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el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus

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precepto. Permítanme r<strong>el</strong>atarles algo que escuché en<br />

este tabernáculo hace unos dos años durante una<br />

gran convención de jóvenes solteros de ambos<br />

sexos. El élder Marion D. Hanks dirigió un pan<strong>el</strong>.<br />

Formaba parte d<strong>el</strong> pan<strong>el</strong> una atractiva y capaz hermana<br />

divorciada, madre de siete hijos entre los<br />

cinco y los dieciséis años. Contó que una noche<br />

cruzó la calle <strong>para</strong> llevarle algo a una vecina. Si<br />

recuerdo bien sus comentarios, esto es lo que dijo:<br />

“Cuando me di vu<strong>el</strong>ta <strong>para</strong> volver, miré mi casa<br />

toda iluminada y me pareció escuchar <strong>el</strong> eco de las<br />

voces de mis hijos hablándome cuando iba saliendo<br />

hacía unos minutos: ‘Mamá, ¿qué vamos a cenar?’<br />

‘¿Puedes llevarme a la biblioteca?’ ‘Necesito cartulina<br />

<strong>para</strong> la escu<strong>el</strong>a’. Cansada y desalentada, miré la<br />

casa y vi la luz encendida en todos los cuartos.<br />

Pensé en mis hijos que me estaban esperando <strong>para</strong><br />

que atendiera sus necesidades. Sentí un gran peso<br />

sobre los hombros.<br />

“Recuerdo que miré al ci<strong>el</strong>o a través de las lágrimas<br />

y dije: ‘Padre, esta noche no puedo más; estoy muy<br />

cansada. No puedo volver a casa y atender sola a<br />

todos mis hijos. ¿Podrías llevarme contigo sólo por<br />

una noche? Vu<strong>el</strong>vo por la mañana’<br />

“No oí las palabras, pero las sentí en mi mente. La<br />

respuesta fue: ‘No, hijita, no puedes venir a mí<br />

ahora, porque no querrías volver, pero yo puedo<br />

acompañarte a ti’ ”.<br />

¡Hay tantas, pero tantas, como esa joven madre! Ella<br />

reconoce <strong>el</strong> poder divino al que puede recurrir. Es<br />

afortunada porque hay personas a su alrededor que<br />

la quieren y le ayudan, pero muchas otras no cuentan<br />

con ese apoyo. Solas y desesperadas, ven que<br />

sus hijos se encaminan hacia las drogas y violan la<br />

ley, e incapaces de resolver la situación, lloran<br />

implorando a Dios.<br />

El remedio se encuentra en la Regla de Oro<br />

Hay un remedio <strong>para</strong> todo esto, y no es <strong>el</strong> divorcio.<br />

Se encuentra en <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io d<strong>el</strong> Hijo de Dios. Él fue<br />

quien dijo: “…por tanto, lo que Dios juntó, no lo<br />

separe <strong>el</strong> hombre” (Mateo 19:6). El remedio <strong>para</strong> la<br />

mayoría de los problemas matrimoniales no es <strong>el</strong><br />

divorcio sino <strong>el</strong> arrepentimiento. No es la se<strong>para</strong>ción<br />

sino la integridad que impulsa a un hombre a armarse<br />

de valor y cumplir con sus obligaciones. El remedio<br />

se encuentra en la aplicación de la Regla de Oro.<br />

El <strong>matrimonio</strong> es hermoso cuando se busca y se<br />

cultiva la b<strong>el</strong>leza. Puede ser feo e incómodo cuando<br />

M ATRIMONIO POR LA ETERNIDAD 279<br />

uno se fija en los errores y cierra los ojos a la virtud.<br />

Como dijo una vez Edgar A. Guest: “Es mucho lo<br />

que se vive en una casa antes de que ésta sea un<br />

hogar” (“Home”, en Collected Verse <strong>of</strong> Edgar A. Guest,<br />

1934, pág. 12). Y es verdad: puedo mostrarles en<br />

toda la Iglesia que hay cientos de miles de familias<br />

que salen ad<strong>el</strong>ante con amor y con armonía, disciplina<br />

y honradez, consideración y altruismo.<br />

Tanto <strong>el</strong> marido como la mujer deben reconocer la<br />

solemnidad y la santidad d<strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong> y tener<br />

presente que fue ideado por Dios.<br />

Deben tener la buena voluntad de pasar por alto los<br />

pequeños errores, de perdonar y de olvidar.<br />

Ambos deben refrenar la lengua. El mal carácter es<br />

vicioso y corrosivo y destruye <strong>el</strong> afecto y <strong>el</strong> amor.<br />

Debe haber autodisciplina <strong>para</strong> que no se maltrate a<br />

la esposa, ni a los hijos ni a sí mismo. Debe reinar <strong>el</strong><br />

Espíritu de Dios y, después de lograrlo con esfuerzo,<br />

alimentarlo y fortalecerlo. Se debe reconocer que<br />

todos son hijos de Dios —tanto <strong>el</strong> padre como la<br />

madre, <strong>el</strong> hijo como la hija; todos tienen un don<br />

divino de nacimiento— y también reconocer que<br />

cuando <strong>of</strong>endemos a uno de <strong>el</strong>los, <strong>of</strong>endemos a<br />

nuestro Padre C<strong>el</strong>estial<br />

Resistan las seducciones de Satanás<br />

En algunos casos existen causas legítimas <strong>para</strong> <strong>el</strong><br />

divorcio. No puedo decir que nunca es justificado.<br />

Pero digo con toda seguridad que esta plaga que<br />

parece estar en aumento en todos lados no es de<br />

Dios, sino que es la obra d<strong>el</strong> enemigo de la rectitud,<br />

de la paz y de la verdad.<br />

(Debido a limitaciones de tiempo, <strong>el</strong> resto de este<br />

discurso no se pronunció desde <strong>el</strong> púlpito. El presidente<br />

Hinckley ha pedido que se publique <strong>el</strong> resto<br />

en Conference Report [Informe de la conferencia].)<br />

No tienen por qué ser víctimas de Satanás, ya que<br />

dentro de ustedes está la capacidad de <strong>el</strong>evarse por<br />

encima de las artimañas y seducciones d<strong>el</strong> adversario.<br />

Desháganse d<strong>el</strong> entretenimiento excitante, de la<br />

pornografía que lleva a los deseos malignos y a las<br />

actividades deplorables. Esposas, vean en sus maridos<br />

a sus compañeros preciados, y vivan de forma<br />

digna de esa r<strong>el</strong>ación. Esposos, vean en sus esposas<br />

a lo más valioso que tienen por <strong>el</strong> tiempo y la eternidad,<br />

cada una es una hija de Dios, una compañera<br />

con la cual deben ir de la mano en las buenas<br />

y en las malas, atravesando todos los p<strong>el</strong>igros y los<br />

triunfos de la vida. Padres, vean en sus hijos a los<br />

E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO

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