09.05.2013 Views

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

la alegría eléctrica <strong>de</strong> los bares y las señales públicas <strong>de</strong> los faroles <strong>de</strong>l<br />

encendido y por la premura luminosa <strong>de</strong> los autos que venían en contra.<br />

Cuando volteamos la rotonda oscurecida <strong>de</strong>l Co<strong>un</strong>try Club, vi a Cué<br />

concentrarse en el manejo <strong>un</strong>a vez más. Era <strong>un</strong> vicio. Dipsómano <strong>de</strong> la<br />

distancia, le dije pero no me oyó. ¿O fue que no lo dije? Atravesábamos la<br />

avenida y la noche envueltos en la velocidad y en el aire tibio y tierno y en<br />

el olor <strong>de</strong>l mar y <strong>de</strong> los árboles. Era <strong>un</strong> vicio agradable. Me habló sin<br />

mirarme, atento a la calle o su doble borrachera. Triple.<br />

—¿Tú te acuerdas <strong>de</strong> los juegos <strong>de</strong> letras <strong>de</strong> Bustrófedon?<br />

—¿Los palíndromos? No los olvido, no quiero olvidarlos.<br />

—¿No te parece significativo que no acertara con el mejor, el más<br />

difícil y más fácil, con el temible? Yo soy.<br />

Deletreé, leí <strong>de</strong> atrás para a<strong>de</strong>lante yos oY, antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle:<br />

—No especialmente. ¿Por qué?<br />

—A mí sí —me dijo.<br />

La ciudad era ahora <strong>un</strong>a noche quántica. Una bomba <strong>de</strong>l alumbrado<br />

que pasaba rápida al costado haciendo amarillo y visible <strong>un</strong> costurón <strong>de</strong><br />

contén o <strong>un</strong>a acera con gente que espera el autobús o árboles lívidos,<br />

jaspeados, que <strong>de</strong>jaban <strong>de</strong> ser tronco y ramas y hojas al per<strong>de</strong>rse en <strong>un</strong>a<br />

fachada oscura, también era <strong>un</strong>a sola luz blanca, azulosa, tratando <strong>de</strong><br />

iluminar más espacio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba y solamente conseguía <strong>de</strong>formar las cosas<br />

y las gentes con <strong>un</strong>a irrealidad enferma, a veces, era <strong>un</strong> ventanal fugitivo, <strong>de</strong><br />

crisólito, en que podía verse <strong>un</strong>a escena hogareña que por ajena parecía<br />

siempre apacible, feliz.<br />

—Bustrófedon, que fue amigo mío tanto como tuyo —estuve a p<strong>un</strong>to<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle, ¡No me digas!— tenía <strong>un</strong> <strong>de</strong>fecto, aparte <strong>de</strong> su grosería. Como<br />

aquella noche —coño, todavía le molestaba: rencor al pasado se llama ese<br />

recuerdo— y su falla <strong>de</strong> carácter es que se preocupaba, mucho, <strong>de</strong> las<br />

palabras como si estuvieran siempre escritas y nadie las dijera n<strong>un</strong>ca, nada<br />

más que él y entonces no eran palabras sino letras y anagramas y juegos con<br />

dibujos. Yo me ocupo <strong>de</strong> los sonidos. Al menos, ése es el único oficio que<br />

aprendí <strong>de</strong> veras.<br />

Se calló, dramáticamente, como otras veces y atendí a su perfil, a que<br />

los labios temblones, dibujados apenas por la luz ambarina <strong>de</strong> la pizarra, me<br />

advirtieran que iba a seguir hablando.<br />

—Di <strong>un</strong>a frase cualquiera.<br />

—¿Para qué?<br />

—Por favor.<br />

Acompañó la petición con <strong>un</strong> gesto insistente.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!