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el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus

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326<br />

P LAN DE SALVACIÓN<br />

un <strong>matrimonio</strong>” (“Fortalezcamos nuestros hogares<br />

en contra d<strong>el</strong> mal”, Liahona, agosto de 1979, pág.<br />

8). Cuando los <strong>matrimonio</strong>s posponen <strong>el</strong> tener hijos<br />

hasta después de haber satisfecho sus deseos materiales,<br />

<strong>el</strong> simple paso d<strong>el</strong> tiempo con seguridad reducirá<br />

las posibilidades de contribuir al ad<strong>el</strong>anto d<strong>el</strong><br />

plan de nuestro Padre C<strong>el</strong>estial <strong>para</strong> todos Sus hijos<br />

espirituales. Los Santos de los Últimos Días que son<br />

fi<strong>el</strong>es no pueden considerar a los hijos como un<br />

estorbo <strong>para</strong> lograr lo que <strong>el</strong> mundo llama <strong>el</strong> “cumplimiento<br />

de sus sueños”. Los convenios que hemos<br />

hecho con Dios y <strong>el</strong> propósito principal de esta vida<br />

se encuentran ligados a esos pequeñitos que esperan<br />

de nosotros tiempo, amor y sacrificios.<br />

¿Cuántos hijos debe tener una pareja? ¡Todos los que<br />

pueda atender bien! Por supuesto, atender a los niños<br />

implica algo más que darles la vida; es preciso amarlos,<br />

enseñarles, alimentarlos, vestirlos, alojarlos y pre<strong>para</strong>rlos<br />

<strong>para</strong> que <strong>el</strong>los mismos lleguen a ser buenos<br />

padres. Muchas parejas Santos de los Últimos Días,<br />

ejerciendo la fe en las promesas que Dios les ha hecho<br />

de bendecirlos si guardan Sus mandamientos, tienen<br />

familias grandes; otras las desean pero no tienen la<br />

bendición de tener hijos o no tienen todos los que<br />

desearían. En asuntos tan íntimos como éste, no<br />

debemos juzgarnos los unos a los otros.<br />

El presidente Gordon B. Hinckley dio este inspirado<br />

consejo a una congregación de jóvenes Santos de<br />

los Últimos Días:<br />

“Prefiero pensar en <strong>el</strong> lado positivo d<strong>el</strong> problema,<br />

en <strong>el</strong> significado y la santidad de la vida, en <strong>el</strong> propósito<br />

de este estado en nuestra jornada eterna, en<br />

la necesidad de tener experiencias terrenales en <strong>el</strong><br />

gran plan de Dios nuestro Padre, en <strong>el</strong> gozo que<br />

sólo se puede sentir cuando hay niños en <strong>el</strong> hogar,<br />

en las bendiciones que se reciben de una buena posteridad.<br />

Cuando pienso en estos valores y veo que<br />

se enseñan y se obedecen, entonces estoy dispuesto<br />

a dejar <strong>el</strong> asunto d<strong>el</strong> número [de hijos] al hombre,<br />

la mujer y <strong>el</strong> Señor” (“If I Were You, What Would I<br />

Do?”, Brigham Young University 1983–1984 Fireside<br />

and Devotional Speeches, Provo, Utah: University<br />

Publications, 1984, pág. 11).<br />

No se les negará bendición alguna<br />

Algunos de los que escuchan este mensaje probablemente<br />

se preguntarán: “Pero, ¿y yo?”. Sabemos que<br />

hay muchos exc<strong>el</strong>entes y dignos Santos de los Últimos<br />

Días a quienes les faltan las oportunidades ideales<br />

y los requisitos esenciales <strong>para</strong> su progreso. La<br />

E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />

soltería, la falta de hijos, la muerte y <strong>el</strong> divorcio<br />

frustran los ideales y posponen <strong>el</strong> cumplimiento de<br />

las bendiciones prometidas. Además, algunas mujeres<br />

que desean dedicar todo su tiempo a la maternidad<br />

y al hogar se han visto forzadas a entrar en las<br />

filas de los que trabajan en empleos regulares; pero<br />

esas frustraciones son sólo temporales, porque <strong>el</strong><br />

Señor ha prometido que en la eternidad no se<br />

negará ninguna bendición a Sus hijos que obedezcan<br />

los mandamientos, sean fi<strong>el</strong>es a sus convenios<br />

con Él y deseen lo correcto.<br />

Muchas de las privaciones más serias de la vida<br />

terrenal se compensarán en <strong>el</strong> Milenio, que es <strong>el</strong><br />

tiempo en que se cumplirá todo lo que haya quedado<br />

incompleto en <strong>el</strong> gran plan de f<strong>el</strong>icidad <strong>para</strong><br />

todos los hijos de nuestro Padre que sean dignos;<br />

sabemos que eso sucederá con las ordenanzas d<strong>el</strong><br />

templo; y también creo que sucederá con las r<strong>el</strong>aciones<br />

y experiencias familiares.<br />

Se debe hacer todo con prudencia y orden<br />

Y ruego que no permitamos que las dificultades y<br />

las distracciones temporales de la vida nos hagan<br />

olvidar nuestros convenios y perder de vista nuestro<br />

destino <strong>eterno</strong>. Los que conocemos <strong>el</strong> plan de Dios<br />

<strong>para</strong> Sus hijos, los que hemos hecho <strong>el</strong> convenio de<br />

participar en él, tenemos una clara responsabilidad.<br />

Debemos sentir <strong>el</strong> deseo de hacer lo correcto y hacer<br />

todo lo que sea posible de acuerdo con nuestras circunstancias<br />

en esta vida.<br />

En medio de todo esto, debemos recordar la advertencia<br />

d<strong>el</strong> rey Benjamín de “que se hagan todas<br />

estas cosas con prudencia y orden; porque no se<br />

exige que un hombre corra más aprisa de lo que sus<br />

fuerzas le permiten” (Mosíah 4:27). Siempre que me<br />

siento inepto, frustrado o deprimido, recuerdo esa<br />

enseñanza inspirada.<br />

Después de haber hecho todo lo posible, podemos<br />

confiar en la misericordia que Dios nos ha prometido.<br />

Tenemos un Salvador, que no sólo tomó sobre<br />

sí los pecados sino también los “dolores y las enfermedades<br />

de su pueblo… a fin de que según la carne<br />

sepa cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo<br />

con las enfermedades de <strong>el</strong>los” (Alma 7: 11–12). Él<br />

es nuestro Salvador, y después de haber hecho todo<br />

lo que podamos, Él compensará todo lo que no<br />

podamos lograr, y lo hará de acuerdo con Su propia<br />

manera y en Su propio tiempo. De esto testifico en<br />

<strong>el</strong> nombre de Jesucristo. Amén.

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