el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
o la int<strong>el</strong>igencia <strong>para</strong> los estudios o la gracia en <strong>el</strong><br />
habla que quisiera tener, pero en un mundo de tantos<br />
talentos y suertes que no siempre podemos controlar,<br />
me parece que lo que nos hace más atractivos<br />
son las cualidades que sí podemos controlar, tales<br />
como <strong>el</strong> ser atentos y pacientes, <strong>el</strong> hablar con amabilidad<br />
y <strong>el</strong> d<strong>el</strong>eitarnos en los logros ajenos. No nos<br />
cuesta nada tener esos gestos, pero <strong>para</strong> quien los<br />
recibe, pueden significar todo.<br />
Me gusta que Mormón y Pablo nos indiquen que<br />
<strong>el</strong> individuo que realmente ama, no “se envanece”.<br />
¡No se envanece! Fantástica la idea, ¿verdad?<br />
¿Nunca han estado con alguien que es tan presumido<br />
y vano que parecía tener un cart<strong>el</strong> con las<br />
palabras “yo me quiero a mí”? El Sr. Fred Allen<br />
observó que ese tipo de persona cree poder salir a<br />
pasear en <strong>el</strong> día de los enamorados tomándose su<br />
propia mano. El amor verdadero florece cuando nos<br />
importa más la otra persona que nosotros mismos.<br />
Esa clase de amor se ve en <strong>el</strong> gran ejemplo de la<br />
expiación de Cristo, y debería verse más en la bondad<br />
que mostramos, <strong>el</strong> respeto que damos, la abnegación<br />
y la cortesía que evidenciamos en nuestras<br />
r<strong>el</strong>aciones.<br />
El amor es frágil, y existen <strong>el</strong>ementos en la vida que<br />
procuran destruirlo. Es mucho <strong>el</strong> daño que se puede<br />
hacer si no nos encontramos en manos tiernas y<br />
bondadosas. El entregarnos por total a otra persona,<br />
como lo hacemos en <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong>, es <strong>el</strong> paso de<br />
todas las r<strong>el</strong>aciones humanas que mayor confianza<br />
requiere, ya que se trata de un acto de verdadera fe,<br />
una fe que todos debemos estar dispuesto a ejercer.<br />
Si lo hacemos bien, compartimos todo con la otra<br />
persona: nuestras esperanzas, miedos, sueños, flaquezas<br />
y alegrías.<br />
No puede haber noviazgo serio, ningún compromiso<br />
o <strong>matrimonio</strong> que valga la pena si no invertimos<br />
todo lo que tenemos, y de ese modo nos<br />
depositamos toda nuestra confianza en la persona<br />
que amamos. No se puede hallar <strong>el</strong> éxito en <strong>el</strong> amor<br />
si, por las dudas, nos mantenemos aunque sea un<br />
poco aislados emocionalmente. La naturaleza<br />
misma de la r<strong>el</strong>ación hace necesario que uno se aferre<br />
al otro con todas sus fuerzas y que ambos se lancen<br />
juntos a la piscina. Teniendo eso en mente, y<br />
también <strong>el</strong> llamado de Moroni en pro d<strong>el</strong> amor<br />
puro, deseo recalcar lo vulnerable y d<strong>el</strong>icado que es<br />
<strong>el</strong> futuro d<strong>el</strong> compañero que les acompaña, cuyo<br />
futuro se coloca en las manos de ustedes con <strong>el</strong> fin<br />
A MOR 17<br />
de que lo resguarden, sea hombre o mujer, porque<br />
se aplica en ambos casos.<br />
Mi señora y yo llevamos casi 37 años de casados, o<br />
sea que nos faltan unos seis años <strong>para</strong> haber estado<br />
juntos <strong>el</strong> doble de tiempo d<strong>el</strong> que estuvimos se<strong>para</strong>dos.<br />
No sé todo sobre <strong>el</strong>la, pero he aprendido bastante<br />
en 37 años, así como <strong>el</strong>la ha aprendido. Sé lo<br />
que le gusta y lo que no, así como <strong>el</strong>la lo sabe de<br />
mí. Conozco sus gustos, intereses, anh<strong>el</strong>os y sueños,<br />
así como <strong>el</strong>la conoce los míos. A medida que nuestro<br />
amor ha aumentado y nuestra r<strong>el</strong>ación ha<br />
madurado, ha ido aumentando nuestra franqueza<br />
respecto a esas cosas.<br />
El resultado es que ahora entiendo con mayor claridad<br />
cómo ayudarla, y, si quisiera, exactamente cómo<br />
herirla. En la honestidad de nuestro amor —un amor<br />
que no puede ser verdaderamente como <strong>el</strong> de Cristo<br />
si no hay devoción total—, no cabe duda que Dios<br />
me tendrá por responsable de cualquier daño que yo<br />
le cause a <strong>el</strong>la si intencionalmente la exploto o hiero<br />
después de que <strong>el</strong>la ha depositado tanta confianza en<br />
mí, habiéndose despojado hace mucho tiempo de<br />
cualquier tipo de barrera de protección, a fin de que<br />
podamos ser “una carne” (Génesis 2:24), como dice<br />
<strong>el</strong> pasaje de las Escrituras. Si yo le colocase trabas o la<br />
aplacara en cualquier forma con <strong>el</strong> fin de anteponerme<br />
a <strong>el</strong>la o de satisfacer mi vanidad o de sentir que la<br />
domino emocionalmente, eso debería descalificarme<br />
de inmediato de ser su esposo. De hecho, debería<br />
condenar mi alma miserable a una prisión eterna en<br />
ese edificio grande y espacioso que, según Lehi, es la<br />
cárc<strong>el</strong> de quienes están llenos de “vanas ilusiones” y<br />
d<strong>el</strong> “orgullo d<strong>el</strong> mundo” (1 Nefi 11:36; 12:18). ¡Con<br />
razón <strong>el</strong> edificio está ubicado al lado contrario al d<strong>el</strong><br />
árbol de la vida que representa <strong>el</strong> amor de Dios!<br />
Cristo jamás fue envidioso ni jactancioso, ni se vio<br />
consumido en la satisfacción de sus propias necesidades.<br />
Ni siquiera una sola vez, ni una, procuró sacar<br />
ventaja abusando de otro; por lo contrario, se d<strong>el</strong>eitó<br />
en la f<strong>el</strong>icidad de los demás, en la f<strong>el</strong>icidad que Él les<br />
podía dar. Él fue por siempre bondadoso.<br />
En <strong>el</strong> cortejo, yo les recomendaría que no pasaran<br />
ni cinco minutos con alguien que los desprecie, que<br />
los critique constantemente, que les sea cru<strong>el</strong> y<br />
tenga la audacia de llamarlo humor. La vida de por<br />
sí es dura, por lo cual no necesitan estar con alguien<br />
que, aunque se supone que los ama, esté constantemente<br />
minándoles la autoestima, <strong>el</strong> sentido de dignidad,<br />
la confianza y la alegría. Cuando estén en<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO