el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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FAMILIAS DE UNA<br />
SOLA MADRE O UN<br />
SOLO PADRE<br />
Aun cuando se trate de familias<br />
con un solo padre, siguen siendo<br />
familias, porque las familias<br />
son eternas.<br />
—Élder Ben B. Banks<br />
ENSEÑANZAS SELECCIONADAS<br />
Presidente Gordon B. Hinckley<br />
“A las madres y a los padres solos quiero decir unas<br />
palabras especiales de aprecio. Sus cargas son pesadas.<br />
Lo sabemos. Sus preocupaciones son pr<strong>of</strong>undas.<br />
Nunca hay dinero suficiente. Nunca hay tiempo<br />
suficiente. Hagan lo mejor que puedan y supliquen<br />
ayuda al Señor <strong>para</strong> que sus hijos crezcan en gracia,<br />
en comprensión, en logros y, lo más importante, en<br />
fe. Si así lo hacen, vendrá <strong>el</strong> día en <strong>el</strong> que se arrodillarán<br />
y, con lágrimas en los ojos, le agradecerán al<br />
Señor Sus bendiciones”<br />
(“Una conversación con los mayores solteros”,<br />
Liahona, noviembre de 1997, pág. 24).<br />
“A ustedes, las madres que están solas, sea cual<br />
fuere la causa de su situación presente, tengan la<br />
seguridad de que las tenemos en <strong>el</strong> corazón.<br />
Sabemos que muchas viven en soledad, con inseguridad,<br />
preocupación y temor. En la mayoría de los<br />
casos, casi nunca [les alcanza <strong>el</strong>] dinero; sienten<br />
constante inquietud por sus hijos y por <strong>el</strong> futuro de<br />
<strong>el</strong>los. Muchas se encuentran en circunstancias en las<br />
que tienen que trabajar y dejar a sus niños solos, sin<br />
alguien que los cuide. Pero si les dan mucho afecto<br />
mientras son pequeñitos, si les hacen muchas<br />
demostraciones de amor, si oran juntos, entonces<br />
hay más probabilidad de que sus hijos tengan paz<br />
en <strong>el</strong> corazón y un carácter íntegro. Enséñenles los<br />
caminos d<strong>el</strong> Señor. Isaías declaró: ‘Y todos tus hijos<br />
serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz<br />
de tus hijos’ (Isaías 54:13).<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />
“Cuanto más eduquen a sus hijos en los senderos d<strong>el</strong><br />
Evang<strong>el</strong>io de Jesucristo, con amor y altas metas, tanta<br />
más seguridad hay de que tendrán paz en la vida.<br />
“Sean un ejemplo <strong>para</strong> sus hijos. Eso los beneficiará<br />
más que todas las enseñanzas que les impartan. No<br />
los echen a perder dándoles todo lo que quieran.<br />
Ayúdenles a crecer teniendo respeto por <strong>el</strong> trabajo<br />
y comprendiendo la importancia que tiene; deben<br />
hacer que ayuden en los quehaceres de la casa y<br />
aprendan a ganarse su propio dinero. Permitan a<br />
sus hijos ahorrar <strong>para</strong> la misión, y anímenles a pre<strong>para</strong>rse<br />
no sólo en lo económico sino también en <strong>el</strong><br />
aspecto espiritual, con <strong>el</strong> deseo de ir a servir al<br />
Señor sin egoísmo alguno. No titubeo al prometerles<br />
que si hacen esto, tendrán razón <strong>para</strong> contar sus<br />
muchas bendiciones” (“Permanezcan firmes frente<br />
a las asechanzas d<strong>el</strong> mundo”, Liahona, enero de<br />
1996, pág. 115).<br />
“Las cargas que debe sobr<strong>el</strong>levar la joven que tiene<br />
que criar sola a su hijos son increíblemente pesadas<br />
y absorbentes… La respuesta es sencilla y directa;<br />
consiste en obedecer los principios d<strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io y<br />
las enseñanzas de la Iglesia, y reside en la autodisciplina”<br />
(Liahona, enero de 1995, págs. 65–66).<br />
“Durante los últimos diez años, he hablado unas<br />
tres a cuatro veces a las mujeres de la Iglesia y como<br />
respuesta a estos discursos he recibido una gran cantidad<br />
de cartas. Algunas de <strong>el</strong>las las he colocado en<br />
un archivo titulado ‘Mujeres que no son f<strong>el</strong>ices’.<br />
“Quisiera leerles… parte de una que recibí la<br />
semana pasada.<br />
“‘Entonces vino <strong>el</strong> gran golpe. Hace como un año,<br />
él me dijo que nunca me había amado y que nuestro<br />
<strong>matrimonio</strong> había sido un error desde <strong>el</strong> comienzo.<br />
Estaba convencido de que no había nada en nuestra<br />
r<strong>el</strong>ación que a él le interesara. Pidió <strong>el</strong> divorcio y se<br />
fue de la casa. “Espera”, le decía yo, “Por favor, no lo<br />
hagas. ¿Por qué te vas? ¿Qué pasa? ¡Háblame, te lo<br />
suplico! ¡Mira a tus niños! Y, ¿dónde quedan nuestros<br />
sueños? ¡Recuerda nuestros convenios! No, <strong>el</strong><br />
divorcio no es la solución”. Mas fue inútil. Él no<br />
quiso escucharme y yo pensé que me moriría.<br />
“‘Ahora estoy criando sola a mis hijos. ¡Cuánto<br />
dolor, angustia y soledad se refleja en esta declaración!<br />
Me doy cuenta d<strong>el</strong> porqué d<strong>el</strong> trauma y <strong>el</strong><br />
enojo que mis hijos adolescentes tienen y de las<br />
lágrimas de mis pequeñas hijas. Es obvio ver <strong>el</strong><br />
porque de tantas noches sin dormir, las demandas<br />
familiares y todas las necesidades que todos