el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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M ORALIDAD Y MODESTIA<br />
no lo recuerdo más” (D. y C. 58:42). Compartan sus<br />
cargas con sus padres si pueden; y por favor, confiésense<br />
con <strong>el</strong> obispo que está deseoso de ayudarles”<br />
(Liahona, abril de 2001, págs. 36–39).<br />
“Si quieren hurgar la pornografía, pueden hacerlo<br />
muy fácilmente. Levantan <strong>el</strong> t<strong>el</strong>éfono y marcan un<br />
número que conocen. Encienden la computadora y<br />
se d<strong>el</strong>eitan en la indecencia d<strong>el</strong> ciberespacio.<br />
“Me temo que esto esté ocurriendo en <strong>el</strong> hogar de<br />
algunos de ustedes. Es malsano. Es lujurioso e<br />
inmundo. Es tentador y crea hábito. Llevará a un<br />
joven o a una joven directo a la destrucción, no<br />
les quepa la menor duda. Es abyecta sordidez que<br />
enriquece a los que lo explotan y empobrece a sus<br />
víctimas.<br />
“Lamento decir que muchos de los mismísimos<br />
padres de familia se dejan atraer por <strong>el</strong> señu<strong>el</strong>o de<br />
los que venden indecencias. Algunos de <strong>el</strong>los también<br />
buscan en Internet lo que es lujurioso y lascivo.<br />
Si hay hombre alguno que me esté oyendo y<br />
que esté mezclado en esto, o que se esté dirigiendo<br />
en ese rumbo, le suplico que saque eso de su vida.<br />
Aléjense de eso y manténganse alejados. Si no se<br />
alejan se les convertirá en una obsesión; destruirá su<br />
vida de hogar; destruirá su <strong>matrimonio</strong>; quitará lo<br />
bueno y lo hermoso de su r<strong>el</strong>ación familiar y reemplazará<br />
éstos con fealdad y desconfianza.<br />
“A ustedes, los hombres jóvenes y a las jovencitas<br />
que son sus compañeras, les imploro que no se ensucien<br />
la mente con esas cosas horribles y depravadas.<br />
Tienen por objeto estimularles la curiosidad, atraparlos<br />
en su trampa. Les quitarán la hermosura de su<br />
vida. Los conducirán a lo tenebroso y repugnante”<br />
(Liahona, enero de 2001, pág. 62).<br />
Las consecuencias de la obediencia<br />
y la desobediencia<br />
Jacob 2:28–29, 33<br />
A los nefitas se les advirtió que si no guardaban la<br />
ley de castidad, no prosperarían en la tierra. El no<br />
guardar la ley de castidad causa “una terrible maldición,<br />
aun hasta la destrucción”.<br />
H<strong>el</strong>amán 13:38<br />
Los individuos que procuren hallar f<strong>el</strong>icidad en gratificar<br />
las lujurias de la carne no la encontrarán porque<br />
la iniquidad se opone a la naturaleza misma de<br />
la f<strong>el</strong>icidad. Compárese con lo escrito en Alma<br />
41:10: “…la maldad nunca fue f<strong>el</strong>icidad”.<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />
3 Nefi 6:16–18<br />
La corrupción moral de los nefitas llegó a ser tan<br />
grave que llegaron “a ser llevados por las tentaciones<br />
d<strong>el</strong> diablo doquier que él quería llevarlos, y a cometer<br />
cualquier iniquidad que él deseaba”.<br />
Doctrina y Convenios 121:45<br />
La virtud, en conjunto con la caridad y la fe, hace<br />
que tu confianza en la r<strong>el</strong>ación que tienes con Dios<br />
se afiance y permite que las doctrinas d<strong>el</strong> sacerdocio<br />
destilen “sobre tu alma como rocío d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o”.<br />
Élder Spencer W. Kimball<br />
“Entre los pecados más comunes que cometen<br />
nuestros jóvenes están comprendidos <strong>el</strong> besuqueo<br />
y las caricias indecorosas. Estas r<strong>el</strong>aciones impropias<br />
no sólo conducen frecuentemente a la fornicación,<br />
al embarazo y al aborto —todos <strong>el</strong>los pecados<br />
repugnantes— sino que son maldades perniciosas<br />
en sí y de sí mismas, y con frecuencia le es difícil<br />
a la juventud distinguir dónde una acaba y la otra<br />
empieza. Despiertan la lujuria e incitan malos pensamientos<br />
y deseos sexuales. No son sino partes<br />
de la familia completa de pecados e indiscreciones<br />
análogas…<br />
“Por motivo de su gravedad, este pecado [<strong>el</strong> de la<br />
homosexualidad] impone un fuerte castigo sobre <strong>el</strong><br />
que no se arrepiente. El <strong>of</strong>ensor podrá comprender<br />
que la suspensión de derechos o la excomunión es<br />
<strong>el</strong> castigo prescrito <strong>para</strong> las caricias impúdicas, <strong>el</strong><br />
adulterio, la fornicación y pecados com<strong>para</strong>bles, si<br />
no hay un arrepentimiento adecuado; sin embargo,<br />
con frecuencia supone que en vista de que sus actos<br />
no se han cometido con una persona d<strong>el</strong> sexo<br />
opuesto, él no está en pecado. Por consiguiente,<br />
hágase saber con toda claridad que la gravedad d<strong>el</strong><br />
pecado de homosexualidad es igual o mayor que <strong>el</strong><br />
de fornicación o adulterio, y que la Iglesia d<strong>el</strong> Señor<br />
con igual presteza procederá a suspender o excomulgar<br />
al homosexual impenitente, como lo hará con <strong>el</strong> fornicador<br />
o adúltero que no se arrepienta” (El Milagro d<strong>el</strong><br />
Perdón, págs. 63–64, 79–80).<br />
Élder Neal A. Maxw<strong>el</strong>l<br />
“Los que se burlan de los tradicionales valores<br />
morales deben hacer caso de las lecciones de historia<br />
de los Durant, que menciono a continuación:<br />
“ ‘…<strong>el</strong> joven en <strong>el</strong> que bullen las hormonas se preguntará<br />
por qué no debe satisfacer libremente sus<br />
deseos sexuales; y si no le refrenan las costumbres,