el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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década he participado en la tarea de juzgar la<br />
dignidad de los que imploran volver a la Iglesia después<br />
de haber sido excomulgados. En cada caso ha<br />
habido una violación seria de las normas de conducta<br />
de la Iglesia. En la mayoría de los casos se<br />
había cometido adulterio, y por lo general habían<br />
sido los esposos los <strong>of</strong>ensores, haciendo necesario<br />
llevar a cabo una acción disciplinaria contra <strong>el</strong>los.<br />
Con <strong>el</strong> paso d<strong>el</strong> tiempo, anh<strong>el</strong>aban nuevamente<br />
tener lo que antes habían tenido, y en su corazón<br />
había surgido <strong>el</strong> espíritu de arrepentimiento.<br />
Como uno de estos hombres me dijo: “Nunca comprendí<br />
ni aprecié <strong>el</strong> don d<strong>el</strong> Espíritu Santo hasta<br />
que me fue quitado”.<br />
La falta de f<strong>el</strong>icidad de las mujeres<br />
Durante los últimos diez años, he hablado unas tres<br />
a cuatro veces a las mujeres de la Iglesia y como respuesta<br />
a estos discursos he recibido una gran cantidad<br />
de cartas. Algunas de <strong>el</strong>las las he colocado en<br />
un archivo titulado “Mujeres que no son f<strong>el</strong>ices”.<br />
Estas cartas provienen de todas partes pero <strong>el</strong> tono<br />
con que han sido escritas es <strong>el</strong> mismo. Quisiera leerles,<br />
con <strong>el</strong> permiso otorgado por su remitente, parte<br />
de una que recibí la semana pasada. No divulgaré<br />
los nombres verdaderos de estas personas.<br />
“Conocí a mi esposo mientras él cursaba <strong>el</strong> primer<br />
año de universidad. Provenía de una familla muy<br />
activa que por muchos años se había dedicado al servicio<br />
de la Iglesia. La idea de servir en una misión le<br />
entusiasmaba muchísimo. Pensé que <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io era<br />
<strong>para</strong> los dos lo más importante en esta vida. A ambos<br />
nos encantaba la música y la naturaleza, y obtener<br />
conocimiento era de lo más importante. Tuvimos un<br />
noviazgo de pocos meses, nos enamoramos y mantuvimos<br />
correspondencia mientras él servía dignamente<br />
una misión. Cuando regresó, él volvió a la universidad<br />
y poco después contrajimos <strong>matrimonio</strong> en <strong>el</strong><br />
Templo de Salt Lake y, siguiendo <strong>el</strong> consejo de los<br />
lideres de la Iglesia, empezamos a tener hijos. Yo asistía<br />
a la universidad, pues había recibido una beca <strong>para</strong><br />
estudiantes destacados;<br />
mas cuando quedé embarazada, dejé los estudios y<br />
dediqué todo mi tiempo y energía a mi esposo y a<br />
mi hijito.<br />
“Durante los dieciocho años siguientes, estuve al<br />
lado de mi esposo, dándole todo <strong>el</strong> apoyo que él<br />
necesitaba <strong>para</strong> terminar los estudios, obtener experiencia<br />
y empezar su propio negocio. Ambos desem-<br />
C OMPROMISO Y DEDICACIÓN EN EL MATRIMONIO 53<br />
peñamos puestos de liderazgo en la Iglesia y la<br />
comunidad. Durante estos años de <strong>matrimonio</strong><br />
tuvimos cinco hermosos hijos. En <strong>el</strong> hogar les<br />
enseñé a mis hijos <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io, a trabajar, a servir, a<br />
comunicarse con los demás y a tocar <strong>el</strong> piano. Yo<br />
hacía <strong>el</strong> pan, envasaba frutas y legumbres, cosía y<br />
bordaba, limpiaba la casa y cultivaba flores y verduras.<br />
Parecía que éramos la familia ideal. Nuestra<br />
r<strong>el</strong>ación fue en ocasiones la de una pareja f<strong>el</strong>iz y en<br />
otras fue algo difícil. Todo no era perfecto porque<br />
yo no soy una mujer perfecta y él no es un hombre<br />
perfecto, pero muchas cosas eran buenas. Aunque<br />
no esperaba la perfección, continué tratando de<br />
hacer todo de la mejor manera posible.<br />
“Entonces vino <strong>el</strong> gran golpe. Hace como un año, él<br />
me dijo que nunca me había amado y que nuestro<br />
<strong>matrimonio</strong> había sido un error desde <strong>el</strong> comienzo.<br />
Estaba convencido de que no había nada en nuestra<br />
r<strong>el</strong>ación que a él le interesara. Pidió <strong>el</strong> divorcio y se<br />
fue de la casa. ‘Espera’, le decía yo. ‘Por favor, no lo<br />
hagas. ¿Por qué te vas? ¿Qué pasa? ¡Háblame, te lo<br />
suplico! ¡Mira a tus hijos! Y, ¿dónde quedan nuestros<br />
sueños? ¡Recuerda nuestros convenios! No, <strong>el</strong><br />
divorcio no es la solución’. Mas fue inútil. Él no<br />
quiso escucharme y yo pensé que me moriría.<br />
“Ahora estoy criando sola a mis hijos. ¡Cuánto<br />
dolor, angustia y soledad se refleja en esta declaración<br />
que también explica <strong>el</strong> porqué d<strong>el</strong> trauma y <strong>el</strong><br />
enojo de mis hijos adolescentes y de las lágrimas<br />
de mis pequeñas hijas! Indica <strong>el</strong> porqué de tantas<br />
noches sin dormir, de tantas exigencias y necesidades.<br />
¿Por qué me encuentro en estos apuros? ¿Qué<br />
hice mal? ¿Cómo haré <strong>para</strong> sobrevivir en la escu<strong>el</strong>a?<br />
¿Y <strong>para</strong> sobrevivir esta semana? ¿Dónde está mi<br />
esposo? ¿Dónde está <strong>el</strong> padre de mis hijos? Ahora<br />
formo parte d<strong>el</strong> ejército de cansadas mujeres que<br />
han sido abandonadas por sus esposos. No tengo<br />
dinero ni trabajo. Tengo hijos que cuidar, recibos<br />
que pagar y no mucha esperanza”.<br />
No sé si su ex esposo esté presente en alguna parte<br />
de esta audiencia. Si él me está escuchando, tal vez<br />
me envíe una carta justificándose por lo que ha<br />
hecho. Yo sé que en <strong>el</strong> conflicto de dos personas,<br />
cada una tiene su propia historia. De todas maneras,<br />
no puedo entender cómo un hombre que posee <strong>el</strong><br />
santo sacerdocio y que ha entrado y tomado sobre<br />
sí convenios sagrados pueda justificarse y abandonar<br />
las responsabilidades que contrajo ante <strong>el</strong> Señor,<br />
dejando a una esposa después de dieciocho años de<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO