el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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<strong>el</strong> cuarto lugar. Las cintas violetas fueron <strong>para</strong> los<br />
campeones que exhibí más tarde.<br />
Gracias, élder N<strong>el</strong>son.<br />
Hermanos, mediante experiencias de rigor, aprendí<br />
la importancia de mantenerme al tanto de los fluctuantes<br />
precios d<strong>el</strong> mercado de carnes local; con la<br />
ayuda de mi padre, que era contador, llevaba un<br />
registro de ganancias y pérdidas. Como en todo lo<br />
demás, mis padres, tan bien dispuestos, terminaron<br />
haciendo <strong>el</strong>los mismos parte d<strong>el</strong> trabajo, incluso<br />
una madre especial, nacida hoy hace 95 años. Ella<br />
me enseñó a trabajar y me amó tanto que supo<br />
cómo corregirme.<br />
A fin de contar con alimento barato <strong>para</strong> dar a mis<br />
cerdos, compraba en una panadería docenas y docenas<br />
de pan añejo a un centavo cada uno; además, si<br />
llegaba a la lechería a la hora apropiada, conseguía<br />
cerca de doscientos ochenta litros de leche descremada<br />
¡gratis! Ahora pago dos dólares con cincuenta<br />
centavos por cuatro litros, ¡qué ironía increíble! Con<br />
lo que ahorraba, podía utilizar <strong>el</strong> poco dinero en<br />
efectivo que tenía en cereal, algo indispensable <strong>para</strong><br />
los cerdos.<br />
Muchas veces, una cerda preñada paría después de<br />
medianoche. La fatiga que sentía entonces era muy<br />
real; pero en todo <strong>el</strong>lo tenía un sentimiento de satisfacción,<br />
incluso por poder contribuir a los menús de<br />
la familia. La mayoría de los jovencitos como yo<br />
hacían trabajos similares. En esa época, todos éramos<br />
igualmente pobres, y no lo sabíamos. El trabajo<br />
se daba por sentado; hoy, muchas personas dan por<br />
sentado <strong>el</strong> recibir ayuda.<br />
Había, también, desventajas sociales en la cría de<br />
cerdos. Tímido por naturaleza, recuerdo vívidamente<br />
<strong>el</strong> día en que <strong>el</strong> director de la escu<strong>el</strong>a secundaria<br />
fue a mi clase y me dijo, enfrente de todos:<br />
“Neal, tu mamá llamó y dice que tus cerdos se escaparon”.<br />
Sentí ganas de esconderme bajo mi escritorio,<br />
pero tuve que correr a casa <strong>para</strong> ayudar a arrear<br />
los cerdos <strong>para</strong> <strong>el</strong> corral.<br />
Agradecimiento a los padres que enseñan<br />
a trabajar<br />
Mi padre, cariñoso pero estricto, me hizo ver que,<br />
aunque yo trabajaba afanosamente, a veces no hacía<br />
mi trabajo con cuidado. La exc<strong>el</strong>encia era algo foráneo<br />
<strong>para</strong> mí. Un día de verano tomé la determinación<br />
de complacer a mi padre colocando cierta<br />
cantidad de postes <strong>para</strong> una cerca, firmes y bien ali-<br />
L A F AMILIA: UNA PROCLAMACIÓN PARA EL MUNDO 239<br />
neados. Trabajé arduamente todo <strong>el</strong> día, y luego me<br />
puse a escudriñar con expectativa <strong>el</strong> camino por <strong>el</strong><br />
cual papá iba a regresar. Cuando llegó, lo observé<br />
con inquietud mientras él inspeccionaba los postes<br />
con cuidado, incluso examinándolos con un niv<strong>el</strong><br />
antes de declararse enteramente satisfecho. Después<br />
me <strong>el</strong>ogió. El sudor de mi frente se ganó <strong>el</strong> encomio<br />
de papá, que me conmovió <strong>el</strong> corazón.<br />
Les ruego perdonen este breve comentario autobiográfico<br />
que hago <strong>para</strong> expresar mi pr<strong>of</strong>unda<br />
gratitud por haber aprendido a trabajar desde la<br />
infancia. Aun así, hermanos, no siempre puse mi<br />
“hombro a la lid con fervor” (Himnos, Nº 164),<br />
pero aprendí algo sobre hombros y luchas, lo cual<br />
me ayudó más ad<strong>el</strong>ante cuando las luchas de la<br />
vida se hicieron más intensas. Algunos jóvenes de<br />
hoy, generalmente buenos, piensan erróneamente<br />
que <strong>el</strong> poner <strong>el</strong> “hombro a la lid” ¡es <strong>el</strong> equivalente<br />
a sus esfuerzos por conseguir prestado <strong>el</strong><br />
auto de los padres!<br />
El evang<strong>el</strong>io d<strong>el</strong> trabajo<br />
Nuestro Padre C<strong>el</strong>estial describió Su vasto plan<br />
<strong>para</strong> Sus hijos, diciendo: “…he aquí, ésta es mi<br />
obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y<br />
la vida eterna d<strong>el</strong> hombre” (Moisés 1:39, cursiva<br />
agregada). Consideremos la importancia de que<br />
<strong>el</strong> Señor haya utilizado la palabra obra, o sea, trabajo.<br />
Lo que Él hace con tanto amor y disposición<br />
redentora es, sin embargo, trabajo, ¡incluso <strong>para</strong><br />
Él! Asimismo, nosotros hablamos de “labra[r]<br />
[n]uestra propia salvación” (Mormón 9:27), d<strong>el</strong><br />
“evang<strong>el</strong>io de trabajo”, de la “ley de la cosecha”<br />
y d<strong>el</strong> “sudor de[l] rostro” (véase Moisés 5:1; véase<br />
también JST, Génesis 4:1). Éstas no son frases<br />
vacías, sino que más bien destacan la importancia<br />
d<strong>el</strong> trabajo. En realidad, hermanos, <strong>el</strong> trabajo es<br />
siempre una necesidad espiritual, aunque <strong>para</strong><br />
algunos no sea una necesidad económica.<br />
Por eso, les hablo como a buenos jóvenes que son,<br />
inclusive a siete nietos que hoy están aquí escuchando,<br />
entre <strong>el</strong>los a dos misioneros, y a tres diáconos<br />
recién ordenados, <strong>para</strong> recordarles que <strong>el</strong><br />
Evang<strong>el</strong>io de trabajo es parte de “la plenitud d<strong>el</strong><br />
evang<strong>el</strong>io”. Aun cuando sea gozosa, la obra misional<br />
es trabajo; aun cuando sea gozosa, la obra d<strong>el</strong><br />
templo es trabajo. De ahí que algunos de nuestros<br />
jóvenes un tanto indiferentes trabajen, pero mayormente<br />
<strong>para</strong> complacerse.<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO