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Tres tistres tigres - Diario de un chico trabajador

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dado y yo le dije Mira <strong>chico</strong> cómo meas <strong>de</strong>jado el cristal, en broma, claro,<br />

pero él no oyó ni el principio ni el final manchado <strong>de</strong> grasa <strong>de</strong> la frente.<br />

Tampoco yo hubiera oído si no es <strong>un</strong>a voz <strong>de</strong> esas que hay que ser Ulises y<br />

estar amarrado al palo <strong>de</strong> mesana para oír sin tirarse al agua con tiburones o<br />

al fuego líquido o al fango con <strong>un</strong> traje <strong>de</strong> dril 100 blanco, que me dice<br />

Arsen dijo la voz y miro y veo a las dos rubias paradas j<strong>un</strong>to a nosotros y lo<br />

que veo, claro, son dos batas <strong>de</strong> tul o <strong>de</strong> organdí (organza, me confirma <strong>un</strong>a<br />

<strong>de</strong> las rubias <strong>de</strong>spués, cuando la bata estaba marchita) o <strong>de</strong> <strong>un</strong>a tela muy<br />

<strong>de</strong>licada, que abultan en cuatro bultos por sobre el auto, que es lo que tengo<br />

frente a mis ojos, y cuando terminan los dos escotes morados (porque las<br />

dos están vestidas <strong>de</strong> malva y con mo<strong>de</strong>los iguales), veo el final o el comienzo<br />

<strong>de</strong> dos pechugas blancas, lechosas, casi azuladas por la luz <strong>de</strong><br />

t<strong>un</strong>gsteno que está ahí arriba j<strong>un</strong>to al Pigal y <strong>un</strong>os cuellos largos no como <strong>de</strong><br />

cisnes, sino como <strong>de</strong> <strong>un</strong>as yeguas blancas y finas y educadas, vienesas,<br />

vaya, y luego <strong>un</strong>as barbillas soberbias (ensoberbecidas), porque saben que<br />

<strong>de</strong>bajo llevan el cuello fino y largo y blanco y el busto blanco y violeta que<br />

hace <strong>de</strong>tener todas las miradas (las nuestras, las mías al menos, casi no salen<br />

<strong>de</strong> ahí) antes <strong>de</strong> mirar las seguras maravillas que ahora oculta este carro<br />

imbécil, y <strong>de</strong>spués (hay que seguir mirando hacia arriba) <strong>un</strong>as bocas gordas<br />

y largas y rojas (largas en <strong>un</strong>a sonrisa que no enseña todavía los dientes<br />

porque sabe que la Gioconda está otra vez <strong>de</strong> moda) y las finas (lo siento: no<br />

tengo otro adjetivo... por el momento) narices y, ¡Dios mío, aquellos cuatro<br />

ojos! Dos <strong>de</strong> los ojos ríen con confianza y son azules y tienen largas<br />

pestañas que parecen postizas (como las bocas parecen moradas y son<br />

rojas), pero que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> <strong>un</strong>os seg<strong>un</strong>dos yo sabré que no son postizas y<br />

luego <strong>un</strong>a frente alta, <strong>de</strong>spejada, don<strong>de</strong> comienza <strong>un</strong>a cabellera rubia, con<br />

<strong>un</strong>o <strong>de</strong> esos peinados huecos <strong>de</strong> moda (que entonces apenas estaban <strong>de</strong><br />

moda y había que ser <strong>un</strong>a mujer muy segura <strong>de</strong> su belleza y muy al día y<br />

muy orgullosa <strong>de</strong> ser <strong>un</strong>a belleza mo<strong>de</strong>rna para aventurarse por las calles <strong>de</strong><br />

La Habana con esos peinados, a<strong>un</strong>que hasta ahora el terreno <strong>de</strong> la aventura<br />

se redujera a las calles <strong>de</strong> El Vedado, a la Rampa solamente) y antes <strong>de</strong><br />

proseguir el peinado, <strong>un</strong> ban<strong>de</strong>au <strong>de</strong> algún terciopelo ligeramente lavanda.<br />

¡Qué monstruo!<br />

A la otra rubia no tengo que <strong>de</strong>scribirle ni la boca ni la sonrisa <strong>de</strong><br />

Mona Lisa ni el peinado —ni siquiera la banda lavanda. Solamente se<br />

diferencia (si alguien quiere diferenciarlas) porque sus ojos son ver<strong>de</strong>s, sus<br />

pestañas son menos largas y su frente menos alta— a<strong>un</strong>que ella misma es<br />

más alta. No corras tanto termina <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir la rubia <strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha que es la<br />

rubia que conozco: ahora, que se echa hacia atrás y <strong>de</strong>ja que la luz morada

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