el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>el</strong> Señor <strong>para</strong> obtener dirección, la guía espiritual<br />
que necesitaban como pueblo.<br />
Les ocurrieron algunas cosas muy interesantes.<br />
Cuando llegaron a la orilla d<strong>el</strong> mar que habían de<br />
cruzar, y <strong>el</strong> Señor le dijo: “Has de construir barcos”.<br />
Lo interesante es que no le dijo cómo tenía que<br />
construirlos. El hermano de Jared lo había hecho<br />
en otra ocasión y no necesitaba instrucciones ni<br />
rev<strong>el</strong>ación <strong>para</strong> guiarlo, de manera que construyó<br />
los barcos.<br />
No obstante, en esta oportunidad los barcos se iban<br />
a usar bajo ciertas circunstancias peculiares y difíciles,<br />
y se necesitaba en <strong>el</strong>los algo de lo cual carecían:<br />
aire. La resolución de ese problema estaba más allá<br />
d<strong>el</strong> alcance d<strong>el</strong> hermano de Jared, por lo cual consultó<br />
<strong>el</strong> asunto con <strong>el</strong> Señor. Dado que <strong>el</strong> hermano<br />
de Jared no tenía la capacidad de solucionar <strong>el</strong> problema,<br />
<strong>el</strong> Señor lo resolvió y le dijo: “Haz esto y lo<br />
otro y tendréis aire”.<br />
Viendo <strong>el</strong> hermano de Jared que acudiendo al Señor<br />
obtenía respuesta y hablaba con Él, tuvo confianza<br />
y le hizo otra pregunta. Pidió la solución a un problema<br />
que él mismo debería haber resu<strong>el</strong>to sin<br />
necesidad de llevarlo ante <strong>el</strong> Señor. La pregunta fue:<br />
“¿Qué haremos <strong>para</strong> tener luz en los barcos?”.<br />
El Señor conversó un poco con él sobre <strong>el</strong> asunto y<br />
luego replicó: “¿Qué quieres que yo haga <strong>para</strong> que<br />
tengáis luz en vuestros barcos?” (Éter 2:23). Con lo<br />
cual quiso decir: “¿Para qué me lo preguntas? Esto es<br />
algo que tú deberías haber resu<strong>el</strong>to”. Habló un poco<br />
más y esencialmente repitió la pregunta: “¿qué deseas<br />
que prepare <strong>para</strong> vosotros, a fin de que tengáis luz<br />
cuando seáis sumergidos en las pr<strong>of</strong>undidades d<strong>el</strong><br />
mar?” (Éter 2:25). En otras palabras: “Moriáncumer,<br />
ése es tu problema. ¿Para qué acudes a mí? Te he dado<br />
tu albedrío. Se te ha investido con capacidad y habilidad;<br />
ve y resu<strong>el</strong>ve <strong>el</strong> problema”.<br />
Pues bien, <strong>el</strong> hermano de Jared captó <strong>el</strong> mensaje.<br />
Ascendió a un monte llamado Sh<strong>el</strong>em, y <strong>el</strong> registro<br />
nos dice que “…de una roca fundió dieciséis piedras<br />
pequeñas; y eran blancas y diáfanas, como cristal<br />
transparente…” (Éter 3:1).<br />
El hermano de Jared llevó dieciséis pequeños cristales<br />
de cierto material (todos le cabían en las manos) al<br />
monte. Como dice <strong>el</strong> registro: “…las llevó en sus<br />
manos a la cima d<strong>el</strong> monte…” (Éter 3:1), y le dijo<br />
al Señor: “Lo que me gustaría que hicieras es lo<br />
siguiente”. En realidad no se le dice al Señor qué<br />
hacer, sino que se recibe inspiración, se usa la razón<br />
E LECCIÓN DEL CÓNYUGE 127<br />
y luego se conversa <strong>el</strong> asunto con Él. Así que<br />
Moriáncumer le dijo al Señor: “…toca estas piedras<br />
con tu dedo, oh Señor, y disponlas <strong>para</strong> que brillen<br />
en la obscuridad; y nos iluminarán en los barcos que<br />
hemos pre<strong>para</strong>do, <strong>para</strong> que tengamos luz mientras<br />
atravesemos <strong>el</strong> mar” (Éter 3:4).<br />
Y <strong>el</strong> Señor hizo lo que <strong>el</strong> hermano de Jared le rogó,<br />
y esa fue la ocasión en que éste vio <strong>el</strong> dedo d<strong>el</strong><br />
Señor. Mientras se encontraba en armonía con <strong>el</strong><br />
Espíritu recibió una rev<strong>el</strong>ación que excedía a cualquier<br />
rev<strong>el</strong>ación que pr<strong>of</strong>eta alguno hubiese recibido<br />
hasta ese momento. El Señor le rev<strong>el</strong>ó más<br />
acerca de Su naturaleza y personalidad que lo que<br />
hasta ese momento se conocía, y ese fue <strong>el</strong> resultado<br />
de haber hecho todo lo que le era posible y<br />
haber buscado la inspiración d<strong>el</strong> Señor.<br />
Existe un sutil equilibrio entre <strong>el</strong> albedrío y la inspiración.<br />
Se espera que hagamos todo lo que esté a<br />
nuestro alcance y luego busquemos una respuesta<br />
d<strong>el</strong> Señor, una confirmación de que hemos llegado<br />
a la conclusión correcta; y algunas veces, por fortuna<br />
también recibimos verdades y conocimiento<br />
que ni siquiera imaginábamos.<br />
“…según lo que determinen entre sí y<br />
conmigo”<br />
Ahora, <strong>el</strong> ejemplo número tres: En los primeros<br />
tiempos de la Iglesia, <strong>el</strong> Señor mandó a los santos<br />
que se reunieran en cierto lugar de Misuri. Se proclamó<br />
<strong>el</strong> decreto: “Congregaos”. Más específicamente,<br />
<strong>el</strong> decreto fue <strong>el</strong> siguiente: “Que venga <strong>el</strong><br />
Obispo Presidente y haga esto y lo otro”. Ahora,<br />
noten lo que sucedió, y observen que es <strong>el</strong> Señor <strong>el</strong><br />
que habla:<br />
“Y ahora, según dije concerniente a mi siervo<br />
Edward Partridge, ésta es la tierra de su residencia<br />
y de los que ha escogido <strong>para</strong> ser sus consejeros; y<br />
también la tierra de la residencia de aqu<strong>el</strong> que he<br />
nombrado <strong>para</strong> encargarse de mi almacén;<br />
“por lo tanto, traigan <strong>el</strong>los sus familias a esta tierra,<br />
[y éste es <strong>el</strong> punto importante] según lo que determinen<br />
entre sí y conmigo” (D. y C. 58:24–25).<br />
Como ven, <strong>el</strong> Señor dijo: “Congregaos” en Sión. Sin<br />
embargo, los detalles y los arreglos, <strong>el</strong> cómo y <strong>el</strong><br />
cuándo y las circunstancias, han de ser determinados<br />
según <strong>el</strong> albedrío de los que son llamados a congregarse,<br />
aunque sin dejar de consultar al Señor en<br />
oración. Cuando uno consulta algo con <strong>el</strong> Señor,<br />
conversa con Él sobre cierto asunto. Yo llamo a mis<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO