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el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus

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El arrepentimiento<br />

En la batalla universal que tiene como premio las<br />

almas humanas, <strong>el</strong> adversario se lleva a un gran<br />

número de prisioneros. Muchos no saben cómo escapar<br />

y no ven más opción que la de estar en su servicio.<br />

Toda alma aprisionada en un campo de pecado y<br />

culpabilidad tiene una llave de la puerta. El adversario<br />

no puede detenerlos si <strong>el</strong>los saben cómo usarla. Dicha<br />

llave tiene un rótulo: Arrepentimiento. Juntos, los<br />

principios d<strong>el</strong> arrepentimiento y d<strong>el</strong> perdón exceden<br />

en fortaleza al asombroso poder d<strong>el</strong> tentador.<br />

No sé de ningún pecado r<strong>el</strong>acionado con las normas<br />

morales por <strong>el</strong> que no podamos ser perdonados. No<br />

hago excepción d<strong>el</strong> aborto. La fórmula se expresa en<br />

menos de cuarenta palabras:<br />

“He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es<br />

perdonado; y yo, <strong>el</strong> Señor, no los recuerdo más.<br />

“Por esto sabréis si un hombre se arrepiente de sus<br />

pecados: He aquí, los confesará y los abandonará”<br />

(D. y C. 58:42–43).<br />

Nunca más me acordaré de sus pecados<br />

No importa cuán largo y doloroso sea <strong>el</strong> proceso d<strong>el</strong><br />

arrepentimiento, <strong>el</strong> Señor ha dicho:<br />

“Este es <strong>el</strong> pacto que haré con <strong>el</strong>los… Pondré mis<br />

leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré…<br />

“Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”<br />

(Hebreos 10:16–17; cursiva agregada).<br />

Civilizaciones pasadas, como por ejemplo Sodoma y<br />

Gomorra, se han destruido a sí mismas mediante la<br />

desobediencia a las leyes de la moralidad. “Porque<br />

<strong>el</strong> Espíritu d<strong>el</strong> Señor no siempre luchará con <strong>el</strong><br />

hombre. Y cuando <strong>el</strong> Espíritu cesa de luchar con <strong>el</strong><br />

hombre, entonces viene una presta destrucción”<br />

(2 Nefi 26:11; véase también Génesis 6:3; Éter 2:15;<br />

D. y C. 1:33; Moisés 8:17).<br />

Dios nos ayude a recobrar nuestra sensatez y a<br />

comenzar a proteger <strong>el</strong> medio ambiente espiritual<br />

de estos vapores de tinieblas que se hacen más densos<br />

cada día. El destino de la humanidad está p<strong>el</strong>igrosamente<br />

de por medio.<br />

Y ruego que tengamos la protección de Aqu<strong>el</strong> que<br />

es nuestro Padre y nuestro Dios, y que merezcamos<br />

<strong>el</strong> amor y las bendiciones de Su Hijo, nuestro<br />

Redentor, en cuyo nombre testifico, sí, en <strong>el</strong> nombre<br />

de Jesucristo. Amén.<br />

LA PUREZA PERSONAL<br />

Pureza personal<br />

Élder Jeffrey R. Holland<br />

D<strong>el</strong> Quórum de los Doce<br />

Apóstoles<br />

Liahona, enero de 1999, págs.<br />

89–92<br />

Al arremolinarse de un modo esp<strong>el</strong>uznante alrededor<br />

de nuestros jóvenes los vientos modernos de la inmoralidad,<br />

me preocupa <strong>el</strong> que algunos de nuestros jóvenes<br />

y de nuestros jóvenes mayores estén confusos con<br />

respecto a los principios de la pureza personal, acerca<br />

de las obligaciones de una castidad absoluta antes d<strong>el</strong><br />

<strong>matrimonio</strong> y de una fid<strong>el</strong>idad completa después de<br />

éste. En contra de lo que sucede en <strong>el</strong> mundo que ven<br />

y oyen, y con la esperanza de fortalecer a los padres al<br />

enseñar <strong>el</strong>los a sus hijos una norma más <strong>el</strong>evada, hoy<br />

desearía hablar sobre la pureza moral. Debido a que<br />

ese tema es de índole tan sagrada, ruego fervientemente<br />

que <strong>el</strong> Espíritu Santo me guíe en aqu<strong>el</strong>las<br />

observaciones que son más francas de lo que quisiera<br />

que lo fuesen. En esta ocasión, comprendo lo que<br />

sentía Jacob, d<strong>el</strong> Libro de Mormón, cuando, al hablar<br />

d<strong>el</strong> mismo tema, dijo: “…me apena tener que ser tan<br />

audaz en mis palabras…” 1 .<br />

Al abordar este tema, no menciono la enorme cantidad<br />

de males sociales cuyas estadísticas son muy<br />

deprimentes y sus ejemplos tan desagradables.<br />

Tampoco voy a presentar una lista de lo que está<br />

bien y de lo que está mal cuando un joven sale con<br />

una señorita. Lo que quiero hacer es algo más personal:<br />

deseo intentar contestar a las preguntas que<br />

algunos de ustedes tal vez hayan estado haciendo:<br />

¿Por qué debemos ser moralmente puros? ¿Por qué es<br />

un asunto tan importante <strong>para</strong> Dios? ¿Es necesario<br />

que la Iglesia sea tan estricta al respecto? ¿Cómo<br />

puede ser tan sagrado o tan grave algo que la sociedad<br />

explota y exalta tan abiertamente?<br />

Un río de fuego<br />

M ORALIDAD Y MODESTIA 301<br />

Quisiera comenzar con una lección de la larga e<br />

instructiva historia de la civilización. Will y Ari<strong>el</strong><br />

Durant, escribieron: “Ningún hombre [ni ninguna<br />

mujer], por más brillante o bien informado que sea,<br />

puede… hacer a un lado sin p<strong>el</strong>igro… la sabiduría de<br />

E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO

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