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el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus

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134<br />

FAMILIAS DE UNA<br />

SOLA MADRE O UN<br />

SOLO PADRE<br />

Aun cuando se trate de familias<br />

con un solo padre, siguen siendo<br />

familias, porque las familias<br />

son eternas.<br />

—Élder Ben B. Banks<br />

ENSEÑANZAS SELECCIONADAS<br />

Presidente Gordon B. Hinckley<br />

“A las madres y a los padres solos quiero decir unas<br />

palabras especiales de aprecio. Sus cargas son pesadas.<br />

Lo sabemos. Sus preocupaciones son pr<strong>of</strong>undas.<br />

Nunca hay dinero suficiente. Nunca hay tiempo<br />

suficiente. Hagan lo mejor que puedan y supliquen<br />

ayuda al Señor <strong>para</strong> que sus hijos crezcan en gracia,<br />

en comprensión, en logros y, lo más importante, en<br />

fe. Si así lo hacen, vendrá <strong>el</strong> día en <strong>el</strong> que se arrodillarán<br />

y, con lágrimas en los ojos, le agradecerán al<br />

Señor Sus bendiciones”<br />

(“Una conversación con los mayores solteros”,<br />

Liahona, noviembre de 1997, pág. 24).<br />

“A ustedes, las madres que están solas, sea cual<br />

fuere la causa de su situación presente, tengan la<br />

seguridad de que las tenemos en <strong>el</strong> corazón.<br />

Sabemos que muchas viven en soledad, con inseguridad,<br />

preocupación y temor. En la mayoría de los<br />

casos, casi nunca [les alcanza <strong>el</strong>] dinero; sienten<br />

constante inquietud por sus hijos y por <strong>el</strong> futuro de<br />

<strong>el</strong>los. Muchas se encuentran en circunstancias en las<br />

que tienen que trabajar y dejar a sus niños solos, sin<br />

alguien que los cuide. Pero si les dan mucho afecto<br />

mientras son pequeñitos, si les hacen muchas<br />

demostraciones de amor, si oran juntos, entonces<br />

hay más probabilidad de que sus hijos tengan paz<br />

en <strong>el</strong> corazón y un carácter íntegro. Enséñenles los<br />

caminos d<strong>el</strong> Señor. Isaías declaró: ‘Y todos tus hijos<br />

serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz<br />

de tus hijos’ (Isaías 54:13).<br />

E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />

“Cuanto más eduquen a sus hijos en los senderos d<strong>el</strong><br />

Evang<strong>el</strong>io de Jesucristo, con amor y altas metas, tanta<br />

más seguridad hay de que tendrán paz en la vida.<br />

“Sean un ejemplo <strong>para</strong> sus hijos. Eso los beneficiará<br />

más que todas las enseñanzas que les impartan. No<br />

los echen a perder dándoles todo lo que quieran.<br />

Ayúdenles a crecer teniendo respeto por <strong>el</strong> trabajo<br />

y comprendiendo la importancia que tiene; deben<br />

hacer que ayuden en los quehaceres de la casa y<br />

aprendan a ganarse su propio dinero. Permitan a<br />

sus hijos ahorrar <strong>para</strong> la misión, y anímenles a pre<strong>para</strong>rse<br />

no sólo en lo económico sino también en <strong>el</strong><br />

aspecto espiritual, con <strong>el</strong> deseo de ir a servir al<br />

Señor sin egoísmo alguno. No titubeo al prometerles<br />

que si hacen esto, tendrán razón <strong>para</strong> contar sus<br />

muchas bendiciones” (“Permanezcan firmes frente<br />

a las asechanzas d<strong>el</strong> mundo”, Liahona, enero de<br />

1996, pág. 115).<br />

“Las cargas que debe sobr<strong>el</strong>levar la joven que tiene<br />

que criar sola a su hijos son increíblemente pesadas<br />

y absorbentes… La respuesta es sencilla y directa;<br />

consiste en obedecer los principios d<strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io y<br />

las enseñanzas de la Iglesia, y reside en la autodisciplina”<br />

(Liahona, enero de 1995, págs. 65–66).<br />

“Durante los últimos diez años, he hablado unas<br />

tres a cuatro veces a las mujeres de la Iglesia y como<br />

respuesta a estos discursos he recibido una gran cantidad<br />

de cartas. Algunas de <strong>el</strong>las las he colocado en<br />

un archivo titulado ‘Mujeres que no son f<strong>el</strong>ices’.<br />

“Quisiera leerles… parte de una que recibí la<br />

semana pasada.<br />

“‘Entonces vino <strong>el</strong> gran golpe. Hace como un año,<br />

él me dijo que nunca me había amado y que nuestro<br />

<strong>matrimonio</strong> había sido un error desde <strong>el</strong> comienzo.<br />

Estaba convencido de que no había nada en nuestra<br />

r<strong>el</strong>ación que a él le interesara. Pidió <strong>el</strong> divorcio y se<br />

fue de la casa. “Espera”, le decía yo, “Por favor, no lo<br />

hagas. ¿Por qué te vas? ¿Qué pasa? ¡Háblame, te lo<br />

suplico! ¡Mira a tus niños! Y, ¿dónde quedan nuestros<br />

sueños? ¡Recuerda nuestros convenios! No, <strong>el</strong><br />

divorcio no es la solución”. Mas fue inútil. Él no<br />

quiso escucharme y yo pensé que me moriría.<br />

“‘Ahora estoy criando sola a mis hijos. ¡Cuánto<br />

dolor, angustia y soledad se refleja en esta declaración!<br />

Me doy cuenta d<strong>el</strong> porqué d<strong>el</strong> trauma y <strong>el</strong><br />

enojo que mis hijos adolescentes tienen y de las<br />

lágrimas de mis pequeñas hijas. Es obvio ver <strong>el</strong><br />

porque de tantas noches sin dormir, las demandas<br />

familiares y todas las necesidades que todos

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