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Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

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Voy cogiendo voy cogiendo voy cogiendo voy<br />

cogiendo el camino <strong>de</strong> Santa Fe)<br />

(Variación tercera:<br />

Voy<br />

Cogiendo voy<br />

voy<br />

cogiendo cogiendo<br />

el camino / el camino / el camino / el camino<br />

<strong>de</strong> Saaantaaaaaaa Feeeeeeeeeeeeeeeeeee)<br />

Esta tonada (y sus variaciones Goldwyn) era cantada con la música<br />

equivalente, que es la música <strong>de</strong> The Santa Fe Trail, sólo que nosotros no lo<br />

sabíamos entonces. ¿De dón<strong>de</strong> la sacaríamos mi hermano y yo?<br />

Seguramente <strong>de</strong> <strong>un</strong>a película —<strong>de</strong>l Oeste.<br />

Este día, este jueves (los jueves el cine costaba menos entonces) <strong>de</strong><br />

que hablo, ya habíamos completado la primera parte <strong>de</strong> la jornada a Santa<br />

Fe (porque Santa Fe, uste<strong>de</strong>s <strong>de</strong>ben haberlo adivinado, era Arcadia, la<br />

gloria, la panacea <strong>de</strong> todos los dolores <strong>de</strong> la adolescencia: el cine) y antes<br />

que regresara mi padre <strong>de</strong>l trabajo, nos habíamos bañado, escogido el<br />

programa (más bien escogido el cine: el Verdún, que a pesar <strong>de</strong> recordar <strong>un</strong>a<br />

batalla, era apacible, barriotero y fresco, con su techo <strong>de</strong> hierro y planchas<br />

<strong>de</strong> zinc, que se corría con ruidos, chirridos, traqueteos tan pronto entraba la<br />

noche calurosa y que no podía hacer el cierre <strong>de</strong> vuelta tan rápido los días<br />

que llovía: se estaba bien allí, en la tertulia, frente a la pantalla (sobre todo si<br />

se sabía coger primera fila <strong>de</strong> gallinero (llamada también el paraíso): <strong>un</strong>a<br />

localidad <strong>de</strong> príncipes, el palco <strong>de</strong> la realeza en otro tiempo, otro<br />

espectáculo) y directamente bajo las estrellas: se estaba casi mejor que en el<br />

recuerdo) y salíamos, cuando nos encontramos en la escalera a Nena la<br />

Chiquita, que era, como muchos <strong>de</strong> los vecinos, no <strong>un</strong>a persona sino <strong>un</strong><br />

personaje. Pero, ay, Nena la Chiquita (<strong>un</strong>a vieja encogida y sin dientes y sucia,<br />

y con <strong>un</strong> insaciable apetito sexual) era también <strong>un</strong> ave <strong>de</strong> mal agüero.<br />

«Al cine, ¿no?», creo que fue lo que dijo. Mi hermano y yo le dijimos que<br />

sí, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> bajar la escalera barroca y torcida y sucia. «Que se diviertan»,<br />

dijo ella, la pobre, subiendo con pena la escalera. No le dimos las<br />

gracias: lo único que se podía hacer era escupir tres veces en el suelo, cruzar<br />

los <strong>de</strong>dos y vigilar el tránsito.<br />

Seguimos para el cine. Atravesando el parque Central ya oscurecía.<br />

Cruzamos el Centro Gallego a ver las fotos <strong>de</strong> las bailarinas españolas y,

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