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Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

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Yo iba y venía por el cuarto buscando mis medias que anoche eran<br />

dos y ahora se empeñaban todas en ser ejemplares únicos y cuando me<br />

cansé <strong>de</strong> buscarlas por todo el <strong>un</strong>iverso volví a mi galaxia y fui al closet y<br />

cogí otro par y me las ponía mientras él me iba contando y yo calculaba qué<br />

hacer con el resto <strong>de</strong>l domingo. La cosa, me dijo, es que levanté en claro a<br />

Ingrid (y ahora tengo que explicar que Ingrid es Ingrid Bérgamo, que no se<br />

llama así, sino que le dimos ese apodo porque así es como ella pron<strong>un</strong>cia el<br />

nombre <strong>de</strong> Ingrid Bergman: ella es <strong>un</strong>a mulatica, muy a<strong>de</strong>lantada, dice ella<br />

cuando está <strong>de</strong> vena, que se tiñe el pelo <strong>de</strong> rubio y se maquilla mucho y se<br />

pone la ropa más estrecha <strong>de</strong> esta isla en que las mujeres no usan vestidos<br />

sino guantes para todo el cuerpo, y es bastante fácil, lo que no aminora el<br />

regocijo <strong>de</strong> Silvestre porque <strong>un</strong>a mujer n<strong>un</strong>ca es fácil la víspera), la levanté<br />

y me la llevé para la posada <strong>de</strong> la calle Ochenticuatro, me dijo, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

estar ya a<strong>de</strong>ntro dijo que no y que no y que no y tuve que salir <strong>de</strong> nuevo, y<br />

todo esto en taxi. Pero, me dijo, cuando estábamos otra vez en el Vedado y<br />

habíamos cruzado por cuarta o quinta vez el túnel, empezamos a besarnos y<br />

eso y se <strong>de</strong>jó llevar a Once y Veinticuatro y allí fue la misma cosa, con la<br />

ligera diferencia <strong>de</strong> que el chófer dijo que él era <strong>de</strong> alquiler no alcahuete y<br />

que le pagara que se iba y entonces Ingrid empezó a discutir con él,<br />

queriendo que la llevara para su casa y yo cogí y le pagué al chófer, que se<br />

fue. Claro, me dijo, Ingrid la cogió conmigo y allí en la oscuridad sonorizó<br />

<strong>un</strong>a protesta ejemplar y salimos a la calle discutiendo, mejor dicho ella<br />

peleando y yo tratando <strong>de</strong> calmarla, más razonable que George San<strong>de</strong>rs (me<br />

dijo Silvestre, que siempre habla en términos <strong>de</strong> cine: <strong>un</strong> día me hizo <strong>un</strong><br />

marco con las manos, siendo él entonces el fotógrafo, y me dijo, No te<br />

muevas que te me vas <strong>de</strong> cuadro y otra vez llegué a su casa, que estaba<br />

oscura, con las puertas <strong>de</strong>l balcón cerradas porque el sol da <strong>de</strong> lleno por las<br />

tar<strong>de</strong>s y yo abrí el balcón y me dijo, ¡Me echaste veinte mil full-candles en<br />

la cara!, en otra ocasión estábamos hablando Cué, él y yo y él hablaba <strong>de</strong><br />

jazz y entonces Cué dijo <strong>un</strong>a pedantería sobre los orígenes en Nueva<br />

Orleans y Silvestre le dijo, No vengas a meter en la conversación ese<br />

flashback, viejo y otras cosas que olvido o que no recuerdo ahora) y<br />

discutiendo y caminando y subiendo Vedado arriba ¿tú no sabes a dón<strong>de</strong><br />

llegamos?, me dijo, y me dijo, llegamos a Dos y Treinti<strong>un</strong>o y entramos<br />

como si nada. Creo, me dijo, que la cogí cansada, pero eso no fue más que<br />

empezar y a<strong>de</strong>ntro, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l cuarto ya fue <strong>un</strong>a lucha <strong>de</strong> villano <strong>de</strong><br />

Stroheim con heroína <strong>de</strong> Griffith para que se sentara, me oíste, nada más<br />

que se sentara y no en la cama, sino en <strong>un</strong>a silla y <strong>de</strong>spués que se sentó ni<br />

quería soltar la cartera <strong>de</strong> las manos. Por fin, me dijo, la logré convencer <strong>de</strong>

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