el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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la nota y descubrió que decía: “A quién encuentre<br />
esto: Te quiero”.<br />
¿Qué tan firme es la tradición patriótica<br />
en nuestros hogares?<br />
El año pasado, en la noche d<strong>el</strong> sábado justo antes<br />
de Navidad, dos jóvenes –muchachos en realidad–<br />
bien aseados y atractivos, se pusieron de pie frente<br />
a sus camaradas, sin dejar muy lejos <strong>el</strong> bagaje <strong>para</strong><br />
la batalla, en Playa China, cerca de DaNang, en<br />
Vietnam d<strong>el</strong> Sur, y entonaron “Noche de paz”. No<br />
tenían acompañamiento musical, pero no se olvidará<br />
jamás <strong>el</strong> timbre dulce y claro de sus voces y<br />
la emoción que todos sentimos. A la mañana<br />
siguiente, antes d<strong>el</strong> crepúsculo, uno de esos muchachos<br />
vino al lugar donde yo dormía <strong>para</strong> despedirse<br />
y darme la mano una vez más antes de unirse a su<br />
tropa que estaba a punto de partir hacia la maleza<br />
en una misión de búsqueda y destrucción. No se<br />
trataba de la actividad que él prefería <strong>para</strong> <strong>el</strong> día de<br />
reposo ya que se sentía desilusionado al no poder<br />
adorar junto a los demás soldados en la reunión que<br />
teníamos planeada, pero partió <strong>para</strong> cumplir con su<br />
deber. No cabe duda al respecto de la tradición que<br />
se trasmitió en <strong>el</strong> hogar de ese joven.<br />
El autodominio en <strong>el</strong> hogar<br />
Padres, madres, en <strong>el</strong> hogar ¿qué tradición le estamos<br />
inculcando a la siguiente generación en lo que<br />
se refiere al autodominio, <strong>el</strong> cual abarca <strong>el</strong> dominio<br />
de la lengua, d<strong>el</strong> genio y de los apetitos? En 1884,<br />
[<strong>el</strong> escritor escocés] Henry Drummond declaró algo<br />
al respecto que se puede leer con frecuencia <strong>para</strong><br />
bien de cada uno de nosotros:<br />
“Solemos ver <strong>el</strong> mal genio como una debilidad que<br />
no hace mal a nadie. Nos referimos a él como si se<br />
tratara de una mera flaqueza en nuestra naturaleza,<br />
una falla en la familia y un asunto de temperamento,<br />
en lugar de verlo como algo que se debe<br />
considerar seriamente al medir <strong>el</strong> carácter de un<br />
hombre. Y sin embargo… la Biblia lo denuncia una<br />
y otra vez como uno de los <strong>el</strong>ementos más destructivos<br />
de la naturaleza humana.<br />
“Lo peculiar d<strong>el</strong> mal humor es que es <strong>el</strong> vicio de los<br />
virtuosos. A menudo es la marca que mancha un<br />
carácter que por lo demás es noble… Esta compatibilidad<br />
entre <strong>el</strong> mal humor y <strong>el</strong> exc<strong>el</strong>so carácter moral<br />
representa uno de los más extraños y tristes problemas<br />
de la ética. La verdad es que existen dos grandes<br />
tipos de pecados: los pecados de la Carne y los peca-<br />
T RADICIONES DE LOS PADRES 389<br />
dos de la Aptitud… No existe expresión d<strong>el</strong> vicio, ni<br />
mundanalidad, ni avaricia por <strong>el</strong> oro, ni ebriedad<br />
misma que haga más por quitar lo cristiano a la sociedad<br />
que <strong>el</strong> mal genio. No hay influencia que se le<br />
compare en su capacidad de amargar la vida, de destrozar<br />
comunidades, de acabar con las más sacras r<strong>el</strong>aciones,<br />
de destruir hogares, de atr<strong>of</strong>iar al hombre y a<br />
la mujer, de quitarle lo hermoso a la niñez; básicamente<br />
nada se le com<strong>para</strong> en su poder de causar innecesaria<br />
y devastadora miseria” (Henry Drummond:<br />
<strong>The</strong> Greatest Thing in the World, págs. 43–46).<br />
Las tradiciones de los hogares futuros<br />
¿Qué tradiciones trasmitimos a los hogares futuros<br />
que sean dignas de los recuerdos que tenemos? Con<br />
<strong>el</strong> correr de los años, de tanto en tanto se me ha<br />
presentado la bendición de poder pedirle a grupos<br />
grandes de líderes adultos que mediten por un<br />
momento en la forma de terminar una oración<br />
empezada, y luego les he pedido que compartan sus<br />
ideas al respecto. La oración es la siguiente: “De lo<br />
qué más me acuerdo de cuando era niño y estaba<br />
en casa con mis padres y mi familia es ____”.<br />
Me imagino que las respuestas que me darían ustedes<br />
seguramente se parecerían a las que ya he escuchado.<br />
Nunca nadie me ha mencionado un alto<br />
niv<strong>el</strong> de vida o las posesiones materiales. Siempre<br />
me han hablado de lo que yo mismo les hablaría,<br />
de los cuidados de mamá o papá; de las r<strong>el</strong>aciones,<br />
tradiciones, sacrificios y aventuras familiares; de los<br />
libros que se leyeron en voz alta, de las canciones<br />
que se entonaron juntos, d<strong>el</strong> trabajo que se hizo; de<br />
las oraciones y los concilios familiares; de los pequeños<br />
regalitos que se pre<strong>para</strong>ron con amor y abnegación;<br />
de los recuerdos hogareños, sanos y f<strong>el</strong>ices. La<br />
única pregunta que siempre les he hecho, y que hoy<br />
se las hago a ustedes, es ésta: “¿Qué les estamos<br />
brindando a nuestros propios hijos <strong>para</strong> que nos<br />
recuerden con la misma dicha y <strong>el</strong> mismo aprecio?”<br />
La tradición de las canciones <strong>para</strong> niños<br />
Desde la última conferencia, mi esposa y yo hemos<br />
tenido <strong>el</strong> privilegio de visitar Samoa y otras islas de<br />
ultramar. Un tarde nos encontrábamos sobre las<br />
montañas Upolu, en Samoa Americana, en la aldea<br />
de Sauniatu, cuando tuvimos una experiencia extraordinaria<br />
que viene al caso. No había nadie en la<br />
aldea, con la excepción de algunos niños muy<br />
pequeños y una o dos personas que se habían quedado<br />
en casa con <strong>el</strong>los. Los demás estaban trabajando<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO