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el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus

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“Cuando les cité una extensa lista de pasajes de las<br />

Escrituras mostrando que era posible lograr <strong>el</strong> perdón<br />

finalmente, una vez que hubieran pagado <strong>el</strong><br />

alto precio, pude ver que la esperanza surgía dentro<br />

de <strong>el</strong>los y que les sobrevino una paz. Salieron de mi<br />

<strong>of</strong>icina llenos de ánimo en un éxtasis recién descubierto”<br />

(El Milagro d<strong>el</strong> Perdón, pág. 351).<br />

Élder Boyd K. Packer<br />

“El único objetivo de Lucifer es oponerse al gran<br />

plan de f<strong>el</strong>icidad y corromper las más puras, las más<br />

agradables experiencias de esta vida, que son <strong>el</strong><br />

romance, <strong>el</strong> amor, <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong> y la paternidad<br />

[véase 2 Nefi 2:18; 28:20]. Los fantasmas d<strong>el</strong> dolor y<br />

la culpabilidad le siguen de cerca [véase Alma 39:5;<br />

Moroni 9:9]. Sólo <strong>el</strong> arrepentimiento cura lo que él<br />

hiere” (Liahona, enero de 1994, pág. 23).<br />

“En la batalla de la vida <strong>el</strong> adversario se lleva a un<br />

gran número de prisioneros. Muchos no saben cómo<br />

escapar y se ven obligados a estar en su servicio.<br />

Toda alma aprisionada en un campo de concentración<br />

de pecado y culpabilidad tiene una<br />

llave de la puerta. El adversario no<br />

puede detenerlos si <strong>el</strong>los saben cómo<br />

usarla. La llave tiene un rótulo:<br />

Arrepentimiento. Juntos, los principios<br />

d<strong>el</strong> arrepentimiento y d<strong>el</strong> perdón exceden<br />

en fortaleza al asombroso poder<br />

d<strong>el</strong> adversario.<br />

“No sé de ningún pecado r<strong>el</strong>acionado<br />

con las normas morales por <strong>el</strong> que no<br />

podamos ser perdonados. No hago<br />

excepción d<strong>el</strong> aborto. La fórmula es la siguiente:<br />

“ ‘He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados<br />

es perdonado; y yo <strong>el</strong> Señor, no los recuerdo más.<br />

“ ‘Por esto sabréis si un hombre se arrepiente de sus<br />

pecados: He aquí, los confesará y los abandonará’<br />

(D. y C. 58:42–43).<br />

“No importa cuán largo y doloroso sea <strong>el</strong> proceso<br />

d<strong>el</strong> arrepentimiento, <strong>el</strong> Señor ha dicho:<br />

“ ‘Este es <strong>el</strong> pacto que haré con <strong>el</strong>los… Pondré mis<br />

leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré…<br />

“ ‘Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones’<br />

(Hebreos 10:16–17; cursiva agregada)”<br />

(Liahona, julio de 1992, págs. 75–76).<br />

L A F AMILIA: UNA PROCLAMACIÓN PARA EL MUNDO 231<br />

Juntos, los<br />

principios d<strong>el</strong><br />

arrepentimiento y<br />

d<strong>el</strong> perdón exceden<br />

en fortaleza al<br />

asombroso poder<br />

d<strong>el</strong> adversario.<br />

El principio d<strong>el</strong> perdón en <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong><br />

Presidente Spencer W. Kimball<br />

“Si las faltas de dos personas son más o menos iguales,<br />

si la viga estorba la visión d<strong>el</strong> uno así como d<strong>el</strong><br />

otro, esto tampoco constituye una justificación <strong>para</strong><br />

que exista una actitud egoísta de negarse a perdonar.<br />

Teniendo esto presente, una vez escribí a una<br />

mujer, con la cual previamente había tenido ocasión<br />

de conversar extensamente acerca de sus problemas<br />

familiares. Le había dado algunos consejos<br />

en mi deseo de impedir que continuara la falta de<br />

comprensión y evitar una se<strong>para</strong>ción o divorcio.<br />

Después de algunas semanas, escribió que aceptaría<br />

mi decisión. Le respondí en parte lo siguiente:<br />

“ ‘No es mía la decisión; de ustedes depende llegar a<br />

una determinación. Ustedes tienen su… albedrío. Si<br />

están resu<strong>el</strong>tos a divorciarse, suya es la responsabilidad,<br />

suyos los sufrimientos, si no están dispuestos<br />

a hacer algún ajuste. Cuando hablé con usted,<br />

entendí que se habían perdonado <strong>el</strong> uno al otro,<br />

y que de allí en ad<strong>el</strong>ante empezarían<br />

a formar una vida hermosa.<br />

Aparentemente me equivoqué. Parece<br />

que todas mis amonestaciones y ruegos<br />

entraron por un oído y salieron<br />

por <strong>el</strong> otro. Quiero que sepa que no<br />

justifico en su esposo cosa alguna que<br />

sea mala, pero comprendí, en todo lo<br />

que hablamos, que él no tenía toda la<br />

culpa. Todavía no he podido sentir que<br />

usted haya depurado por completo <strong>el</strong><br />

egoísmo de su propia alma. Lo que sí sé es que dos<br />

personas, con la int<strong>el</strong>igencia y madurez que ustedes<br />

parecen tener, podrían disfrutar de una vida gloriosamente<br />

f<strong>el</strong>iz, si los dos empezaran a permitir que<br />

sus intereses tendieran a favorecer al otro, más bien<br />

que satisfacer su propio egoísmo.<br />

“ ‘El prófugo nunca se escapa. Si dos personas, egoístas<br />

y ensimismadas, y sin <strong>el</strong> espíritu d<strong>el</strong> perdón, se<br />

escapan la una de la otra, no pueden huir de sí mismas.<br />

La enfermedad no se cura con la se<strong>para</strong>ción o<br />

<strong>el</strong> divorcio, y con toda certeza seguirá siendo parte<br />

de futuros <strong>matrimonio</strong>s’ “ (El Milagro d<strong>el</strong> Perdón,<br />

págs. 276–277).<br />

Presidente Howard W. Hunter<br />

“Primero, extiendo una invitación a todos los<br />

miembros de la Iglesia a prestar más atención a la<br />

vida y al ejemplo d<strong>el</strong> Señor Jesucristo, sobre todo<br />

E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO

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