el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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El ambiente espiritual<br />
La rápida y extensa deterioración de los valores<br />
morales se caracteriza por una preocupación —<br />
incluso una obsesión— con <strong>el</strong> acto procreativo. La<br />
abstinencia antes d<strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong> y la fid<strong>el</strong>idad dentro<br />
de él se ridiculizan públicamente; <strong>el</strong> <strong>matrimonio</strong><br />
y la paternidad se ridiculizan como algo opresivo e<br />
innecesario. El recato, una virtud de personas o<br />
sociedades refinadas, prácticamente ha desaparecido.<br />
El tentador<br />
El adversario tiene c<strong>el</strong>os de todos los que tienen<br />
<strong>el</strong> poder de procrear. Él no puede engendrar vida:<br />
es impotente. Él, así como todos aqu<strong>el</strong>los que lo<br />
siguieron, fueron expulsados y perdieron <strong>el</strong> derecho<br />
de tener un cuerpo mortal. Sus áng<strong>el</strong>es incluso<br />
imploraron poder habitar los cuerpos de los cerdos<br />
(véase Mateo 8:31). Y las rev<strong>el</strong>aciones nos dicen que<br />
“él busca que todos los hombres sean miserables<br />
como él” (2 Nefi 2:27).<br />
Cada vez con menos excepciones, lo que vemos,<br />
leemos y oímos tiene como tema principal <strong>el</strong> acto<br />
sexual. Cualquier tipo de censura es tildada de ser<br />
una violación a la libertad d<strong>el</strong> individuo.<br />
Lo que debería ser absolutamente privado se expone<br />
y se representa abiertamente, mientras que, cada<br />
vez con mayor frecuencia, en las sombras hay drogas,<br />
pornografía, perversión, infid<strong>el</strong>idad, aborto e<br />
incesto y abuso sexual. A todo esto se suma ahora<br />
una peste que es de proporciones bíblicas. Y todo<br />
esto va en aumento.<br />
La sociedad actual se desliga de cualquier responsabilidad,<br />
excepto al enseñarles a los niños <strong>el</strong> proceso<br />
físico de la reproducción humana con <strong>el</strong> fin de prevenir<br />
embarazos y enfermedades o al darles anticonceptivos<br />
a los adolescentes los cuales supuestamente<br />
han de protegerlos de ambas cosas.<br />
Cuando se hace esfuerzo alguno por incluir en las<br />
asignaturas los valores morales —no únicamente valores<br />
de la Iglesia, sino de la civilización y la sociedad<br />
misma— se escucha la protesta: “Nos imponen la r<strong>el</strong>igión,<br />
lo cual es una violación de nuestra libertad”.<br />
Libertad de <strong>el</strong>ección<br />
Aunque se aprueban leyes <strong>para</strong> disminuir la contaminación<br />
de la tierra, cualquier propuesta que se<br />
haga <strong>para</strong> proteger <strong>el</strong> ambiente moral y espiritual es<br />
rechazada y censurada como una restricción de la<br />
libertad, <strong>el</strong> albedrío y <strong>el</strong> derecho de <strong>el</strong>ección.<br />
Es interesante cómo una virtud, cuando se le da<br />
un énfasis exagerado o fanático, puede usarse <strong>para</strong><br />
derribar otra virtud. ¡Se ap<strong>el</strong>a a la libertad, que es una<br />
virtud, <strong>para</strong> justificar <strong>el</strong> vicio! Los que tienen la determinación<br />
de transgredir las leyes ven cualquier regla<br />
referente a su tipo de vida como una interferencia a<br />
su libertad y se esfuerzan por lograr que se toleren y<br />
se perdonen sus acciones haciéndolas legales.<br />
Las personas que en otros aspectos son razonables<br />
dicen: “No tengo intención de actuar así, pero sí<br />
apoyo la libertad de <strong>el</strong>ección de quienes quieren<br />
vivir así”.<br />
Un argumento ilógico<br />
No importa cuán sublime y moral suene <strong>el</strong> argumento<br />
en favor de la “libertad de <strong>el</strong>ección”, es<br />
sumamente ilógico. Con ese mismo razonamiento,<br />
uno podría insistir que todas las señales o barreras<br />
de tránsito, que protegen la vida d<strong>el</strong> descuidado,<br />
deberían abolirse siguiendo la teoría de que cada cual<br />
tiene <strong>el</strong> derecho moral de escoger cuánto acercarse<br />
al precipicio.<br />
No hay “libre albedrío”<br />
La frase “libre albedrío” no aparece en las Escrituras.<br />
El único albedrío d<strong>el</strong> que se habla es <strong>el</strong> albedrío<br />
moral, “…que yo he dado”, dijo <strong>el</strong> Señor, “<strong>para</strong> que<br />
todo hombre responda por sus propios pecados en <strong>el</strong><br />
día d<strong>el</strong> juicio” (D. y C. 101:78; cursiva agregada).<br />
Dar oído a la advertencia<br />
El Señor exhortó a los miembros de Su Iglesia: “No<br />
sea pr<strong>of</strong>anado por mis enemigos lo que yo he designado,<br />
por consentimiento de aqu<strong>el</strong>los que llevan mi nombre;<br />
porque es un pecado muy penoso y grave contra<br />
mí y contra mi pueblo, a causa de las cosas que he<br />
decretado y que en breve sobrevendrán a las naciones”<br />
(D. y C. 101:97–98; cursiva agregada).<br />
Debido a que las leyes de los hombres, por lo general,<br />
no tienen que ver con asuntos morales, se nos<br />
enseña a “obedecer, honrar y sostener la ley”<br />
(Artículo de Fe Nº 12), “porque quien guarda las<br />
leyes de Dios no tiene necesidad de infringir las<br />
leyes d<strong>el</strong> país” (D. y C. 58:21).<br />
El derecho de expresarnos<br />
M ORALIDAD Y MODESTIA 299<br />
Cuando surge un asunto moral, los líderes de la<br />
Iglesia tienen la responsabilidad de expresar su punto<br />
de vista. Los juegos de azar, por ejemplo, son un<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO