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Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

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la menor duda <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> le dolía. Entonces recordé que en el edificio Paseo<br />

vivía <strong>un</strong> médico que era amigo mío y fui y lo <strong>de</strong>sperté. Estaba asustado<br />

porque pensó que era <strong>un</strong> herido en <strong>un</strong> atentado, <strong>un</strong> terrorista al que le estalló<br />

<strong>un</strong>a bomba o tal vez <strong>un</strong> perseguido por el Sim, pero le dije que yo no me<br />

metía en nada, que no me interesaba la política y que lo más cerca que había<br />

visto a <strong>un</strong> revolucionario era a la distancia focal <strong>de</strong> dos metros cincuenta y<br />

me dijo que estaba bien, que lo llevara a su consulta, que él iría <strong>de</strong>trás y me<br />

dio la dirección. Llegué a la consulta con el hombre <strong>de</strong>smayado y tuve la<br />

suerte <strong>de</strong> que el policía <strong>de</strong> posta llegara en el momento en que trataba <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>spertarlo para hacerlo pasar a la casa y sentarlo en el portal a esperar al<br />

médico. El policía se acercó y me preg<strong>un</strong>tó que qué pasaba y le dije quién<br />

era el pianista y que era mi amigo y que tenía <strong>un</strong> dolor. Me preg<strong>un</strong>tó qué<br />

tenía y le dije que almorranas y el policía repitió, Almorranas, y yo le dije,<br />

Sí, almorranas, pero entonces lo encontró más raro que yo lo había<br />

encontrado y me dijo, No será éste <strong>un</strong>o <strong>de</strong> esa gente, me dijo haciendo <strong>un</strong>a<br />

seña peligrosa y le dije, No, qué va, él es <strong>un</strong> músico, y entonces mi pasajero<br />

se <strong>de</strong>spertó y le dije al policía que lo llevaba para <strong>de</strong>ntro y a él le dije que<br />

tratara <strong>de</strong> caminar bien porque este policía que tenía al lado estaba<br />

sospechando y el policía entendió algo, porque insistió en acompañarnos y<br />

todavía recuerdo la verja <strong>de</strong> hierro que chirrió al entrar nosotros en el<br />

silencio <strong>de</strong>l patio <strong>de</strong> la casa y la l<strong>un</strong>a que daba en la palma enana <strong>de</strong>l jardín<br />

y los sillones <strong>de</strong> mimbre fríos y el extraño grupo que hacíamos sentados en<br />

aquella terraza <strong>de</strong>l Vedado, en la madrugada, <strong>un</strong> americano y <strong>un</strong> policía y<br />

yo. Entonces llegó el médico y cuando vio al policía al encen<strong>de</strong>r las luces<br />

<strong>de</strong>l portal y nos vio a nosotros allí, el pianista medio <strong>de</strong>smayado y yo bien<br />

asustado puso la cara que <strong>de</strong>bió tener Cristo al sentir los labios <strong>de</strong> Judas y<br />

ver por sobre su hombro los esbirros romanos. Entramos y el policía entró<br />

con nosotros y el médico acostó al pianista en <strong>un</strong>a mesa y me mandó a<br />

esperar en la sala, pero el policía insistió en estar presente y <strong>de</strong>be haber<br />

inspeccionado el ano con ojo vigilante porque salía satisfecho cuando el<br />

médico me llamó y me dijo: Este hombre está mal, y vi que estaba dormido<br />

y me dijo, Ahora le di <strong>un</strong>a inyección, pero tiene <strong>un</strong>a hemorroi<strong>de</strong>s<br />

estrangulada y hay que operarlo enseguida, y yo fui el asombrado porque<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo tuve suerte: jugué <strong>un</strong> billete jugado y me saqué. Le<br />

expliqué quién era bien y cómo lo encontré y me dijo que me fuera, que él<br />

se lo llevaría a su clínica que no estaba lejos y se ocuparía <strong>de</strong> todo y salió a<br />

<strong>de</strong>spedirme a la calle y le di las gracias y también al policía que siguió su<br />

posta.<br />

En el Capri había la misma gente que siempre, quizás <strong>un</strong> poco más

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