09.05.2013 Views

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Carmelitas Calzadas, pero cuando me le paré al lado me dijo, Hola<br />

muñecón, siéntate y toma algo, y se sonrió <strong>de</strong> oreja a oreja. La miré, bravo,<br />

por supuesto, pero me <strong>de</strong>sarmó con lo que dijo, No podía varón, me dijo. No<br />

tengo coraje: uste<strong>de</strong>s son muy fisnos y muy curtos y muy <strong>de</strong>centes para esta<br />

negra, dijo y pidió otro trago mientras se bebía el que tenía, como <strong>un</strong> <strong>de</strong>dal<br />

<strong>de</strong> vidrio, entre sus manos, le hice señal al camarero que no trajera nada y<br />

me senté. Me volvió a sonreír y comenzó a canturrear algo que no pu<strong>de</strong><br />

enten<strong>de</strong>r, pero que no era <strong>un</strong>a canción. Vamos, le dije, vamos conmigo.<br />

Nones, me dijo, que pega con Bujones, te acuerdas, el <strong>de</strong> las películas <strong>de</strong><br />

caballitos. Vamos, le dije, que nadie te va a comer. A mí, me preg<strong>un</strong>tó, sin<br />

preg<strong>un</strong>tar, comerme a mí. Mira, me dijo y levantó la cabeza, primero me los<br />

como a uste<strong>de</strong>s todos j<strong>un</strong>ticos antes que me toque <strong>un</strong>o <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s <strong>un</strong> solo<br />

rizo <strong>de</strong> mi pasión argentina, dijo y se halaba el pelo, duro, dramática o<br />

cómicamente. Vamos, le dije, que todo el m<strong>un</strong>do occi<strong>de</strong>ntal te está<br />

esperando en mi casa. Esperando qué, me dijo. Esperando que tú vayas y<br />

cantes y te oigan. A mí, me preg<strong>un</strong>tó, oírme a mí, preg<strong>un</strong>tó, y en tu casa,<br />

están en tu casa, todavía, preg<strong>un</strong>tó, entonces me pue<strong>de</strong>n oír <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí<br />

porque tú vives ahí al doblar, me dijo, no tengo más que pararme en, y<br />

comenzó a ponerse <strong>de</strong> pie, la puerta y me suelto a cantar a todo trapo y me<br />

oyen, me dijo, no es así, y cayó en la silla que no crujió porque <strong>de</strong> nada le<br />

serviría, habituada, resignada a ser silla. Sí, le dije, es así, pero vamos a<br />

casa, que es mejor, y me puse confi<strong>de</strong>ncial. Hay <strong>un</strong> empresario allá y todo, y<br />

entonces levantó la cabeza o no levantó la cabeza, la la<strong>de</strong>ó solamente y<br />

levantó <strong>un</strong>a <strong>de</strong> las rayas finas que tenía pintadas sobre los ojos y me miró y<br />

juro por John Huston que así miró Mobydita a Gregory Ahab. ¿La habría<br />

arponeado?<br />

Juro por mi madre y por Daguerre que pensé montarla en el elevador<br />

<strong>de</strong> carga, pero como es el elevador que usan las criadas y conozco a La<br />

Estrella no quería que se cabreara y los dos cogimos el pequeño elevador <strong>de</strong>l<br />

frente que lo pensó dos veces antes <strong>de</strong> subir su extraño cargamento, y<br />

<strong>de</strong>spués escaló los ocho pisos con <strong>un</strong> crujido penoso. Des<strong>de</strong> el pasillo se oía<br />

la música y encontramos la puerta abierta y lo primero que oyó La Estrella<br />

fue ese son, Cienfuegos, y en medio <strong>de</strong> la gente estaba Eribó explicando<br />

eternamente su mont<strong>un</strong>o y Cué con boquilla y cigarro en boca bajando y<br />

subiéndola, aprobando, y Franemilio <strong>de</strong> pie cerca <strong>de</strong> la puerta con las manos<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l cuerpo, apoyadas en la pared como lo hacen los ciegos: sintiendo<br />

que están ahí más por las yemas <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos que por el oído y ver a<br />

Franemilio y dar <strong>un</strong> rezacón La Estrella y gritarme en la cara, sus palabras<br />

favoritas conservadas en alcohol, Mierda me engañaste coño, y yo sin

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!