09.05.2013 Views

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

uido y Vivian dijera bajito: «¡Ay mi madre!»<br />

—¿Qué pasa?<br />

—Gente <strong>de</strong>l Bilmor.<br />

Eran amigos <strong>de</strong> ella <strong>de</strong> su club o <strong>de</strong>l club <strong>de</strong> su madre o <strong>de</strong> su<br />

padrastro y claro que la reconocieron y claro que vinieron a la mesa y claro<br />

que hubo presentaciones y todo lo <strong>de</strong>más. Con todo lo <strong>de</strong>más quiero <strong>de</strong>cir<br />

miradas <strong>de</strong> entendimiento y sonrisas y dos <strong>de</strong> ellas que se levantaron con el<br />

permiso <strong>de</strong> todo el m<strong>un</strong>do occi<strong>de</strong>ntal para ir al baño y el dalequedale <strong>de</strong> la<br />

conversa<strong>de</strong>ra. Me entretuve completando los círculos <strong>de</strong> agua <strong>de</strong> las copas y<br />

haciendo círculos nuevos con el sudor que hacía bajar por el pie <strong>de</strong> la copa<br />

con el <strong>de</strong>do. Alguien puso <strong>un</strong> disco misericordioso. Era La Estrella, que<br />

cantaba Déjame sola. Pensé que aquella mulata enorme, <strong>de</strong>scom<strong>un</strong>al,<br />

heroica, que tenía el micrófono portátil, redondo y oscuro, en su mano como<br />

<strong>un</strong> sexto <strong>de</strong>do, cantando en el Saint John (ahora todos los nite-clubs <strong>de</strong> La<br />

Habana tenían nombre <strong>de</strong> santos exóticos: ¿era cisma o snobismo?) a tres<br />

cuadras apenas <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estábamos, cantando subida en <strong>un</strong> pe<strong>de</strong>stal sobre el<br />

bar como <strong>un</strong>a monstruosa diosa nueva, como si el caballo fuera adorado en<br />

Troya, ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> fanáticos, cantando sin música, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosa y tri<strong>un</strong>fal, los<br />

habitués revoloteando a su alre<strong>de</strong>dor, como las alevillas en la luz, ciegos a<br />

su cara, mirando nada más que su voz luminosa porque <strong>de</strong> su boca<br />

profesional salía el canto <strong>de</strong> las sirenas y nosotros, cada <strong>un</strong>o <strong>de</strong> su público,<br />

éramos Ulises amarrado al mástil <strong>de</strong> la barra, arrebatados con esta voz que<br />

no se comerán los gusanos porque está ahí en el disco sonando ahora, en <strong>un</strong><br />

facsímil perfecto y ectoplasmático y sin dimensión como <strong>un</strong> espectro, como<br />

el vuelo <strong>de</strong> <strong>un</strong> avión, como el sonido <strong>de</strong> la tumba: ésa es la voz original y a<br />

<strong>un</strong>as cuadras está solamente su réplica, porque La Estrella es su voz y su<br />

voz yo oía y hacia ella me dirigía, y a ciegas guiado por el sonido que<br />

fulguraba en la noche y oyendo su voz, viéndola en la oscuridad súbita dije,<br />

«La Estrella, condúceme a puerto, llévame seguro, sé el norte <strong>de</strong> mi brújula<br />

verda<strong>de</strong>ra. Mi Stella Polaris» y <strong>de</strong>bí <strong>de</strong>cirlo en alta voz, porque oí <strong>un</strong>as risas<br />

en las mesas que nos ro<strong>de</strong>aban y alguien dijo, <strong>un</strong>a muchacha, creo, «Vivian<br />

te cambian el nombre», y yo dije con su permiso y me levanté y fui al baño<br />

y oriné cantando Méame sola, parodia que lleva el copyright <strong>de</strong> este humil<strong>de</strong><br />

servidor.<br />

VII<br />

Cuando regresé, Vivian estaba sola y bebía su daiquirí y a mí me

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!