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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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naturaleza no verbal (la inflexión de la voz, la brusquedad de un gesto, etcétera) y

que este tipo de mensaje suele captarse de manera inconsciente, sin que el

interlocutor repare, por cierto, en la naturaleza de lo que se está comunicando y

se limite tan sólo a registrarlo y responder implícitamente. En la mayoría de los

casos, las habilidades que nos permiten desempeñar adecuadamente esta tarea

también se aprenden de forma tácita.

EL DESARROLLO DE LA EMPATÍA

Cuando Hope, una niña de apenas nueve meses de edad, vio caer a otro niño,

las lágrimas afloraron a sus ojos y se refugió en el regazo de su madre buscando

consuelo como si fuera ella misma quien se hubiera caído. Michael, un niño de

quince meses, le dio su osito de peluche a su apesadumbrado amigo Paul pero, al

ver que éste no dejaba de llorar, le arropó con una manta. Estas pequeñas

muestras de simpatía y cariño fueron registradas por madres que habían sido

específicamente adiestradas para recoger in situ esta clase de manifestaciones

empáticas. Los resultados de este estudio parecen sugerirnos que las raíces de la

empatía se retrotraen a la más temprana infancia. Prácticamente desde el

mismo momento del nacimiento, los bebés se muestran afectados cuando oyen

el llanto de otro niño, una reacción que algunos han considerado como el primer

antecedente de la empatía. La psicología evolutiva ha descubierto que los bebés

son capaces de experimentar este tipo de angustia empática antes incluso de

llegar a ser plenamente conscientes de su existencia separada. A los pocos meses

del nacimiento, los bebés reaccionan ante cualquier perturbación de las personas

cercanas como si fuera propia, y rompen a llorar cuando oy en el llanto de otro

niño.

En una investigación llevada a cabo por Martin L. Hoffman, de la

Universidad de Nueva York, un niño de un año llevó a su madre ante un amigo

suy o que se encontraba llorando para que intentara consolarlo, a pesar de que la

madre de éste último también se hallara en la misma habitación. Este tipo de

confusión también puede encontrarse en aquellos niños de un año de edad que

imitan la angustia de los demás, una forma, posiblemente, de poder llegar a

comprender mejor los sentimientos ajenos. No es tampoco infrecuente que, si un

niño se lastima los dedos, otro se lleve la mano a la boca para comprobar si

también se ha hecho daño o que, al contemplar el llanto de su madre, se frote los

ojos aunque él no esté llorando.

Esta imitación motriz, como se la denomina, constituye, en realidad, el

auténtico significado técnico del término etopaha, tal como lo definió por vez

primera el psicólogo norteamericano E. B. Titehener en la década de los veinte,

una acepción ligeramente diferente del significado original del término griego

empatheia, « sentir dentro» , la expresión utilizada por los teóricos de la estética

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