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Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

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sed y ganas <strong>de</strong> vomitar más que <strong>de</strong> beber, pero lo pensé bien antes <strong>de</strong><br />

levantarme. No tenía ganas <strong>de</strong> ver a La Estrella, fuera monstruo o persona,<br />

dormida en mi cama, roncando con la boca abierta y los ojos medio cerrados<br />

dando vueltas para <strong>un</strong> lado y para el otro: <strong>un</strong>o n<strong>un</strong>ca tiene ganas <strong>de</strong><br />

encontrarse al <strong>de</strong>spertar con su pesadilla <strong>de</strong> la noche antes. Empecé a<br />

calcular cómo llegar hasta el baño, lavarme, regresar a buscar mi ropa,<br />

ponérmela y salir para la calle, sin ruido. Hecho todo eso con el<br />

pensamiento comencé a escribir <strong>un</strong>a nota mental a La Estrella que dijera<br />

más o menos que cuando se levantara hiciera el favor <strong>de</strong> salir sin que la<br />

vieran, no eso no: <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar todo en or<strong>de</strong>n, no tampoco: <strong>de</strong> cerrar la puerta:<br />

mierda, todo era infantil y a<strong>de</strong>más, inútil porque La Estrella no sabía leer,<br />

bueno lo escribiría con el lápiz <strong>de</strong> grasa, bien gran<strong>de</strong> y ¿quién me dijo que<br />

ella no sabía leer? la discriminación racial, creo, me dije y <strong>de</strong>cidí levantarme<br />

y <strong>de</strong>spertarla y hablarle con franqueza. Claro que antes tenía que vestirme.<br />

Me puse en pie y miré hacia el sofá-cama y ella no estaba y no tuve que<br />

buscar mucho, porque veía frente a mí la cocina vacía y el cuarto <strong>de</strong> baño,<br />

con la puerta abierta, también vacío: ella no estaba, se había ido. Miré el<br />

reloj que n<strong>un</strong>ca me quité anoche y eran las dos (¿<strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>?) y pensé que se<br />

levantó temprano y se fue sin que yo la sintiera. Delicado <strong>de</strong> su parte. Me<br />

fui al baño y sentado en la taza, leyendo esas indicaciones que vienen en<br />

cada rollo Kodak, que estaban tiradas por el suelo <strong>de</strong>l baño no sé por qué,<br />

leyendo esa cómoda simpleza que divi<strong>de</strong> la vida en Al Sol, Exterior Nublado,<br />

Sombra, Playa o Nieve (nieve, mierda, en Cuba) y finalmente Interior<br />

Luminoso, leyendo sin compren<strong>de</strong>r oí que sonaba el timbre <strong>de</strong> la puerta y si<br />

hubiera podido pegar <strong>un</strong> salto sin consecuencias sucias, lo hubiera hecho<br />

porque estaba seguro que era el come-back <strong>de</strong> La Estrella y el timbre sonó y<br />

sonó y yo hice que mis tripas y mis pulmones y el resto <strong>de</strong>l cuerpo<br />

consiguieran el silencio absoluto. Pero no hay nada más solidario que <strong>un</strong><br />

amigo cubano y alguien gritó mi nombre por el cajón <strong>de</strong> aire <strong>de</strong> la cocina y<br />

<strong>de</strong>l baño, tarea nada difícil si <strong>un</strong>o conoce el edificio, tiene la disposición<br />

física <strong>de</strong> <strong>un</strong> trapecista, la garganta <strong>de</strong> <strong>un</strong> tenor operático y la adhesión <strong>de</strong>l<br />

esparadrapo con las amista<strong>de</strong>s y saca peligrosamente la cabeza por la ventana<br />

<strong>de</strong>l pasillo. No era la voz <strong>de</strong> <strong>un</strong> marciano. Abrí no sin cumplir antes<br />

ciertos ritos higiénicos y Silvestre entró como <strong>un</strong>a tromba por la puerta<br />

gritando excitado que Bustro estaba enfermo, muy grave. ¿Quién? dije yo<br />

todavía alisándome el pelo llevado por su viento, y me dijo, Bustrófedon<br />

anoche lo <strong>de</strong>jé en su casa <strong>de</strong> madrugada ya porque se sentía mal vomitando<br />

y bromié con él porque creía que era más duro para el trago pero me dijo<br />

que lo <strong>de</strong>jara en su casa tranquilo y hoy por la mañana cuando fui a buscarlo

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