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Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

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pobre, hubiera dicho <strong>un</strong>a lección) <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niño, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes, <strong>de</strong> nacimiento,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes cuando se formó en que <strong>un</strong> hueso (¿qué cosa, Silvestre Ycué: <strong>un</strong><br />

aneurisma, <strong>un</strong> embolismo, <strong>un</strong>a pompa <strong>de</strong> la vena humorística?), <strong>un</strong> nudo en<br />

la columna vertebral, algo, que le presionaba el cerebro y le hacía <strong>de</strong>cir esas<br />

maravillas y jugar con las palabras y finalmente vivir nombrando todas las<br />

cosas por otro nombre como si estuviera, <strong>de</strong> veras, inventando <strong>un</strong> idioma<br />

nuevo —y la muerte le dio la razón al médico que lo mató, que no lo<br />

asesinó, no, claro, por favor, que ni siquiera quiso matarlo sino que quiso<br />

salvarlo, a su manera, <strong>de</strong> <strong>un</strong>a manera científica, <strong>de</strong> <strong>un</strong>a manera médica,<br />

filantrópico él, humanitario, <strong>un</strong> Doctor Schweitzer que tenía su Lambarene<br />

en el hospital ortopédico con tanto niño <strong>de</strong>forme y tanta mujer tullida y<br />

tanto inválido a su entera disposición, que abrió el cráneo en forma <strong>de</strong> B<br />

para quitarle los dolores <strong>de</strong> cabeza, los vómitos <strong>de</strong> palabras, el vértigo oral,<br />

para eliminar <strong>de</strong> <strong>un</strong>a vez y para siempre (tremenda palabra, eh: siempre, la<br />

eternidad, el carajo) las repeticiones y los cambios y la aliteración o la<br />

alteración <strong>de</strong> la realidad hablada, eso que el médico llamaba, para darle a<br />

Silvestre en la yema <strong>de</strong>l gusto, en el mingo hipocondríaco, en la costura<br />

científica, casi imitando al propio Bustrófedon, pero claro con su patente <strong>de</strong><br />

corso, el título para la trata <strong>de</strong> blancas y negras y mulatas, el D r y p<strong>un</strong>to entre<br />

ornamentos y dibujitos y formas que garantizan lo imposible, usando<br />

palabras mayores, técnicas, médicas, confirmando eso <strong>de</strong> que todos los<br />

técnicos son mentirosos pero siendo creído siempre como siempre lo son los<br />

gran<strong>de</strong>s mentirosos, diciendo en la jerga <strong>de</strong> Esculapio, con la piedra<br />

(filosofal o <strong>de</strong> toque?) <strong>de</strong> Galeno, diciendo «afasia», «disfasia», «ecolalia»,<br />

cosas así, explicando, muy petulante según me contó Silvestre, que era Es<br />

<strong>de</strong>cir, estrictamente, pérdida <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l habla; <strong>de</strong>l discernimiento oral o<br />

si se quiere y ya más específicamente, <strong>un</strong> <strong>de</strong>fecto no <strong>de</strong> fonación, sino<br />

<strong>de</strong>rivado <strong>de</strong> <strong>un</strong> disf<strong>un</strong>cionamiento, tal vez <strong>un</strong>a <strong>de</strong>scomposición, <strong>un</strong>a<br />

anomalía producida por <strong>un</strong>a patología específica, que ulteriormente llega<br />

hasta disociar la f<strong>un</strong>ción cerebral <strong>de</strong>l simbolismo <strong>de</strong>l pensar por el habla,<br />

o—no nono no mierda ya está bien claro así como está y hay que <strong>de</strong>jarlo<br />

quieto, porque los médicos son los únicos pedantes elefantinos, los solos<br />

mamuts <strong>de</strong> la pedancia que quedan vivos <strong>un</strong>a vez que se extinguieron en el<br />

MíoCi<strong>de</strong>no Jaimes Joiyce y Eesra Po<strong>un</strong>k y Adolfo Solazar. Ésos son los<br />

pretextos hipócritas, el diagnóstico encubridor <strong>de</strong>l crimen perfecto, el alibí<br />

hipocrático, la coartada médica, pero lo que en realidad quería era ver en<br />

qué rincón <strong>de</strong>l cráneo <strong>de</strong> Bustrófedon, <strong>de</strong>l Búcraneo como lo llamó tan bien<br />

Silvestre el Discípulo, en qué sitio, conocer el asiento particular <strong>de</strong> aquellas<br />

transformaciones maravillosas <strong>de</strong> la bobería y el lugar común y las palabras

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