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el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus

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80<br />

C ONTROL DE LA NATALIDAD<br />

Presidente Spencer W. Kimball<br />

“Mañana, cuando repita las frases que los unirán a<br />

ustedes por la eternidad, repetiré las mismas palabras<br />

impactantes que <strong>el</strong> Señor dijo a ese apuesto<br />

joven y a su encantadora novia en <strong>el</strong> Huerto d<strong>el</strong><br />

Edén: ‘Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra…’<br />

“…Ustedes vinieron a obtener cuerpos mortales que<br />

pueden ser perfeccionados e inmortalizados, y comprendieron<br />

que deberían actuar en asociación con<br />

Dios a fin de proveer cuerpos <strong>para</strong> otros espíritus… De<br />

modo tal que no han de postergar <strong>el</strong> ser padres. Habrá<br />

racionalistas que les indicarán muchas razones <strong>para</strong><br />

que lo posterguen. Claro que les será más difícil obtener<br />

sus títulos universitarios o empezar a experimentar<br />

estabilidad económica al tener una familia, pero la<br />

fuerza como la de ustedes permanecerá imperturbable<br />

al enfrentar obstáculos difíciles. Tengan su familia de<br />

la manera que <strong>el</strong> Señor lo desea. Sí, es caro, pero<br />

hallarán la manera de hacerlo, y además, su<strong>el</strong>en ser<br />

los niños que se crían con responsabilidades y privaciones<br />

los que llevan ad<strong>el</strong>ante la obra d<strong>el</strong> mundo”<br />

(“John and Mary, Beginning Life Together”, New Era,<br />

junio de 1975, pág. 8).<br />

"Después d<strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong>, las jóvenes esposas deben<br />

ocuparse de la crianza de los hijos. No sé de ningún<br />

pasaje de las Escrituras ni autoridad que dé <strong>el</strong> consentimiento<br />

<strong>para</strong> que las esposas jóvenes demoren<br />

<strong>el</strong> tener familia o que salgan a trabajar <strong>para</strong> que<br />

sus maridos terminen sus estudios universitarios.<br />

Los <strong>matrimonio</strong>s jóvenes pueden abrirse <strong>el</strong> camino<br />

y lograr sus metas educativas, si están firmes en<br />

su determinación <strong>para</strong> hacerlo" (<strong>The</strong> Marriage<br />

Decision", Ensign, febrero de 1975, pág. 4).<br />

“La f<strong>el</strong>icidad máxima en <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong> la determina<br />

en gran parte un factor principal: <strong>el</strong> tener y criar<br />

hijos. Son demasiados los jóvenes que deciden no<br />

casarse o tener hijos hasta que tengan mayor estabilidad,<br />

hasta que terminen <strong>el</strong> servicio militar, hasta que<br />

obtengan <strong>el</strong> título universitario, hasta que definan<br />

mejor su pr<strong>of</strong>esión, hasta que paguen sus deudas o<br />

hasta que sea más conveniente. Se les ha olvidado que<br />

<strong>el</strong> primer mandamiento es: ‘…Fructificad y multiplicaos;<br />

llenad la tierra, y sojuzgadla’ (Génesis 1:28). Y<br />

es por eso que las esposas siguen trabajando y los<br />

maridos las alientan a hacerlo, y los métodos anticonceptivos<br />

se usan <strong>para</strong> evitar la concepción. Los<br />

parientes, los amigos y a veces incluso las madres instan<br />

a que los recién casados controlen la natalidad.<br />

Las excusas sobran, aunque son generalmente pobres:<br />

E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />

la esposa carece de robustez; <strong>el</strong> presupuesto familiar<br />

no da <strong>para</strong> alimentar más bocas; <strong>el</strong> costo d<strong>el</strong> médico,<br />

d<strong>el</strong> hospital y de otros gastos menores es demasiado<br />

alto; interrumpirá la vida social; impediría <strong>el</strong> que<br />

hubiera dos su<strong>el</strong>dos, y es así que un estilo de vida<br />

contra lo normal impide <strong>el</strong> nacimiento de los hijos.<br />

La Iglesia no puede ni aprobar medidas que tan<br />

marcadamente pongan límites al tamaño de la<br />

familia” (Teachings <strong>of</strong> Spencer W. Kimball, págs.<br />

328–329).<br />

Presidente Howard W. Hunter<br />

“Honren la función exclusiva y divinamente señalada<br />

de su esposa como madre en Isra<strong>el</strong> y su don<br />

especial de tener y criar a los hijos. Hemos recibido<br />

<strong>el</strong> mandato divino de multiplicarnos y henchir la<br />

tierra, y de criar a nuestros hijos y a nuestros nietos<br />

en la luz y la verdad (véase Moisés 2:28; D. y C.<br />

93:40). Ustedes comparten, como compañeros cariñosos,<br />

<strong>el</strong> cuidado de los hijos. Ayuden a su esposa a<br />

administrar y a atender <strong>el</strong> hogar. Ayúdenle a enseñar,<br />

a formar y a disciplinar a los hijos” (véase<br />

Liahona, enero de 1995, pág. 58).<br />

Presidente Gordon B. Hinckley<br />

“Me <strong>of</strong>ende la s<strong>of</strong>istería de que <strong>para</strong> lo único que<br />

sirve una mujer Santo de los Últimos Días es <strong>para</strong><br />

‘estar confinada en la casa y embarazada’. Se trata<br />

de una frase astuta, pero falsa. Por supuesto que creemos<br />

en tener hijos. El Señor nos dijo que nos multiplicáramos<br />

en la tierra a fin de poder tener gozo<br />

en nuestra posteridad, y no hay mayor gozo que<br />

aqu<strong>el</strong> que deriva de tener hijos f<strong>el</strong>ices y darles un<br />

buen hogar, pero <strong>el</strong> Señor no ha especificado cantidad<br />

alguna ni tampoco lo ha hecho la Iglesia. Ese es<br />

un asunto sagrado que queda entre la pareja y <strong>el</strong><br />

Señor. La declaración <strong>of</strong>icial de la Iglesia en este<br />

asunto dice lo siguiente: ‘Los esposos deben ser considerados<br />

<strong>para</strong> con sus respectivas esposas, quienes<br />

tienen la mayor responsabilidad no solamente de<br />

dar a luz a los hijos sino de v<strong>el</strong>ar por <strong>el</strong>los desde su<br />

infancia, y deben ayudarlas a conservarse saludables<br />

y fuertes. Las parejas casadas deben ejercer autocontrol<br />

en todos los aspectos de su r<strong>el</strong>ación. Deben procurar<br />

la inspiración d<strong>el</strong> Señor en todas las instancias<br />

de su vida matrimonial y en la crianza de sus hijos<br />

conforme a las enseñanzas d<strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io’ (Manual<br />

General de Instrucciones, sección II, “Normas”)”<br />

(Piedras angulares de un hogar f<strong>el</strong>iz, pág. 6).

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