09.05.2013 Views

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

esperaba el mío en mi puesto, casi sólido. Lo bebí todo sin hablar y como<br />

ella se había tomado el suyo, pedí otros dos y no dijimos <strong>un</strong>a sola palabra <strong>de</strong><br />

la gente que ya no sabía si habían estado aquí o la había soñado o la<br />

imaginé. Pero habían estado, porque tocaban <strong>de</strong> nuevo, por la tercera vez<br />

Déjame sola y vi las marcas <strong>de</strong> los vasos sobre el vinil negro <strong>de</strong> las mesas.<br />

Recuerdo que encima <strong>de</strong> nosotros había <strong>un</strong> farol <strong>de</strong> fantasía que<br />

alumbraba la cabeza rubia <strong>de</strong> Vivian cuando empecé a quitarle los ganchos<br />

<strong>de</strong>l moño, sin hablar. Ella me miraba los ojos y estaba tan cerca que<br />

bizqueaba. La besé o me besó, creo que me besó, porque me preg<strong>un</strong>té por<br />

entre la borrachera dón<strong>de</strong> aquella niñita que no tendría todavía diecisiete<br />

años cumplidos había aprendido a besar. Volví a besarla y mientras con <strong>un</strong>a<br />

mano le acariciaba la espalda, con la otra acababa <strong>de</strong> soltarle el pelo. Le abrí<br />

el zipper <strong>de</strong> la espalda y metí la mano más abajo <strong>de</strong> la cintura y ella se<br />

revolvió, pero no incómoda, creo. No tenía ajustadores y ésa fue mi primera<br />

sorpresa. Seguíamos besándonos en el mismo beso y ella me mordía muy<br />

fuerte los labios y a la vez me <strong>de</strong>cía algo. Metí la mano por el hueco <strong>de</strong> la<br />

espalda hasta el frente y sentí finalmente sus senos, pequeños, teticas que<br />

parecían estarse formando, creciendo, haciendo su pezón bajo mi mano. No<br />

crean, a<strong>un</strong> borracho y bongosero y todo yo puedo ser poético. No moví la<br />

mano, sino que la <strong>de</strong>jé allí. Ella hablaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mi boca y sentí algo<br />

salado y pensé que me había roto el labio. Era que lloraba.<br />

Se separó <strong>de</strong> mí y echó hacia atrás la cabeza, y la luz le dio en la cara.<br />

La tenía mojada por completo. Algo era saliva, pero el esto eran lágrimas.<br />

—Cuídame —me dijo.<br />

Entonces lloró más y no supe qué hacer. Las mujeres que lloran<br />

siempre me conf<strong>un</strong><strong>de</strong>n, a<strong>un</strong>que esté borracho que es cuando más conf<strong>un</strong>dido<br />

estoy: todavía me pue<strong>de</strong>n conf<strong>un</strong>dir más que el próximo trago.<br />

—Soy tan <strong>de</strong>sgraciada —me dijo.<br />

Creí que estaba enamorada <strong>de</strong> mí y que sabía —ella lo sabía— lo mío<br />

y <strong>de</strong> Toda Cuba (otro apodo <strong>de</strong> doña Venegas) y no supe qué <strong>de</strong>cir. Las<br />

mujeres que están enamoradas <strong>de</strong> mí, me conf<strong>un</strong><strong>de</strong>n más que las mujeres<br />

que lloran y que el otro trago. Ahora, para colmo, ésta lloraba y venía el<br />

camarero con dos copas más que nadie pidió. Creo que quería terminar el<br />

clinche. Pero ella habló con el referí <strong>de</strong>lante y todo.<br />

—Quisiera morirme.<br />

—Pero ¿por qué? —dije yo—. Se está muy bien aquí. Me miraba a los<br />

ojos y seguía llorando. Toda el agua <strong>de</strong>l daiquirí se le salía por los ojos.<br />

—Por favor, es terrible.<br />

—¿Qué es terrible?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!