurona y diseñando

elaborados experimentos con el objeto de provocar un miedo condicionado en

ratas cuyos cerebros han sido modificados quirúrgicamente. Tanto estos

descubrimientos como otros recogidos en el presente volumen constituy en la

última frontera de la investigación neurocientífica y, por este mismo motivo,

todavía son algo especulativos, especialmente en lo que se refiere a la posibilidad

de permitirnos comprender la vida emocional basándonos en las implicaciones

que se derivan de los datos brutos. Pero el trabajo de LeDoux está siendo

corroborado por un creciente cuerpo de pruebas aportadas por diferentes

neurocientificos que no cejan en su intento de desvelar el entramado neurológico

de las emociones. Véase, a este respecto, por ejemplo, Joseph LeDoux, “Sensory

Sy stems and Emotion”, lnregrative Psvchiatrv,4, 1986; Josep LeDoux, “Emotion

and the Limbic System Concept”, Concepts in Neuroscience, 2, 1992.

El neurólogo Paul MeLean fue el primer investigador en adelantar, hace y a

más de cuarenta años, la hipótesis de que el sistema limbico es el asiento cerebral

de las emociones. En los últimos años, los descubrimientos realizados por LeDoux

han permitido pulir el concepto de sistema limbico, demostrando que algunas de

sus estructuras, como el hipocampo, por ejemplo, no están directamente

involucradas en la respuesta emocional mientras que los circuitos que vinculan a

la amígdala con otras regiones del cerebro —especialmente con los lóbulos

prefrontales—, desempeñan un papel mucho más decisivo. Y lo que es más,

existe el convencimiento creciente de que cada emoción está vinculada a

diferentes regiones del cerebro. Sin embargo, la opinión más extendida al

respecto considera que no es posible hablar de un único « cerebro emocional»

sino de varios sistemas de circuitos que diversifican el control de una

determinada emoción a regiones cerebrales muy remotas (aunque, no obstante,

coordinadas). En opinión de los neurocientíficos, cuando logremos cartografiar el

asiento cerebral de las emociones, cada una de las principales emociones contará

con su propia topografía, es decir, con un mapa de las vías neuronales que

determinará sus cualidades únicas, si bien la may oría de estos circuitos se hallan,

con toda probabilidad, interrelacionados con estructuras clave del sistema

limbico, como la amígdala y el córtex prefrontal. Véase Joseph LeDoux,

“Emotional Memory Sy stems in the Brain”, Behavioral and Brain Research, 58.

1993.

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