09.05.2013 Views

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

miraba yo a ningún lado, nada más que para el piso y así estuvimos <strong>un</strong><br />

momento, hasta que sentí que el hombre se levantaba y venía a sentarse casi<br />

encima <strong>de</strong> mí, a mi lado, pero tan pegadito a mí que parecía que se me había<br />

sentado en las piernas. Fue lo que me creí, se lo juro. Cerré los ojos y me<br />

levanté, pero no pu<strong>de</strong> levantarme <strong>de</strong>l todo y lo que hice fue <strong>un</strong>a tontería. Me<br />

senté <strong>de</strong> nuevo en el sofá, pero <strong>un</strong> poco más lejos, y el hombre volvió a<br />

sentarse j<strong>un</strong>to a mí y yo volví a separarme y sentarme <strong>un</strong> tanto más allá en el<br />

sofá y él volvió a pegarse a mí. Así estuvimos hasta que recorrimos todo el<br />

sofá y nadie dijo <strong>un</strong>a palabra. El final <strong>de</strong>l sofá me pareció <strong>un</strong> acantilado y<br />

me costaba tanto trabajo mantenerme sentada como si estuviera <strong>de</strong> veras al<br />

bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>un</strong> abismo. Entonces me levanté y no sé <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> saqué <strong>un</strong>a voz<br />

finita, viejísima para <strong>de</strong>cirle al tipo, Doctor lo siento pero se le acabó el<br />

sofá, y cogí y me fui. Mi marido se moría <strong>de</strong> la risa cuando se lo conté y me<br />

dijo que estaba bueno para escribirlo, eso fue lo que me dijo. Pero cuando<br />

volví a sentirme así, como ahora, volvió con la matraquilla <strong>de</strong>l psiquiatra,<br />

hasta que me hizo ir a otro psiquiatra. Éste era <strong>de</strong> la escuela <strong>de</strong> los reflejitos.<br />

Pavloviano como <strong>de</strong>cía él. También era <strong>de</strong> la escuela <strong>de</strong>l hinnotismo.<br />

Hipnótica, <strong>de</strong>cía él. Se parecía a Valentino por las miradas que daba. Me<br />

estuvo así mirando como cosa <strong>de</strong> <strong>un</strong> mes. Ni me hacía ap<strong>un</strong>tar cosas en la<br />

libreta, ni me acostaba en el sofá ni me enseñaba manchitas <strong>de</strong> tinta ni nada.<br />

Al final, como al mes y medio, me dijo, <strong>de</strong> sopetón, Usted necesita <strong>un</strong><br />

hombre como yo. Estaba tan convencido como <strong>un</strong> candidato. Casi pareció<br />

que dijo, La Habana necesita <strong>un</strong> alcal<strong>de</strong> como yo. Se lo dije a mi marido, ¿y<br />

sabe lo que me dijo? Vas a tener que escribir <strong>un</strong> libro, me dijo, que se titule<br />

Mi psiquiatra, el sofá cama y yo. Gracioso mi marido. Sin embargo, es<br />

siempre él el que me manda al psiquiatra.<br />

¿Usted es ortodoso, doctor? ¿Se dice or-to-do-xo? Se lo preg<strong>un</strong>to<br />

porque no veo sofá ni butacón j<strong>un</strong>to a la pared ni nada por el estilo y yo sé<br />

que usted no es reflexólogo. Al menos usted no tiene mirada <strong>de</strong> pavloviano.<br />

Ah, ahora se sonríe. No, es serio, doctor, se lo digo en serio: Usted sabe,<br />

doctor, esta vez yo he venido a verlo por mi propio peso.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!