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el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus

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aventura, opciones que se presentan como superiores<br />

a los quehaceres domésticos, a cambiar pañales y<br />

a estar escuchando a los hijos que llaman a gritos a<br />

sus madres. Tal punto de vista carece de la perspectiva<br />

eterna de que Dios <strong>el</strong>igió a la mujer <strong>para</strong> cumplir<br />

con la noble función de ser madre y de que la<br />

exaltación es la paternidad y la maternidad eternas.<br />

(‘To the Elect Women <strong>of</strong> the Kingdom <strong>of</strong> God’,<br />

Dedicación de la Sociedad de Socorro de Nauvoo,<br />

Illinois, 30 de junio de 1978)” (Teachings <strong>of</strong> Ezra Taft<br />

Benson, pág. 548).<br />

Élder Richard G. Scott<br />

“…cuídate de las formas sutiles que emplea Satanás<br />

<strong>para</strong> desviarte d<strong>el</strong> plan de Dios21 y de la f<strong>el</strong>icidad<br />

verdadera. Una de sus artimañas más eficaces es<br />

menoscabar la función de la mujer en <strong>el</strong> hogar; esto<br />

ataca <strong>el</strong> núcleo mismo d<strong>el</strong> plan de Dios de fomentar<br />

<strong>el</strong> amor entre marido y mujer y de enseñar a los<br />

hijos en un ambiente de comprensión, paz, estima<br />

y apoyo. Mucha de la violencia d<strong>el</strong> mundo de hoy<br />

es producto de un hogar debilitado. Ni los planes<br />

gubernamentales y sociales corregirán eficazmente<br />

<strong>el</strong> problema, ni tampoco los mejores esfuerzos de<br />

las instituciones de enseñanza y de las iglesias compensarán<br />

la ausencia de los tiernos cuidados de una<br />

madre y esposa compasiva en <strong>el</strong> hogar.<br />

“Esta mañana, <strong>el</strong> presidente Hinckley habló sobre la<br />

importancia de la madre en <strong>el</strong> hogar. Estudia este<br />

mensaje. Guiada por <strong>el</strong> Señor, tú, como madre, tejes<br />

la trama d<strong>el</strong> carácter de tus hijos con los hilos de la<br />

verdad por medio de la enseñanza cuidadosa y d<strong>el</strong><br />

ejemplo digno. Tú les inculcas en su mente y en su<br />

corazón, los rasgos de la honradez, de la fe en Dios,<br />

d<strong>el</strong> cumplimiento d<strong>el</strong> deber, d<strong>el</strong> respeto hacia los<br />

demás, de la bondad, de la confianza en sí mismos,<br />

así como los deseos de contribuir, de aprender, de<br />

dar. Ninguna guardería puede hacerlo; ese sagrado<br />

derecho y privilegio es tuyo.<br />

“Naturalmente, como mujer puedes tener gran<br />

éxito en <strong>el</strong> mundo pr<strong>of</strong>esional; pero ¿es ése <strong>el</strong> mejor<br />

empleo d<strong>el</strong> talento y los rasgos femeninos con los que<br />

Dios te ha dotado? Y tú, <strong>el</strong> esposo, no alientes a tu<br />

esposa a trabajar <strong>para</strong> ayudarte en <strong>el</strong> deber divino que<br />

tienes de proveer <strong>para</strong> tu familia, si en lo posible puedes<br />

evitarlo. Como lo han aconsejado los Pr<strong>of</strong>etas,<br />

dentro de lo posible y con la ayuda d<strong>el</strong> Señor, esfuércense<br />

ambos por mantener a la madre en <strong>el</strong> hogar22 .<br />

Tu presencia fortalecerá a tus hijos y disminuirá la<br />

posibilidad de que tengan problemas emocionales.<br />

F UNCIONES Y RESPONSABILIDADES DIVINAS DE LA MUJER 155<br />

Más aún, al enseñarles la verdad por la palabra y por<br />

<strong>el</strong> ejemplo, esos niños llegarán a comprender quiénes<br />

son y lo que pueden lograr como hijos divinos d<strong>el</strong><br />

Padre C<strong>el</strong>estial” (Liahona, enero de 1997, págs. 87).<br />

Hermana Patricia T. Holland<br />

“A Eva se la identificó como ‘la madre de todos los<br />

vivientes’… antes de tener siquiera un hijo. Parece ser<br />

que su naturaleza de madre existió antes de que se convirtiera<br />

en madre, así como la perfección d<strong>el</strong> Huerto existió<br />

antes de las dificultades de la vida terrenal. Me<br />

parece que la palabra madre es una de esas palabras<br />

que se escogió con mucho cuidado por ser una palabra<br />

tan rica y llena de significados. No debemos permitir,<br />

cueste lo que cueste, que esa palabra sea causa<br />

de división entre nosotros. Creo que ante todo y primero<br />

que nada, la palabra describe nuestra naturaleza<br />

y no la cantidad de hijos que tengamos.<br />

“…Hay mujeres que dan a luz y crían a sus hijos sin<br />

jamás ser ‘madres’ de <strong>el</strong>los. Hay otras, a quienes<br />

amo con todo mi corazón, que son ‘madres’ toda la<br />

vida pero que nunca han dado a luz. Y todas somos<br />

hijas de Eva, casadas o solteras, con hijos o sin <strong>el</strong>los.<br />

Hemos sido creados a imagen de los Dioses <strong>para</strong> llegar<br />

a ser dioses y diosas…” (“‘One Thing Needful’:<br />

Becoming Women <strong>of</strong> Greater Faith in Christ,”<br />

Ensign, octubre de 1987, pág. 33).<br />

¿Qué quiere decir “ayuda idónea”?<br />

Presidente Howard W. Hunter<br />

“El hombre que posee <strong>el</strong> sacerdocio debe aceptar a su<br />

esposa como compañera en la dirección d<strong>el</strong> hogar y<br />

de la familia, por lo que <strong>el</strong>la debe participar de forma<br />

total, y con conocimiento pleno de los detalles, en<br />

todas las decisiones que atañan a éstos (véase D. y C.<br />

107:21). Por decreto divino, la responsabilidad de presidir<br />

en <strong>el</strong> hogar descansa sobre <strong>el</strong> poseedor d<strong>el</strong> sacerdocio<br />

(véase Moisés 4:22). El Señor dispuso que la<br />

esposa fuese ayuda idónea <strong>para</strong> <strong>el</strong> hombre, o sea, una<br />

compañera apropiada y necesaria <strong>para</strong> él e igual en<br />

todo sentido. Para presidir con rectitud, es preciso que<br />

se compartan las responsabilidades entre marido y<br />

mujer; deben actuar juntos con conocimiento y participación<br />

en lo que respecta a todos los asuntos familiares.<br />

El que <strong>el</strong> hombre actúe por su propia cuenta,<br />

sin pedir la opinión ni <strong>el</strong> consejo de su esposa en <strong>el</strong><br />

gobierno de la familia, es ejercer injusto domino”<br />

(Liahona, enero de 1995, pág. 63).<br />

E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO

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