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el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus

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164<br />

F UNCIONES Y RESPONSABILIDADES DIVINAS DE LA MUJER<br />

que recibirán las bendiciones d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o y “todo lo que<br />

[<strong>el</strong>] Padre tiene” (véase D. y C. 84:38) en cuanto magnifiquen<br />

<strong>el</strong> llamamiento más noble de todos: ser<br />

madre en Sión. En <strong>el</strong> nombre de Jesucristo. Amén.<br />

LAS MUJERES DE LA IGLESIA<br />

Presidente Gordon B. Hinckley<br />

Presidente de la Iglesia<br />

Liahona, enero de 1997, págs.<br />

75–78<br />

Las mujeres constituyen una parte<br />

esencial d<strong>el</strong> plan<br />

La mitad o, posiblemente, más de la mitad de los<br />

miembros adultos de la Iglesia son mujeres, y es a<br />

<strong>el</strong>las en particular que quisiera hablar esta mañana.<br />

Lo hago con la esperanza de que también los hombres<br />

presten atención.<br />

Ante todo quisiera decirles a ustedes, hermanas, que<br />

de ninguna manera ocupan un segundo lugar en <strong>el</strong><br />

plan de nuestro Padre <strong>para</strong> la f<strong>el</strong>icidad eterna y <strong>el</strong><br />

bienestar de Sus hijos, sino que constituyen una<br />

parte absolutamente esencial de ese plan.<br />

Sin ustedes <strong>el</strong> plan no podría funcionar. Sin ustedes<br />

la totalidad d<strong>el</strong> programa se vería truncado.<br />

Como lo he dicho antes desde este púlpito,<br />

cuando se verificó <strong>el</strong> proceso de la Creación,<br />

Jehová, <strong>el</strong> Creador, bajo la guía de Su Padre, primeramente<br />

separó la luz de las tinieblas, y después<br />

separó la tierra de las aguas. Entonces creó todo<br />

género de vegetación, seguido por la creación de<br />

los animales. Después fue creado <strong>el</strong> hombre y, <strong>para</strong><br />

culminar ese acto de divinidad, como coronación,<br />

creó Dios a la mujer.<br />

Cada una de ustedes es una hija de Dios, heredera<br />

de un legado divino, posición que no tienen la<br />

necesidad de defender.<br />

Las mujeres de la Iglesia son una<br />

gran fortaleza<br />

Al viajar por diferentes partes d<strong>el</strong> mundo, me entrevistan<br />

representantes de los medios de comunicación.<br />

Sin excepción me preguntan sobre <strong>el</strong> lugar<br />

que ocupa la mujer en la Iglesia, y lo hacen en un<br />

E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />

tono casi acusatorio, como si nosotros denigráramos<br />

o rebajáramos a las mujeres. También sin excepción<br />

yo les respondo que no sé de ninguna otra organización<br />

en todo <strong>el</strong> mundo que conceda a la mujer<br />

tantas oportunidades <strong>para</strong> desarrollarse, <strong>para</strong> asociarse<br />

con otras personas, <strong>para</strong> realizar grandes actos<br />

en beneficio de los demás, ni <strong>para</strong> ocupar cargos de<br />

liderazgo y de responsabilidad.<br />

Habría deseado que esos reporteros hubieran estado<br />

en <strong>el</strong> Tabernáculo <strong>el</strong> sábado de la semana pasada<br />

con motivo de la reunión general de la Sociedad de<br />

Socorro. Fue motivo de enorme inspiración observar<br />

los rostros de las muchísimas hijas de Dios allí reunidas,<br />

mujeres de fe y gran capacidad, mujeres que<br />

conocen <strong>el</strong> significado de la vida y que entienden la<br />

naturaleza divina de su creación. Cómo habría querido<br />

que esos reporteros hubieran escuchado <strong>el</strong><br />

magnífico coro femenino integrado por las jóvenes<br />

alumnas de la Universidad Brigham Young, quienes<br />

nos conmovieron con la hermosura de sus voces.<br />

Cómo habría deseado que escucharan los conmovedores<br />

mensajes de la presidencia general de la<br />

Sociedad de Socorro, al referirse cada una de <strong>el</strong>las a<br />

un aspecto d<strong>el</strong> tema: la fe, la esperanza y la caridad.<br />

¡Qué mujeres tan capaces! Se expresan con poder,<br />

con convicción y con gran persuasión. El presidente<br />

Faust puso broche final a la reunión con un extraordinario<br />

discurso.<br />

Si esos reporteros que están siempre tan prestos a<br />

hacer la pregunta hubieran estado presentes en esa<br />

vasta congregación, habrían comprendido, aun sin<br />

hacer preguntas adicionales, que las mujeres de la<br />

Iglesia son poseedoras de gran fortaleza y capacidad.<br />

En <strong>el</strong>las hay liderazgo y dirección, un cierto espíritu<br />

de independencia, y al mismo tiempo una notoria<br />

satisfacción al sentirse parte de éste, <strong>el</strong> reino d<strong>el</strong><br />

Señor, y al trabajar hombro a hombro con <strong>el</strong> sacerdocio<br />

<strong>para</strong> hacerlo avanzar.<br />

Las verdaderas arquitectas de la nación<br />

Muchas de ustedes presentes hoy aquí estaban en<br />

esa reunión. Hoy están acompañadas de sus esposos,<br />

hombres a quienes ustedes aman, honran y respetan,<br />

quienes, a su vez, las aman, las honran y las respetan<br />

a ustedes. Ustedes saben cuán afortunadas son<br />

por estar casadas con un buen hombre que es su<br />

compañero en esta vida y lo seguirá siendo por la<br />

eternidad. Juntos, al haber servido en muchas funciones,<br />

al haber criado a una familia y al haber sido<br />

sus proveedores, se han enfrentado a una variedad

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