el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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T ENTACIONES DE S ATANÁS Y EL HOMBRE NATURAL<br />
(caído) en <strong>el</strong> que <strong>el</strong> diablo ‘despoja… de la luz’ y en<br />
<strong>el</strong> que algunos <strong>el</strong>ementos de la naturaleza –entre<br />
<strong>el</strong>los la naturaleza humana temporal– deben disciplinarse,<br />
limitarse y refinarse. Parece ser que se da a<br />
los hombre y las mujeres <strong>el</strong>ementos físicos y espirituales<br />
en bruto –lo que podría llamarse recursos<br />
‘naturales’– como parte d<strong>el</strong> siguiente paso en <strong>el</strong><br />
sendero que los lleva a ser dioses. No se debe permitir<br />
que dichos recursos fluyan sin control sino<br />
que se los debe canalizar y enfocar <strong>para</strong> poder dirigir<br />
su poder y potencial (como a veces ocurre con<br />
<strong>el</strong> río ‘natural’ o la cascada ‘natural’) y de ese modo<br />
convertirlos en algo incluso más productivo y<br />
beneficioso.<br />
“El hombre natural –con todo su maravilloso y<br />
nuevo, aunque desenfrenado y poco regenerado,<br />
potencial– debe volverse ‘sumiso’ al Santo Espíritu,<br />
un espíritu que nos influye a <strong>el</strong>evarnos… Nuestros<br />
deseos más pr<strong>of</strong>undos y nuestros anh<strong>el</strong>os preterrenales<br />
siguen siendo de origen divino, y siguen en<br />
lo más íntimo de nuestras almas. Todavía resuenan<br />
los ecos de nuestra inocencia anterior, y la luz<br />
que desecha al maligno sigue resplandeciendo.<br />
Nuestros corazones no solo pueden sentir sino que<br />
en pureza de efecto sienten <strong>el</strong> anh<strong>el</strong>o de obtener lo<br />
espiritual y santo en lugar de lo ‘carnal, sensual y<br />
diabólico’. Si tal no fuera <strong>el</strong> caso, nuestra condición<br />
sería realmente imposible, poniendo en jaque<br />
<strong>para</strong> siempre la idea de la verdadera <strong>el</strong>ección.<br />
Alabamos a Dios, nuestro Padre, gracias a que<br />
nuestro legado real proviene de Él, y al som<strong>eterno</strong>s<br />
a Su <strong>eterno</strong> influjo podemos vencer la enemistad<br />
que nos separó de Él y convertir a esos dones de la<br />
naturaleza en una bendición en lugar de una maldición”<br />
(Christ and the New Covenant, págs. 205–207).<br />
Élder Merrill J. Bateman<br />
“Las Escrituras declaran que <strong>el</strong> hombre y la mujer<br />
fueron creados a imagen de Dios (véase Génesis<br />
1:26–27, Abraham 4:27–28). Tanto <strong>el</strong> hombre como<br />
la mujer llevan en su fuero interior los atributos de<br />
la divinidad, y ambos reciben bendiciones al cumplir<br />
con sus llamamientos divinos. El apóstol Pedro<br />
y <strong>el</strong> rey Benjamín señalaron que somos partícipes<br />
de la naturaleza divina por medio de la expiación<br />
de Cristo y con la ayuda d<strong>el</strong> Espíritu Santo (véase<br />
2 Pedro 1:3–8, Mosíah 3:19). Es interesante observar<br />
las semejanzas entre los frutos d<strong>el</strong> Espíritu y las<br />
semillas de divinidad que nos llegan inherentes de<br />
Padres C<strong>el</strong>estiales (véase Gálatas 5:21–22, 2 Pedro<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />
1:3–8). Ya que ‘la int<strong>el</strong>igencia se allega a la int<strong>el</strong>igencia’<br />
y <strong>el</strong> Espíritu al espíritu, <strong>el</strong> Espíritu Santo nos<br />
vivifica mediante una porción de la luz que hace<br />
que las semillas de divinidad que llevamos dentro<br />
germinen y florezcan (D. y C. 88:29, 40). La intensidad<br />
de la luz y hasta qué punto florecen los atributos<br />
depende de cuán bien las mujeres y los hombres<br />
refrenen sus pasiones y obedezcan los principios<br />
divinos” (“<strong>The</strong> Eternal Family”, págs. 112–13).<br />
Élder J. Richard Clarke<br />
“…A través de las épocas siempre ha habido poderes<br />
malignos que atacan a la familia. ¿Por qué estará<br />
Satanás tan obsesionado por destruirla? Porque <strong>el</strong>la<br />
representa todo lo que él quiere y no puede tener: él<br />
no puede ser esposo ni padre ni abu<strong>el</strong>o; no puede ni<br />
podrá nunca tener posteridad. Ni siquiera puede<br />
retener a los que ha apartado de Dios, porque no<br />
tiene reino ni herencia <strong>eterno</strong>s” (Liahona, julio de<br />
1989, pág. 71).<br />
LA URBANIDAD<br />
QUE VAMOS PERDIENDO<br />
Presidente Gordon B. Hinckley<br />
Presidente de la Iglesia<br />
Ceremonia de graduación de la<br />
Universidad Brigham Young, 25<br />
de Abril de 1996<br />
La educación laica que recibieron tiene como objeto<br />
<strong>el</strong> darles mayores oportunidades en <strong>el</strong> gran mercado<br />
laboral d<strong>el</strong> mundo. En la mayoría de los casos, se les<br />
remunerará de acuerdo con <strong>el</strong> valor que la sociedad<br />
les dé a sus habilidades.<br />
No obstante, como se les ha dicho antes, la educación<br />
que han obtenido en BYU debe y está obligada<br />
a contar con otro aspecto. El presidente David O.<br />
McKay, que por muchos años sirvió en la Junta<br />
Directiva, declaró en cierta ocasión:<br />
“La verdadera educación consiste no tan sólo en<br />
aprender acerca de unos pocos hechos r<strong>el</strong>acionados<br />
con la ciencia, la historia, la literatura o <strong>el</strong> arte, sino<br />
en <strong>el</strong> desarrollo d<strong>el</strong> carácter. La verdadera educación<br />
inculca la negación a sí mismo y <strong>el</strong> autodominio, a<br />
la vez que disciplina <strong>el</strong> temperamento, subyuga la<br />
pasión y hace de la obediencia a las leyes sociales y<br />
morales un principio rector de la vida. Desarrolla la