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el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus

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180<br />

F UNCIONES Y RESPONSABILIDADES DIVINAS DE LA MUJER<br />

ciertos padres en particular con ciertos hijos en<br />

particular. Sin duda, todos –casados o solteros, con<br />

hijos o sin <strong>el</strong>los– vemos a diario un poquito de<br />

Adán y Eva y un poquito de Caín y Ab<strong>el</strong> en nuestras<br />

experiencias de la vida cotidiana. Estemos casados o<br />

no, tengamos hijos o no, todos experimentamos<br />

hasta cierto punto algo de lo que sintieron Lehi,<br />

Saríah, Lamán, Nefi, Rut, Noemí, Ester, los hijos de<br />

H<strong>el</strong>amán y las hijas de Isma<strong>el</strong>.<br />

Tales r<strong>el</strong>atos son tipo y sombra de nuestras propias<br />

alegrías y angustias terrenales, d<strong>el</strong> mismo modo en<br />

que José y María fueron, de cierta manera, tipo y<br />

sombra de la devoción paternal al cuidar d<strong>el</strong> Hijo de<br />

Dios. Me parece que todos estos casos son símbolos<br />

de principios y normas más <strong>el</strong>evados, símbolos<br />

escogidos con mucho cuidado <strong>para</strong> indicarnos <strong>el</strong><br />

camino, ya sea que estemos casados o solteros, jóvenes<br />

o ancianos, con familia o sin <strong>el</strong>la.<br />

Y, claro está, <strong>el</strong> templo tiene mucho de simbólico.<br />

¿Me permiten compartir una experiencia que tuve<br />

hace algunos meses concerniente a la s<strong>el</strong>ección cuidadosa<br />

de palabras y símbolos? He escogido con<br />

cuidado las palabras que usaré <strong>para</strong> evitar compartir<br />

algo que no se deba fuera d<strong>el</strong> templo. Las citas las<br />

tomo de las Escrituras publicadas.<br />

Tal vez fue por coincidencia (alguien dijo: “Una<br />

coincidencia es un pequeño milagro en <strong>el</strong> cual Dios<br />

prefiere quedar anónimo”), pero sea como sea,<br />

mientras esperaba en la capilla, me senté junto a<br />

un hombre entrado en años que repentina y dulcemente<br />

se tornó a mí y me dijo: “Si quieres tener<br />

una idea bien definida de la creación, lee Abraham<br />

4”. Al buscar <strong>el</strong> Libro de Abraham, justo pasé por<br />

Moisés 3:5: “…Porque yo, Dios <strong>el</strong> Señor, creé espiritualmente<br />

todas las cosas de que he hablado, antes<br />

que existiesen físicamente sobre la faz de la tierra…”.<br />

Otro mensaje de tipos y sombras: un patrón<br />

espiritual que le da significado a las creaciones<br />

mortales. Después leí Abraham 4 con detenimiento<br />

y aproveché la oportunidad de ir a una sesión de<br />

iniciatorias. Al concluir sentí un aumento en la luz<br />

rev<strong>el</strong>adora que iluminaba algo que siempre supe de<br />

todo corazón que era verdad: los hombres y las<br />

mujeres son coherederos de las bendiciones d<strong>el</strong><br />

sacerdocio, y aunque son los hombres quienes tienen<br />

la mayor responsabilidad de administrarlo, las<br />

mujeres también tienen responsabilidades r<strong>el</strong>acionadas<br />

con <strong>el</strong> sacerdocio.<br />

Después, al asistir a una sesión de investiduras, me<br />

pregunté: Si yo fuera <strong>el</strong> Señor y pudiera darles a Mis<br />

E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />

hijos en la tierra un ejemplo sencillo pero lleno de<br />

poderoso simbolismo sobre sus funciones y misiones,<br />

¿qué tanto les daría y por dónde comenzaría? Escuché<br />

cada palabra y busqué patrones y prototipos.<br />

Les presento una cita tomada de Abraham 4:27:<br />

“De modo que los Dioses descendieron <strong>para</strong> organizar<br />

al hombre a su propia imagen, <strong>para</strong> formarlo a<br />

imagen de los Dioses, <strong>para</strong> formarlos varón y hembra”<br />

(cursiva agregada). Los formaron varón y hembra<br />

a la imagen de los Dioses, a Su propia imagen.<br />

Más ad<strong>el</strong>ante, en una conmovedora conversación con<br />

Dios, Adán dice que llamará a la mujer Eva. ¿Y por<br />

qué la llamará así? “…por cuanto <strong>el</strong>la [es] la madre de<br />

todos los vivientes” (Génesis 3:20; Moisés 4:26)<br />

Con ternura reconozco <strong>el</strong> dolor muy real de muchas<br />

solteras y muchas casadas que no tienen hijos<br />

cuando se habla de ser madre, y me pregunto si<br />

podremos reflexionar sobre una posibilidad referente<br />

a nuestra naturaleza eterna de mujeres, lo que nos<br />

une a pesar de nuestras diferencias. A Eva se la identificó<br />

como “la madre de todos los vivientes” muchos<br />

años o décadas o tal vez siglos antes de tener siquiera<br />

un hijo. Parece ser que su naturaleza de madre existió<br />

antes de que se convirtiera en madre, así como la perfección<br />

d<strong>el</strong> Huerto existió antes de las dificultades de la<br />

vida terrenal. Me parece que la palabra madre es una<br />

de esas palabras que se escogió con mucho cuidado<br />

por ser una palabra tan rica y llena de significados.<br />

No debemos permitir, cueste lo que cueste, que esa<br />

palabra sea causa de división entre nosotros. Creo<br />

que ante todo y primero que nada, la palabra describe<br />

nuestra naturaleza y no la cantidad de hijos<br />

que tengamos.<br />

Sólo tengo tres hijos, y he derramado lágrimas porque<br />

no puedo tener más. Sé que algunas de ustedes<br />

también han derramado lágrimas, y también son<br />

demasiadas las que sencillamente se enfadan por <strong>el</strong><br />

tema en sí. Por <strong>el</strong> bien de nuestra condición eterna<br />

de madre, les ruego que esta situación no se prolongue.<br />

Hay mujeres que dan a luz y crían a sus hijos<br />

sin jamás ser “madres” de <strong>el</strong>los. Hay otras, a quienes<br />

amo con todo mi corazón, que son “madres” toda<br />

la vida pero que nunca han dado a luz. Y todas<br />

somos hijas de Eva, casadas o solteras, con hijos o<br />

sin <strong>el</strong>los. Hemos sido creados a imagen de los<br />

Dioses <strong>para</strong> llegar a ser dioses y diosas. Estamos en<br />

condición de brindar algo de ese patrón divino, de<br />

ese prototipo maternal, a las demás y a las que vendrán.<br />

Sin importar en qué circunstancias nos encontremos,<br />

todas podemos extender una mano, hacer

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