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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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aportaban, en suma, ninguna vida emocional interna acerca de la cual hablar. Los

rasgos clínicos más sobresalientes de los alexitímicos son la dificultad para

describir los sentimientos —tanto los propios como los ajenos— y un vocabulario

emocional sumamente restringido. Es más, se trata de personas que hasta tienen

dificultades para discriminar las emociones de las sensaciones corporales, así que

tal vez puedan decir que tienen mariposas en el estómago, palpitaciones, sudores

y vértigos, pero son ciertamente incapaces de reconocer que lo que sienten es

ansiedad.

El término alexitimia , fue acuñado en 1972 por el doctor Peter Sifneos, un

psiquiatra de Harvard, para referirse a un tipo de pacientes que « dan la

impresión de ser diferentes, seres extraños que provienen de un mundo

completamente distinto al nuestro, seres que viven en medio de una sociedad

gobernada por los sentimientos» . Los alexitímicos, por ejemplo, rara vez lloran

pero, cuando lo hacen, sus lágrimas son copiosas y se quedan desconcertados si

se les pregunta por el motivo de su llanto. Una paciente alexitímica, por ejemplo,

quedó tan apesadumbrada después de haber visto una película de una mujer con

ocho hijos que estaba muriendo de cáncer, que aquella misma noche se despertó

llorando. Cuando el terapeuta le sugirió que tal vez estuviera preocupada porque

la película le recordara a su propia madre —que, por cierto, también se hallaba a

punto de morir de cáncer—, la mujer se sentó inmóvil, desconcertada y en

silencio. Luego, cuando el terapeuta le preguntó qué era lo que sentía, lo único

que pudo articular fue que se sentía « muy mal» y agregó que, a pesar de las

ganas de llorar que experimentaba, ignoraba cuál era el verdadero motivo de su

llanto. Ése es precisamente el nudo del problema. No es que los alexitimicos no

sientan, sino que son incapaces de saber y especialmente incapaces de poner en

palabras lo que sienten. Se trata de personas que carecen de la habilidad

fundamental de la inteligencia emocional, la conciencia de uno mismo, el

conocimiento de lo que están sintiendo en el mismo momento en que las

emociones bullen en su interior. Los alexitímicos ni siquiera tienen una idea de lo

que están sintiendo y, en este sentido, son un ejemplo que refuta claramente la

creencia de que todos sabemos cuáles son nuestros sentimientos. Cuando algo —

o, más exactamente, alguien— les hace sentir, se quedan tan conmovidos y

perplejos, que tratan de evitar esta situación a toda costa. Los sentimientos llegan

a ellos, cuando lo hacen, como un desconcertante manojo de tensiones y, como

ocurría en el caso de la paciente que acabamos de mencionar, se sienten « muy

mal» pero no pueden decir exactamente qué tipo de mal es el que sienten.

Esta confusión básica de sentimientos suele llevarles a quejarse de problemas

clínicos difusos, a confundir el sufrimiento emocional con el dolor físico, una

condición conocida en psiquiatría con el nombre de somatización (algo, por

cierto, muy distinto a la enfermedad psicosomática. en la que los problemas

emocionales terminan originando auténticas complicaciones médicas). De

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