09.05.2013 Views

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Pero ¿no te hirió?<br />

—Sí, morí aquel día. En realidad yo soy mi fantasma. Espera coño.<br />

Pidió más café. Un tabaco. ¿Quieres? Dos tabacos. Un Romeo para<br />

acá y <strong>un</strong>a Julieta para mí. Generoso Cué era su verda<strong>de</strong>ro nombre.<br />

Espléndido, con los recuerdos y los tabacos. El final <strong>de</strong> la historia siguió por<br />

fin ahora.<br />

Vi <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l cielo a otro ángel fuerte, envuelto en <strong>un</strong>a nube,<br />

que habló con voz <strong>de</strong> trueno. No oía lo que <strong>de</strong>cía. La voz que habló<br />

<strong>de</strong>l cielo habló otra vez conmigo y dijo otra cosa tan nublada como su<br />

cabeza entre las nubes. El cielo se aclaró y vi en el centro <strong>un</strong> sol<br />

apagado, primero, y <strong>de</strong>spués, en el mismo sitio <strong>de</strong>l cielo, <strong>un</strong>a lámpara,<br />

dos lámparas, tres lámparas —<strong>de</strong>spués, <strong>un</strong>a sola lámpara que era <strong>un</strong><br />

tubo cónico que pendía <strong>de</strong> <strong>un</strong> cielorraso blanco. El ángel tenía en su<br />

mano <strong>un</strong> libro-pistola. ¿Sería San Antón? No era <strong>un</strong> libro-pistola, ni<br />

siquiera <strong>un</strong> libro, era <strong>un</strong>a pistola, simplemente, larga, que movía frente<br />

a mi cara. Pensé que sería <strong>un</strong> libro porque cada vez que oigo la palabra<br />

pistola, echo mano a mi libro.<br />

Las cosas que hace el hambre. Hasta oía lo que dijo.<br />

—Vamos.<br />

—¿A dón<strong>de</strong> iríamos? ¿Al comedor? ¿A la cama con la ninfa<br />

mojada? ¿A la calle y al hambre otra vez? Porque era él y no Él quien<br />

hablaba.<br />

—Vamos, vamos —repitió—. Eres muy buen actor. Debías ser<br />

artista y no escritor.<br />

Quise explicarle (cosas <strong>de</strong>l hambre) que los escritores hacen los<br />

mejores actores, porque escriben sus propios diálogos, pero no me<br />

salía <strong>un</strong>a sola palabra <strong>de</strong> la boca. «Vamos, vamos», dijo el hombre <strong>de</strong><br />

las sorpresas y <strong>de</strong>l dinero. Habló con voz que parecía <strong>de</strong> miedo. Pero<br />

no era miedo.<br />

—Vamos. Arriba. Tengo <strong>un</strong> empleo para ti. Me levanté. Con<br />

trabajo pero me levanté, yo solo. Solito.<br />

—Así me gusta. Listo para empezar.<br />

Todavía no podía hablar. Miré al ángel y le di las gracias por no<br />

haberme <strong>de</strong>jado comer el librito, en silencio. Al hombre le hablé con<br />

mi voz.<br />

—¿Cuándo?<br />

—¿Cuándo qué?<br />

—¿Cuándo empiezo a trabajar?<br />

—Ah —se rió—. Verdad. Pasa mañana por el canal.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!