el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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F UNCIONES Y RESPONSABILIDADES DIVINAS DE LA MUJER<br />
hacemos con respeto, con amor y con gran admiración.<br />
Fue <strong>el</strong> Señor quien determinó que los hombres<br />
de la Iglesia fueran poseedores d<strong>el</strong> sacerdocio. Y fue<br />
también Él quien les dio a las mujeres la capacidad de<br />
complementar esta maravillosa organización, que es<br />
la Iglesia y <strong>el</strong> Reino de Dios. Doy testimonio ante <strong>el</strong><br />
mundo entero d<strong>el</strong> valor, de la gracia, de la bondad, de<br />
la notable capacidad y de las magníficas contribuciones<br />
de la mujer, pidiendo sobre ustedes las bendiciones<br />
de los ci<strong>el</strong>os, en <strong>el</strong> nombre de Jesucristo. Amén.<br />
EL GOZO DE VIVIR EL GRAN PLAN<br />
DE FELICIDAD<br />
Élder Richard G. Scott<br />
D<strong>el</strong> Quórum de los Doce<br />
Apóstoles<br />
Liahona, enero de 1997, págs.<br />
83–85<br />
El gran plan de f<strong>el</strong>icidad de Dios<br />
Las Escrituras indican: “Y yo, Dios, creé al hombre<br />
a mi propia imagen… varón y hembra los creé” 1 .<br />
Esto se hizo espiritualmente en la vida premortal,<br />
cuando vivías en la presencia de tu Padre C<strong>el</strong>estial.<br />
Antes de venir a la tierra, ya eras hombre o mujer.<br />
Tú quisiste tener esta experiencia terrenal como<br />
parte d<strong>el</strong> plan divino <strong>para</strong> ti. Los Pr<strong>of</strong>etas lo llaman<br />
“<strong>el</strong> plan de la misericordia” 2 ; “<strong>el</strong> <strong>eterno</strong> plan de<br />
redención” 3 ; “<strong>el</strong> plan de salvación” 4 ; y por cierto,<br />
“<strong>el</strong> gran plan de f<strong>el</strong>icidad” 5 . Se te enseñó ese plan<br />
antes de venir a la tierra y te regocijaste ante <strong>el</strong> privilegio<br />
de participar en él.<br />
La obediencia a ese plan es <strong>el</strong> requisito <strong>para</strong> lograr<br />
la f<strong>el</strong>icidad en esta vida y una continuación d<strong>el</strong><br />
gozo <strong>eterno</strong> más allá d<strong>el</strong> v<strong>el</strong>o. El albedrío, <strong>el</strong> derecho<br />
de decidir, es esencial <strong>para</strong> <strong>el</strong> plan de f<strong>el</strong>icidad<br />
de Dios; también, <strong>el</strong> santo privilegio de la procreación,<br />
<strong>el</strong> cual debe ejercerse dentro de los lazos d<strong>el</strong><br />
<strong>matrimonio</strong> legal, es fundamental. El <strong>matrimonio</strong><br />
entre <strong>el</strong> hombre y la mujer es esen-<br />
cial <strong>para</strong> Su plan <strong>eterno</strong>. La familia es<br />
ordenada por Dios 6 . Como <strong>matrimonio</strong>,<br />
ustedes tienen la responsabilidad<br />
de tener hijos y de capacitarlos espiritual,<br />
emocional y físicamente 7 .<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />
En <strong>el</strong> plan d<strong>el</strong><br />
Señor, se necesitan<br />
dos —un hombre y<br />
una mujer— <strong>para</strong><br />
formar un todo.<br />
Satanás también tiene un plan; es un plan de destrucción,<br />
astuto, malvado y sutil 8 . El objetivo de<br />
Satanás es llevar cautivos a los hijos de nuestro<br />
Padre C<strong>el</strong>estial y hacer todo lo posible <strong>para</strong> frustrar<br />
<strong>el</strong> gran plan de f<strong>el</strong>icidad.<br />
La importancia d<strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong> en <strong>el</strong><br />
plan de Dios<br />
Nuestro Padre C<strong>el</strong>estial ha investido a Sus hijos con<br />
características únicas, especialmente dadas de<br />
acuerdo con las responsabilidades individuales que<br />
tendrían, mientras <strong>el</strong>los cumplen con Su plan. Para<br />
seguir Su plan tienes que hacer lo que Él espera de ti<br />
como hijo o hija, esposo o esposa. Esas funciones<br />
son diferentes pero enteramente compatibles. En <strong>el</strong><br />
plan d<strong>el</strong> Señor, se necesitan dos —un hombre y una<br />
mujer— <strong>para</strong> formar un todo. En realidad, marido y<br />
mujer no son dos mitades idénticas, sino una asombrosa<br />
y divina combinación de aptitudes y características<br />
que se complementan.<br />
En <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong> esas características se combinan<br />
en un todo —en una unidad— <strong>para</strong> bendecir al<br />
marido y a la mujer, a los hijos y a los nietos. Para<br />
lograr la mayor f<strong>el</strong>icidad y productividad en la vida,<br />
se necesitan tanto <strong>el</strong> marido como la mujer; sus<br />
esfuerzos se entretejen y se complementan. Cada<br />
uno tiene rasgos individuales que se ajustan mejor<br />
al plan d<strong>el</strong> Señor <strong>para</strong> la f<strong>el</strong>icidad d<strong>el</strong> hombre o de<br />
la mujer. Si se emplean como <strong>el</strong> Señor quiere, esas<br />
aptitudes hacen que los dos piensen, actúen y se<br />
regocijen como si fueran uno; que enfrenten los<br />
problemas juntos y los resu<strong>el</strong>van como si fueran<br />
uno; que su amor y comprensión aumenten y que<br />
por las ordenanzas d<strong>el</strong> templo queden ligados eternamente.<br />
Ése es <strong>el</strong> plan.<br />
Se puede aprender de Adán y Eva<br />
Ustedes pueden aprender a ser padres más eficaces<br />
estudiando la vida de Adán y Eva. Adán era Migu<strong>el</strong>,<br />
<strong>el</strong> que ayudó a crear la tierra, un personaje glorioso y<br />
magnífico; Eva era su igual, una colaboradora completa<br />
y total. Después que comieron d<strong>el</strong> fruto, <strong>el</strong><br />
Señor les habló. Sus respuestas indican algunas de las<br />
diferencias que existen entre <strong>el</strong> hombre<br />
y la mujer. A Adán le preguntó: “¿Has<br />
comido d<strong>el</strong> árbol d<strong>el</strong> cual te mandé no<br />
comer…?” 9 Y la respuesta de Adán fue la<br />
de un hombre que desea que lo consideren<br />
como una persona íntegra: “La<br />
mujer que tú me diste, y mandaste que