el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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E LECCIÓN DEL CÓNYUGE<br />
“No has entendido”<br />
Ejemplo número uno: Había un hombre llamado<br />
Oliver Cowdery, quien en los primeros días de la<br />
Iglesia actuó como amanuense d<strong>el</strong> pr<strong>of</strong>eta; él era <strong>el</strong><br />
escriba, y como tal, escribía las palabras que <strong>el</strong> pr<strong>of</strong>eta<br />
José dictaba mientras estaba bajo la influencia<br />
d<strong>el</strong> Espíritu y en <strong>el</strong> proceso de la traducción (estaba<br />
traduciendo <strong>el</strong> Libro de Mormón). En aqu<strong>el</strong> entonces,<br />
<strong>el</strong> hermano Cowdery se encontraba r<strong>el</strong>ativamente<br />
inmaduro en lo que respecta al aspecto<br />
espiritual, y buscaba y deseaba hacer algo superior a<br />
la capacidad espiritual que tenía en esos momentos:<br />
deseaba traducir. De manera que importunó al pr<strong>of</strong>eta,<br />
quien comunicó <strong>el</strong> asunto al Señor, y así recibieron<br />
una rev<strong>el</strong>ación en la que Él declaró: “Oliver<br />
Cowdery, de cierto, de cierto te digo: Así como vive<br />
<strong>el</strong> Señor, que es tu Dios y tu Redentor, que ciertamente<br />
recibirás conocimiento de cuantas cosas<br />
pidieres con fe, con un corazón sincero, creyendo<br />
que recibirás…”. Y luego se define una de las cosas<br />
que podría recibir: “conocimiento concerniente a<br />
los grabados sobre anales antiguos, que son de<br />
antaño, los cuales contienen aqu<strong>el</strong>las partes de mis<br />
Escrituras de que se ha hablado por la manifestación<br />
de mi Espíritu”.<br />
Habiendo tratado de esta manera <strong>el</strong> problema específico,<br />
<strong>el</strong> Señor rev<strong>el</strong>ó un principio que se aplica a<br />
ésa y a toda situación semejante: “Sí, he aquí,<br />
hablaré a tu mente y a tu corazón por medio d<strong>el</strong><br />
Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu<br />
corazón. Ahora, he aquí, éste es <strong>el</strong> espíritu de rev<strong>el</strong>ación”<br />
(D. y C. 8:1–3).<br />
Oliver hizo lo que muchos de nosotros habríamos<br />
hecho. Poseía las instrucciones que hemos leído, y<br />
pensó que significaban lo que aparentaban decir, o<br />
sea que si pedía a Dios con fe, obtendría <strong>el</strong> poder<br />
<strong>para</strong> traducir. Pero encontrándose en esa condición<br />
de inmadurez espiritual, no había aprendido aún lo<br />
que se requería <strong>para</strong> pedir a Dios, la forma de generar<br />
esa clase de fe ni lo que había que hacer <strong>para</strong><br />
obtener respuesta a una oración. De manera que<br />
pidió, y como ustedes saben, fracasó. Le fue totalmente<br />
imposible traducir, lo cual imagino causó<br />
algo de inquietud en él y en <strong>el</strong> pr<strong>of</strong>eta. Llevaron <strong>el</strong><br />
asunto nuevamente al Señor, de quien estaban tratando<br />
de recibir <strong>el</strong> cumplimiento de la promesa, y<br />
la respuesta llegó, mediante la cual supieron la<br />
razón por la que no podía traducir: “He aquí, no<br />
has entendido; has supuesto que yo te lo concedería<br />
cuando no pensaste sino en pedirme” (D. y C. 9:7).<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />
Aparentemente, pedir con fe no era todo lo que se<br />
le había mandado hacer, sino que junto con esa<br />
condición, se encuentra <strong>el</strong> requisito de que debemos<br />
hacer todo lo que esté a nuestro alcance <strong>para</strong><br />
lograr la meta que deseamos. Utilizamos <strong>el</strong> albedrío<br />
con <strong>el</strong> que hemos sido investidos; utilizamos toda<br />
facultad que poseemos <strong>para</strong> conseguir <strong>el</strong> resultado<br />
deseado. Dicho resultado podrá ser la traducción d<strong>el</strong><br />
Libro de Mormón, la <strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> cónyuge, la s<strong>el</strong>ección<br />
de un empleo o cualquiera de las innumerables<br />
cosas importantes que surgen en nuestra vida.<br />
El Señor agregó:<br />
“…te digo que debes estudiarlo en tu mente; entonces<br />
has de preguntarme si está bien; y si así fuere,<br />
haré que tu pecho arda dentro de ti; por tanto, sentirás<br />
que está bien.<br />
“Mas si no estuviere bien, no sentirás tal cosa, sino<br />
que te sobrevendrá un estupor de pensamiento que<br />
te hará olvidar lo que está mal; por lo tanto, no<br />
puedes escribir lo que es sagrado a no ser que lo<br />
recibas de mí” (D. y C. 9:8–9).<br />
¿Cómo se <strong>el</strong>ige a la esposa? He oído a muchos<br />
jóvenes de la Universidad Brigham Young y de otras<br />
partes decir: “Tengo que sentir inspiración; tengo que<br />
recibir rev<strong>el</strong>ación; tengo que ayunar y orar <strong>para</strong> que <strong>el</strong><br />
Señor me manifieste con quién debo casarme”. Bien,<br />
quizá esto les extrañe un poco, pero nunca en mi vida<br />
le pregunté al Señor con quién debía casarme. Nunca<br />
se me ocurrió preguntarle. Fui y encontré a la jovencita<br />
que quería; evalué y consideré la posibilidad, y<br />
supe qué era lo que debía hacer. Ahora bien, si<br />
hubiera hecho las cosas a la perfección, hubiese acudido<br />
al Señor, lo cual no hice. Lo único que hice fue<br />
orar y pedir ayuda y dirección con respecto a la decisión<br />
que había tomado. Lo más indicado habría sido<br />
pedirle consejo en cuanto a la decisión en sí y obtener<br />
una confirmación espiritual de que la conclusión a la<br />
que mi albedrío y mis facultades habían llegado era<br />
la correcta.<br />
“¿Para qué me preguntas?”<br />
Ahora vamos al ejemplo número dos: Hubo un<br />
hombre, cuyo nombre no fue preservado en los<br />
registros antiguos, conocido como <strong>el</strong> hermano de<br />
Jared (otras fuentes nos indican que se llamaba<br />
Moriáncumer) que inicialmente fue <strong>el</strong> líder espiritual<br />
de los jareditas. A partir d<strong>el</strong> comienzo de su jornada<br />
desde la torre de Bab<strong>el</strong> hacia la tierra prometida<br />
en América, él fue <strong>el</strong> único que se comunicaba con