el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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comenzó a quejarse d<strong>el</strong> modo en que <strong>el</strong>la cocinaba<br />
y limpiaba la casa y después, de cómo empleaba <strong>el</strong><br />
tiempo, de cómo hablaba, d<strong>el</strong> aspecto que tenía y<br />
de cómo razonaba. Al final, <strong>el</strong>la llegó a sentirse totalmente<br />
inepta y le resultó imposible funcionar en<br />
forma normal. Sentí mucha lástima por <strong>el</strong>la y por él.<br />
A diferencia de ese caso, vemos <strong>el</strong> de una joven que<br />
tenía muy poca confianza en sí misma cuando se<br />
casó. Su marido hallaba en <strong>el</strong>la tantas cualidades<br />
por las cuales <strong>el</strong>ogiarla que, poco a poco, la joven<br />
comenzó a creer que era una buena persona y que<br />
sus opiniones eran importantes. Lo que él creía de<br />
<strong>el</strong>la despertó su innata valía personal.<br />
El “lobo” d<strong>el</strong> individualismo excesivo<br />
El tercer lobo es <strong>el</strong> individualismo excesivo que ha<br />
producido las actitudes contractuales de la actualidad.<br />
Una pequeña de siete años llegó de la escu<strong>el</strong>a a<br />
su casa llorando y le dijo a su mamá: “Mamá, ¿es<br />
cierto que yo no te pertenezco? La maestra nos ha<br />
dicho hoy que nadie pertenece a nadie: que los hijos<br />
no pertenecen a los padres, que los maridos no pertenecen<br />
a sus esposas. Yo soy tuya, ¿no es así,<br />
mamá?” La madre la abrazó y le susurró al oído:<br />
“Por supuesto que eres mía; y yo también soy tuya”.<br />
Naturalmente, los cónyuges deben respetar la identidad<br />
d<strong>el</strong> uno y d<strong>el</strong> otro, y los miembros de la familia<br />
no son ni esclavos ni objetos inanimados. Pero <strong>el</strong><br />
temor de aqu<strong>el</strong>la maestra, <strong>el</strong> cual muchas personas<br />
comparten, es que los lazos de parentesco y <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong><br />
no son ataduras valiosas que unen, sino una<br />
esclavitud absoluta. Vivimos en una época en la que<br />
va disminuyendo la unión entre las personas.<br />
El adversario ha cultivado desde hace mucho<br />
tiempo esta importancia excesiva en la autonomía<br />
personal, y en la actualidad la explota febrilmente.<br />
El instinto pr<strong>of</strong>undo que nos ha dado Dios es <strong>el</strong> de<br />
correr en busca de cariño a los brazos de los que nos<br />
necesitan y nos apoyan. Pero <strong>el</strong> adversario nos aleja<br />
a unos de otros, valiéndose de la desconfianza y d<strong>el</strong><br />
rec<strong>el</strong>o; exagera la necesidad de tener independencia<br />
y de determinar si uno desea o no estar con los<br />
demás. Hay personas que le creen, sólo <strong>para</strong> preguntarse<br />
más tarde por qué se sentirán tan solas. Y pese<br />
a admirables excepciones, en los Estados Unidos, los<br />
niños de familias que tienen a uno solo de los<br />
padres, un caso cada vez más numeroso, son más<br />
vulnerables a todos los p<strong>el</strong>igros de la sociedad que<br />
los niños que tienen una familia con ambos padres8 .<br />
La causa principal de la declinación general d<strong>el</strong><br />
C ONVENIOS Y ORDENANZAS 95<br />
bienestar de los niños se debe a una extraordinaria<br />
“ruptura d<strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong>” 9 .<br />
Interrogantes modernos acerca d<strong>el</strong><br />
<strong>matrimonio</strong><br />
Muchas personas incluso se preguntan hoy en día<br />
qué es <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong>. ¿Se debe prohibir <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong><br />
entre personas d<strong>el</strong> mismo sexo? ¿Debe hacerse <strong>el</strong><br />
divorcio más difícil de conseguir? Hay quienes opinan<br />
que esas preguntan no incumben a la sociedad,<br />
puesto que <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong> es un contrato privado 10 .<br />
Pero, como los pr<strong>of</strong>etas actuales lo han proclamado<br />
hace poco, “<strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong> es ordenado por Dios” 11 .<br />
Aun <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong> secular ha sido históricamente<br />
un convenio tripartito entre un hombre, una mujer<br />
y <strong>el</strong> estado. La sociedad tiene un enorme interés en<br />
<strong>el</strong> éxito y en los vástagos de cada <strong>matrimonio</strong>. Por<br />
tanto, la naturaleza general d<strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong> la distingue<br />
de todos los demás tipos de r<strong>el</strong>aciones sociales.<br />
Los invitados acuden a las bodas, dijo Wend<strong>el</strong>l Berry,<br />
porque los novios “expresan sus votos a la colectividad<br />
tanto como se los expresan <strong>el</strong> uno al otro”, y se<br />
dan no sólo <strong>el</strong> uno al otro, sino también al bien<br />
común “como ningún otro contrato podría jamás<br />
obligarlos” 12 .<br />
El observar los convenios da fortaleza<br />
Si observamos los convenios que hacemos ante <strong>el</strong><br />
altar d<strong>el</strong> sacrificio, descubriremos fuentes escondidas<br />
de fortaleza. Una vez le dije, irritado, a Marie,<br />
mi esposa: “El Señor puso a Adán y a Eva en la tierra<br />
como personas adultas. ¿Por qué no habrá hecho<br />
lo mismo con este hijo nuestro, <strong>el</strong> de las pecas y d<strong>el</strong><br />
cab<strong>el</strong>lo reb<strong>el</strong>de?” Y <strong>el</strong>la me dijo: “El Señor nos ha<br />
dado ese niño <strong>para</strong> hacernos cristianos”.<br />
Una noche, Marie pasó largas horas ayudando al niño<br />
en su tarea escolar de construir <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o de un<br />
poblado de indígenas de Norteamérica en una<br />
pequeña plancha de hojalata. Fue una prueba que<br />
ningún asalariado hubiera resistido. Aunque al principio<br />
él no quería que <strong>el</strong>la le ayudara, a la hora de irse a<br />
la cama, lo vi colocar “su” trabajo con orgullo sobre <strong>el</strong><br />
mostrador. Cuando se iba a la cama, de pronto se volvió<br />
corriendo a través de la habitación y fue a abrazar<br />
a su madre, sonriendo y mostrando sus desordenados<br />
dientes de niño de cuarto año de escu<strong>el</strong>a. Después, le<br />
pregunté a Marie totalmente maravillado: “¿Cómo lo<br />
lograste?” Y <strong>el</strong>la me dijo: “Tomé la resolución de no<br />
dejarlo solo contra viento y marea”. Y añadió: “Ni<br />
siquiera sabía que tenía la fortaleza <strong>para</strong> lograrlo”. Ella<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO