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Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

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frente alta y sus ojos claros, casi amarillos, y su boca gruesa y larga y su<br />

barbilla partida y sus piernas largas y sus pies en sandalias y su andar y<br />

recordé estarla esperando en <strong>un</strong> parque mientras recordaba su risa que era<br />

<strong>un</strong>a sonrisa <strong>de</strong> dientes perfectos. Se la <strong>de</strong>scribí a Cué.<br />

—¿Estuviste enamorado <strong>de</strong> ella?<br />

—Sí. Creo. Sí.<br />

Debí haberle dicho que mucho, que perdida/encontradamente, como<br />

n<strong>un</strong>ca antes ni <strong>de</strong>spués. Pero no dije nada.<br />

—No estuviste enamorado, mi viejo —me dijo.<br />

—¿Qué tú, dices?<br />

—Que no estuviste enamorado, n<strong>un</strong>ca, que esa mujer no existe, que la<br />

acabas <strong>de</strong> inventar.<br />

Debo enfurecerme, pero yo ni siquiera puedo ponerme bravo don<strong>de</strong><br />

todo el m<strong>un</strong>do echa espuma por la boca.<br />

—¿Pero por qué tú dices eso?<br />

—Porque lo sé.<br />

—Pero te digo que estaba enamorado, bastante.<br />

—No, no, te creías, pensabas, imaginaste que estabas. Pero no.<br />

—¿Sí?<br />

—Sí.<br />

Hizo <strong>un</strong>a pausa para beber y secarse con el pañuelo gotas <strong>de</strong> sudor y<br />

cerveza que tenía sobre el labio. Pareció <strong>un</strong> gesto estudiado.<br />

IV<br />

Aquella espalda (esta espalda porque la veo ahí o, en el <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> la<br />

gente, la tengo ahí como si la estuviera viendo), esa/esta espalda, aquellesta<br />

espalda <strong>de</strong> la mujer, <strong>de</strong> la muchacha que fue el amor fugaz, inútil —ano<br />

volverá?— no creo creo que vuelva. No hace falta. Volverán otras, pero<br />

aquel momento (la espalda <strong>de</strong>scubierta por el escote negro, el vestido <strong>de</strong><br />

satén <strong>de</strong> noche, pegado al cuerpo y abierto abajo como la bata <strong>de</strong> <strong>un</strong>a<br />

bailarina española, <strong>de</strong> <strong>un</strong>a rumbera, las piernas perfectas <strong>de</strong> tobillos que no<br />

acababan n<strong>un</strong>ca y enteramente inolvidables, el traje <strong>de</strong>scotado al frente y el<br />

cuello largo que todavía se continuaba entre sus senos, y su cara y su pelo<br />

rubio/lacio/suelto, y la sonrisa <strong>de</strong> tímida picardía en los labios gruesos que<br />

fumaban lentamente y hablaban y reían a carcajadas a veces para mostrar<br />

en la boca gran<strong>de</strong> los dientes también gran<strong>de</strong>s y parejos y casi comestibles,<br />

y sus ojos sus ojos sus ojos siempre in<strong>de</strong>scriptibles, imposibles <strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir

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