09.05.2013 Views

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

algún dinero ahora por su <strong>de</strong>volución era avalar el robo. Rehusé, muy<br />

<strong>de</strong>finitivo, complacerlo. Alg<strong>un</strong>o<br />

Alg<strong>un</strong>o en la turba, así me explicó la Sra.<br />

Campbell, propuso <strong>un</strong>a contribución vol<strong>un</strong>taria y colectiva. La Sra.<br />

Campbell, tan tonto y caro corazón, quería ayudar <strong>de</strong> su bolso personal. De<br />

alg<strong>un</strong>a manera, tenía que terminar con aquella ridícula situación y cedí, lo<br />

cual no <strong>de</strong>bía haber hecho. Le ofrecí al morón <strong>un</strong>as pocas monedas (no<br />

recuerdo exactamente cuántas, pero estoy cierto que fue más dinero <strong>de</strong>l que<br />

previamente paggué pagué por el bastón) y quise dárselo, sin sentimientos,<br />

duros, pero el mendigo no quería ni tocarlo. Ahora era su momento <strong>de</strong><br />

actuar el rol <strong>de</strong> Ser Humano Ofendido. La Sra. Campbell intercedió <strong>un</strong>a vez<br />

más. El hombre pareció aceptar, pero en <strong>un</strong> seg<strong>un</strong>do... pensamiento?<br />

rechazó el dinero con los viejos sonidos <strong>de</strong> garganta. Fue solamente cuando<br />

el policía se lo dio en su mano, que lo agarró en <strong>un</strong> gesto rápido. No me<br />

gustó su cara, porque estaba mirando (fijamente) el bastón cuando me lo<br />

llevé conmigo, como <strong>un</strong> perro que abandona <strong>un</strong> hueso<br />

enterrado/<strong>de</strong>senterrado. El <strong>de</strong>sagradable inci<strong>de</strong>nte terminado, tomamos <strong>un</strong><br />

taxi allí mismo, producto <strong>de</strong>l policía, cortés como era su <strong>de</strong>ber ser. Uno <strong>de</strong><br />

la multitud aplaudió cuando nos íbamos y alguien nos dijo adiós con la<br />

mano, benevolente. No pu<strong>de</strong> ver la última cara <strong>de</strong>l morón/mendigo/ladrón<br />

con su temible asimetría, y estaba contento. La Sra. Campbell dijo (por la<br />

primera y única vez en todo el viaje) exactamente nada y parecía ocupada en<br />

pasar cuenta mental <strong>de</strong> sus muchos regalos —los hechos por el hombre, no<br />

por Natura. Yo me sentía bien en la compañía <strong>de</strong> mi recobrado bastón que<br />

podía ser <strong>un</strong> souvenir con <strong>un</strong> cuento interesante <strong>de</strong>ntro para revelar luego,<br />

mucho más valioso que todas las cosas que la señora Campbell compró por<br />

la docena.<br />

Regresamos al hotel. Le dije al empleado <strong>de</strong> oficina que nos íbamos<br />

temprano en la tar<strong>de</strong>, que la cuenta <strong>de</strong>bía estar lista cuando bajáramos, que<br />

íbamos a almorzar en el hotel pagando al contado en el restaurante. Y luego<br />

subimos.<br />

Como es usual, abrí la puerta para <strong>de</strong>jar que la señora Campbell<br />

entrara y ella encendió las luces, pues las cortinas estaban bajas todavía. Ella<br />

entró en la sala <strong>de</strong> la suite y procedió al cuarto dormitorio y yo fui a subir<br />

las cortinas, alabando el <strong>de</strong>scanso dominical en el Trópico por el camino.<br />

Cuando ella encendió la luz <strong>de</strong>l cuarto, gritó <strong>un</strong> alto, penetrante chillido.<br />

Creí que la había cogido la electricidad, sabiendo que hay corrientes<br />

peligrosas en el extranjero. Temí también alg<strong>un</strong>a serpiente venenosa. O tal<br />

vez otro ladrón cogido ahora in fraganti. Corrí al dormitorio. La Sra.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!