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el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus

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300<br />

M ORALIDAD Y MODESTIA<br />

asunto moral. La vida es un asunto moral. Cuando las<br />

leyes tienen que ver con la moralidad, tenemos tanto<br />

<strong>el</strong> derecho como la obligación de levantar una voz de<br />

amonestación. Como Iglesia, no expresamos opiniones<br />

referentes a asuntos políticos a menos que tengan<br />

que ver con la moralidad. En treinta años y sus miles<br />

de entrevistas, nunca le he preguntado a un miembro<br />

de la Iglesia a qué partido político pertenecía.<br />

Las leyes morales y físicas<br />

Hay leyes morales y físicas “irrevocablemente decretada[s]<br />

en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o antes de la fundación de este<br />

mundo” (D. y C. 130:20) que no pueden ser cambiadas<br />

por <strong>el</strong> hombre.<br />

Por ejemplo, ¿se les ocurre que <strong>el</strong> votar <strong>para</strong> anular<br />

la ley de la gravedad servirá de algo?<br />

Lo que no se puede hacer cumplir<br />

Supongan que una ley decretara que a los padres se<br />

les quiten los hijos y que <strong>el</strong> gobierno se encargue de<br />

criarlos. Aunque sería una ley inicua, probablemente<br />

se podría poner en vigor. Cosas como ésas se han<br />

hecho antes.<br />

Pero supongan que un estatuto de dicha ley declarara:<br />

“En menos de quince días la madre romperá<br />

todos los vínculos emocionales con los hijos”.<br />

Es absolutamente imposible hacer cumplir esa estipulación.<br />

No obstante la severidad d<strong>el</strong> castigo o <strong>el</strong><br />

número de personas que traten de hacerla cumplir,<br />

sencillamente no se puede imponer porque va en<br />

contra de leyes tanto naturales como morales.<br />

No importa que se concedieran quince semanas o<br />

meses, o quince años, ¡no se puede hacer cumplir!<br />

Quizá dé resultado con los animales, pero “no toda<br />

carne”, según las Escrituras, “es la misma carne, sino<br />

que una carne es la de los hombres, otra carne es la de<br />

las bestias” (1 Corintios 15:39). Simplemente no<br />

puede dar resultado con las madres humanas. ¡Nunca!<br />

Una ley decretada por <strong>el</strong> hombre en contra de la<br />

naturaleza sería tan imposible de defender como<br />

sería imposible hacer cumplir una ley que anulara <strong>el</strong><br />

amor entre madre e hijo.<br />

Somos hijos de Dios<br />

No se ha rev<strong>el</strong>ado ideal más sublime que la verdad<br />

divina de que somos hijos de Dios, y que somos<br />

diferentes, por virtud de nuestra creación, de<br />

todas las demás criaturas vivientes (véase Moisés<br />

6:8–10, 22, 59).<br />

E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />

La idea malvada<br />

Ninguna idea ha destruido más la f<strong>el</strong>icidad, ninguna<br />

filos<strong>of</strong>ía ha ocasionado más dolor, más aflicción y<br />

más daño; ninguna idea ha hecho más por destruir<br />

la familia que la idea que no somos progenie de<br />

Dios, sino animales avanzados, comp<strong>el</strong>idos a ceder<br />

a todo deseo carnal.<br />

Los animales no se rigen por las leyes morales.<br />

Aunque, por lo general, son promiscuos cuando responden<br />

a sus instintos de reproducción, sus ritos de<br />

apareamiento están establecidos y tienen límites<br />

precisos. Por ejemplo, los animales no se aparean<br />

con su propio sexo <strong>para</strong> satisfacer sus instintos de<br />

acoplamiento. Ni tampoco expresan esos instintos<br />

violando a su propia progenie.<br />

Hoy día la fuente de la vida se ha r<strong>el</strong>egado a un<br />

niv<strong>el</strong> de placer ilícito que incluso se compra y se<br />

vende y que hasta se llega a pr<strong>of</strong>anar en ritos satánicos.<br />

Los hijos de Dios se entregan intencionalmente<br />

a su naturaleza carnal y, sin remordimiento alguno,<br />

desafían las leyes de la moralidad y se degradan a sí<br />

mismos a un niv<strong>el</strong> más bajo que <strong>el</strong> de las bestias.<br />

Son una abominación<br />

Si contaminamos nuestras fuentes de vida, habrá<br />

castigos más “dolorosos” y “difíciles de aguantar”<br />

(véase D. y C. 19:15) de lo que pudieran valer todos<br />

los placeres físicos. Alma le dijo lo siguiente a su<br />

hijo Coriantón: “¿No sabes tú, hijo mío, que estas<br />

cosas son una abominación a los ojos d<strong>el</strong> Señor; sí,<br />

más abominables que todos los pecados, salvo <strong>el</strong><br />

derramar sangre inocente o <strong>el</strong> negar al Espíritu<br />

Santo?” (Alma 39:5).<br />

El código <strong>para</strong> la ley moral se encuentra en las<br />

Escrituras, en palabras tan sencillas como: “…la<br />

maldad nunca fue f<strong>el</strong>icidad” (Alma 41:10). La<br />

Escrituras hablan en términos generales, dándonos<br />

la libertad de aplicar los principios d<strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io<br />

<strong>para</strong> hacer frente a la infinita variedad que presenta<br />

la vida, pero cuando nos mandan que no hagamos<br />

algo, más vale que pongamos atención.<br />

El único uso legítimo d<strong>el</strong> poder de procrear se lleva<br />

a cabo entre marido y mujer, que están legal y lícitamente<br />

casados. Cualquier otra cosa constituye<br />

una violación de los mandamientos de Dios mismo.<br />

En las palabras de Alma: “Os digo que si habláis en<br />

contra de <strong>el</strong>lo, nada importa; porque la palabra de<br />

Dios debe cumplirse” (Alma 5:58)…

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