09.05.2013 Views

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

mucho.<br />

¿Usted sabe que yo también tengo <strong>un</strong> cuento sobre <strong>un</strong> psiquiatra? No,<br />

no lo sabe, porque n<strong>un</strong>ca lo he escrito, porque éste es <strong>un</strong> cuento que n<strong>un</strong>ca<br />

he contado más que a mi marido. Fue algo que me pasó la primera vez que<br />

se me ocurrió ir a <strong>un</strong> psiquiatra. ¿Fue la primera o fue la seg<strong>un</strong>da vez? No,<br />

fue la primera. Sí fue la primera. Fui dos veces a la consulta. Este psiquiatra<br />

tenía música indirecta en la consulta. Imagínese música indirecta. Recuerdo<br />

que siempre se terminaba <strong>un</strong>a pieza y pasaba <strong>un</strong> rato y <strong>un</strong>o podía<br />

reconocerla porque la estaban tocando <strong>de</strong> nuevo. Era como <strong>un</strong> sinfín. ¿Se<br />

dice <strong>un</strong> sinfín? La consulta comenzaba y allí estaba yo oyendo la música<br />

mientras esperaba mi turno y luego cuando me tocaba mi turno la música<br />

seguía sonando y todavía cuando me iba ya <strong>de</strong> noche y la recepcionista<br />

disfrazada <strong>de</strong> enfermera me sonreía adiós con sus dientes picados y me<br />

<strong>de</strong>cía Hata luego, muy segura <strong>de</strong> que yo regresaba el próximo día <strong>de</strong><br />

consulta, todavía esa dichosa música seguía sin parar. A veces eran tangos<br />

argentinos, dale que dale. O rumbas internacionales. O música realmente<br />

indirecta porque no sabía <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> venía, no <strong>de</strong> qué parte <strong>de</strong> la casa venía,<br />

sino <strong>de</strong> qué parte <strong>de</strong>l m<strong>un</strong>do venía. Ya yo llevaba dos turnos yendo allí a oír<br />

la música y oyendo aquel médico con cara <strong>de</strong> caimán y espejuelos preg<strong>un</strong>ta<br />

y preg<strong>un</strong>ta y preg<strong>un</strong>tando. Y las cosas que preg<strong>un</strong>taba. Qué manera <strong>de</strong> hacer<br />

preg<strong>un</strong>tas indiscretas. Perdóneme, pero yo creo que al revés <strong>de</strong>l psiquiatra<br />

<strong>de</strong> mi marido, el psiquiatra <strong>de</strong>l cuento <strong>de</strong> mi marido, este psiquiatra <strong>de</strong>spués<br />

que terminaba mi consultaba al fondo <strong>de</strong> la casa y se masturbaba o qué sé<br />

yo. A lo mejor cuando me iba, la enfermera entraba y él le contaba todo y<br />

ella se excitaba y allí mismo en el sofá se masturbaba con ella. Tengo <strong>un</strong>a<br />

mente sucia, verdad. Eso dice mi marido. Pero todavía más sucia es la mente<br />

<strong>de</strong> aquel psiquiatra. El primer día me dio <strong>un</strong>a libreta para que escribiera todo<br />

lo que se me ocurriera, en mi casa. Yo tenía que enseñársela luego. Era la<br />

escuelita otra vez. Yo me llevaba la libreta, ap<strong>un</strong>taba todo lo que se me<br />

ocurría, no lo que me ocurría, lo que pensaba, sino todo lo que se me<br />

ocurría, lo que pensaba o lo que pensaba que pensaba, y luego él lo leía, con<br />

mucha calma y lo leía <strong>un</strong>a y otra vez y mientras leía se pellizcaba el labio,<br />

encima <strong>de</strong>l labio don<strong>de</strong> tenía <strong>un</strong>a raya negra que era el bigote y movía la<br />

cabeza para alante y para atrás. Cuando terminaba <strong>de</strong>cía, Perfecto y no me<br />

<strong>de</strong>cía más nada. A la tercera consulta, vino y se me sentó en el sofá, pegado<br />

a mis piernas. Me senté <strong>de</strong> <strong>un</strong> brinco y entonces me dijo, No tenga miedo,<br />

señora, me dijo. Soy la ciencia, me dijo. La ciencia, dije yo, me dije yo a mí<br />

misma, la ciencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scaro es lo que usted es, pero no le dije nada, sino<br />

que me senté con las piernas muy j<strong>un</strong>tas y con las manos en la rodilla. No

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!