el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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P ORNOGRAFÍA<br />
engalanará sus pensamientos incesantemente (véase<br />
D. y C. 121:45). ¿Podrá un hombre complacerse en<br />
la malignidad de la pornografía, d<strong>el</strong> lenguaje blasfemo<br />
y de la vulgaridad, y considerarse totalmente<br />
virtuoso?” (véase Liahona, enero de 1987, pág. 47).<br />
Presidente Harold B. Lee<br />
“Existen fuerzas perniciosas entre nosotros que<br />
constantemente tocan a nuestra puerta e intentan<br />
colocarles trampas a nuestros jóvenes, en particular<br />
a los que son incautos y desconocen la manera de<br />
obrar d<strong>el</strong> mundo. Me refiero a la batalla contra la<br />
venta de licor, los juegos de azar, la prostitución, la<br />
pornografía y a nuestros esfuerzos por ayudar a la<br />
gente cristiana que desea santificar <strong>el</strong> día de reposo”<br />
(en Conference Report, abril de 1970, pág. 54).<br />
Presidente Howard W. Hunter<br />
“Sean fi<strong>el</strong>es a sus convenios matrimoniales en pensamiento,<br />
palabra y hecho. La pornografía, <strong>el</strong> flirteo y<br />
las malsanas fantasías corroen la integridad personal<br />
y asestan un feroz golpe a los cimientos de un <strong>matrimonio</strong><br />
f<strong>el</strong>iz. De ese modo se destruyen la unidad y la<br />
confianza de un <strong>matrimonio</strong>. El que no domine sus<br />
pensamientos y cometa así adulterio en su corazón,<br />
si no se arrepiente, no tendrá <strong>el</strong> Espíritu, sino que<br />
negará la fe y temerá (véase D. y C. 42:23; 63:16)”<br />
(Liahona, enero de 1994, pág. 57).<br />
Presidente Gordon B. Hinckley<br />
“Tal como se nos ha recordado, ésta es una época de<br />
gran maldad en <strong>el</strong> mundo. No hace falta recordar<br />
eso a nadie. Estamos constantemente expuestos a<br />
la inmundicia y a la suciedad de la pornografía, al<br />
comportamiento lascivo y maligno totalmente<br />
impropio d<strong>el</strong> que posee <strong>el</strong> sacerdocio de Dios”<br />
(Liahona, julio de 1999, pág. 60).<br />
“Estamos siendo invadidos por la creciente plaga de<br />
la pornografía… Muchos hombres que han participado<br />
d<strong>el</strong> fruto prohibido han visto su <strong>matrimonio</strong><br />
destruido, han perdido <strong>el</strong> respeto por sí mismos,<br />
destrozado <strong>el</strong> corazón de su compañera y llegado a<br />
comprender que <strong>el</strong> camino plagado de trampas que<br />
los condujo a ese punto comenzó al leer o mirar<br />
pornografía…<br />
“Múltiples escenas de perversión sexual, de violencia<br />
y de bestialidad están cada día más al alcance<br />
de aqu<strong>el</strong>los que sucumben ante tales tentaciones.<br />
Cuando estas cosas acontecen, las actividades r<strong>el</strong>igiosas<br />
de seguro comienzan a perder atractivo<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />
puesto que son tan incompatibles como <strong>el</strong> agua y <strong>el</strong><br />
aceite” (véase Liahona, enero de 1994, pág. 82).<br />
“No tienen por qué ser víctimas de Satanás, ya que<br />
dentro de ustedes está la capacidad de <strong>el</strong>evarse por<br />
encima de las artimañas y seducciones d<strong>el</strong> adversario.<br />
Desháganse d<strong>el</strong> entretenimiento excitante, de la pornografía<br />
que lleva a los deseos malignos y a las actividades<br />
deplorables. Esposas, vean en sus maridos a sus<br />
compañeros preciados, y vivan de forma digna de esa<br />
r<strong>el</strong>ación” (Liahona, julio de 1991, pág. 80).<br />
“Ustedes no pueden permitirse involucrarse en ninguna<br />
forma de pornografía. Sencillamente no pueden<br />
permitirse participar en prácticas inmorales ni<br />
bajar las barreras de la restricción sexual. Las emociones<br />
que se suscitan dentro de ustedes y que hacen<br />
que los muchachos les parezcan atractivos a las chicas<br />
y que las chicas les parezcan atractivas a los<br />
muchachos son parte de un plan divino, pero deben<br />
sujetarse por las riendas, subyugarse y dominarse, o<br />
los destruirán y los harán indignos de muchas de las<br />
grandes bendiciones que <strong>el</strong> Señor les tiene pre<strong>para</strong>das”<br />
(véase Liahona, julio de 1992, pág. 71).<br />
“Quisiera leer una carta que recibí de un hombre<br />
que tenía vergüenza de firmarla. Dice así:<br />
“‘Soy un hombre de treinta y cinco años y me convertí<br />
a la Iglesia hace más de diez años. La mayor<br />
parte de mi vida adulta he sido adicto a la pornografía.<br />
Me da vergüenza admitirlo. Este vicio es tan<br />
fuerte como <strong>el</strong> alcoholismo o la adicción a las drogas.<br />
“‘Cuando vi por primera vez material pornográfico,<br />
era un niño. Un primo mayor abusó de mí sexualmente<br />
y se valió de la pornografía <strong>para</strong> atraer mi interés.<br />
Estoy convencido de que <strong>el</strong> haber estado expuesto<br />
a esa edad al sexo y a la pornografía es la raíz de mi<br />
vicio. Pienso que es una ironía que los que apoyan <strong>el</strong><br />
negocio de la pornografía digan que es un asunto de<br />
libertad de expresión. Yo no tengo libertad. He perdido<br />
mi albedrío porque no he podido superar esto.<br />
Para mí es una trampa y no veo la forma de librarme<br />
de <strong>el</strong>la. Le ruego con todas mis fuerzas que exhorte a<br />
los hermanos de la Iglesia no sólo a evitar la pornografía<br />
sino a <strong>el</strong>iminar de su vida todo lo que dé origen<br />
a esos materiales pornográficos…<br />
“‘En suma, presidente Hinckley, le ruego que ore por<br />
mí y otros de la Iglesia que tengan ese problema,<br />
<strong>para</strong> que tengamos <strong>el</strong> valor y la fuerza <strong>para</strong> superar<br />
esta horrible aflicción’.<br />
“Hermanos, no es posible la f<strong>el</strong>icidad ni la paz si<br />
uno se rinde a la debilidad de rebajarse a hacer estas