el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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I GUALDAD ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER<br />
Élder Boyd K. Packer<br />
“Su esposa es la compañera en lo que respecta a dirigir<br />
la familia y debe tener pleno conocimiento de<br />
todas las decisiones concernientes al hogar y total participación<br />
en <strong>el</strong>las” (Liahona, julio de 1994, pág. 24).<br />
Élder James E. Faust<br />
“¿Cómo deben los poseedores d<strong>el</strong> sacerdocio tratar<br />
a su esposa y a las demás mujeres de su familia?<br />
Debemos venerar a nuestra esposa; <strong>el</strong>la necesita<br />
que su esposo la alabe, y es preciso<br />
que los niños oigan al padre <strong>el</strong>ogiar a<br />
la madre (véase Proverbios 31:28). El En <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong>,<br />
Señor valora a Sus hijas tanto como a ninguno es superior<br />
Sus hijos. En <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong>, ninguno<br />
al otro.<br />
es superior al otro y cada uno de los<br />
cónyuges tiene una responsabilidad<br />
principal diferente y divina. La más importante de<br />
todas las responsabilidades de una esposa es la<br />
maternidad. Creo firmemente que nuestras queridas<br />
y fi<strong>el</strong>es hermanas poseen una nobleza espiritual<br />
que es intrínseca de su naturaleza” (Liahona, enero<br />
de 1994, pág. 45).<br />
“Hay una diferencia intrínseca en lo que hacen <strong>el</strong><br />
padre y la madre por sus hijos; ambos reúnen las<br />
condiciones <strong>para</strong> educarlos, pero su manera de<br />
actuar es diferente; se diría que la madre tiene un<br />
pap<strong>el</strong> preponderante en pre<strong>para</strong>r al niño <strong>para</strong> la<br />
vida en <strong>el</strong> seno familiar (tanto presente como<br />
futura), y que <strong>el</strong> padre está más habilitado <strong>para</strong> pre<strong>para</strong>rlo<br />
con <strong>el</strong> fin de que se desenvu<strong>el</strong>va mejor en <strong>el</strong><br />
ambiente exterior” (Liahona, julio de 1993, pág. 41).<br />
Élder Dallin H. Oaks<br />
“Vivimos en una época en que hay muchas presiones<br />
políticas, legales y sociales <strong>para</strong> introducir cambios<br />
que tratan de hacer desaparecer las diferencias que<br />
existen entre <strong>el</strong> hombre y la mujer. Nuestra perspectiva<br />
eterna nos coloca en oposición a los cambios que<br />
alteren esos deberes y privilegios se<strong>para</strong>dos de mujeres<br />
y hombres que son esenciales <strong>para</strong> lograr <strong>el</strong> gran plan<br />
de f<strong>el</strong>icidad. No nos oponemos a todos los cambios<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />
en <strong>el</strong> tratamiento d<strong>el</strong> varón y de la mujer, pues algunos<br />
que enmiendan leyes o costumbres sirven <strong>para</strong><br />
corregir errores antiguos que jamás se fundaron en los<br />
principios <strong>eterno</strong>s” (Liahona, enero de 1994, pág. 86).<br />
Élder M. Russ<strong>el</strong>l Ballard<br />
Las hermanas “desean… que las escuchen y valoren<br />
y [desean también] hacer contribuciones significativas<br />
a la estaca o <strong>el</strong> barrio y a sus miembros <strong>para</strong> servir<br />
al Señor y ayudar a llevar a cabo la misión de la<br />
Iglesia…<br />
“Hermanos, asegúrense de contar con<br />
la contribución fundamental de las<br />
hermanas en sus reuniones de consejo”<br />
(Liahona, enero de 1994, págs.<br />
89–90).<br />
Hermana Eliza R. Snow<br />
“ ‘La condición de la mujer es uno de los asuntos de<br />
mayor actualidad, y <strong>el</strong> mundo se ve obligado a prestarle<br />
atención tanto en <strong>el</strong> aspecto social como en <strong>el</strong><br />
político. Hay quienes… se rehúsan a reconocer que<br />
la mujer está capacitada <strong>para</strong> disfrutar de cualquier<br />
derecho aparte de los que los caprichos, las modas o<br />
la justicia de los hombres, según venga al caso, puedan<br />
decidir otorgarle. Critican y se burlan de las<br />
razones que no pueden rebatir, un antiguo ardid<br />
que emplean los que se oponen a principios correctos<br />
que les es imposible contradecir. Otros, por su<br />
parte, no sólo reconocen que la condición de la<br />
mujer debe mejorarse, sino que además son tan<br />
radicales con sus teorías exageradas que la colocarían<br />
en abierto antagonismo con <strong>el</strong> hombre, la forzarían<br />
a una existencia se<strong>para</strong>da y opuesta, y con <strong>el</strong><br />
fin de demostrar lo absolutamente independiente<br />
que <strong>el</strong>la puede ser, la harían apropiarse de las facetas<br />
más reprensibles en la personalidad d<strong>el</strong> hombre,<br />
facetas que deberían ser desechadas o mejoradas por<br />
<strong>el</strong>las en lugar de imitadas. Estos son los dos extremos,<br />
y entre ambos se encuentra la situación ideal”<br />
(“Woman’s Status”, Woman’s Exponent, 15 de julio<br />
de 1872, pág. 29).