el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus
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S ER PADRES: LA CREACIÓN DE UN HOGAR CENTRADO EN EL E VANGELIO<br />
La creación de hogares de éxito<br />
Si bien hay pocos desafíos que sean mayores que <strong>el</strong><br />
de la paternidad, pocas son las cosas que <strong>of</strong>recen un<br />
grado mayor de gozo. Sin duda no hay trabajo más<br />
importante en este mundo que <strong>el</strong> de pre<strong>para</strong>r a<br />
nuestros hijos <strong>para</strong> aprender <strong>el</strong> temor a Dios, ser f<strong>el</strong>ices,<br />
honrados y productivos. No hay f<strong>el</strong>icidad mayor<br />
<strong>para</strong> los padres que lograr que sus hijos los honren a<br />
<strong>el</strong>los y a sus enseñanzas. Ésa es en realidad la gloria<br />
de la paternidad. Juan testificó: “No tengo yo mayor<br />
gozo que este, <strong>el</strong> oír que mis hijos andan en la verdad”<br />
(3 Juan 1:4). En mi opinión, <strong>el</strong> enseñar, criar y<br />
capacitar a los hijos requiere más int<strong>el</strong>igencia, comprensión<br />
intuitiva, humildad, fortaleza, sabiduría,<br />
espiritualidad, perseverancia y mucho más trabajo<br />
que cualquier otra tarea que tengamos en la vida, en<br />
especial cuando las normas morales de honor y<br />
decencia decaen a nuestro alrededor. Para tener éxito<br />
en <strong>el</strong> hogar, se deben enseñar valores e imponerse<br />
reglas y normas constantes. Hay comunidades que<br />
no apoyan mucho a los padres en lo que respecta a<br />
enseñar y honrar normas morales. Hay<br />
culturas que las han perdido por completo<br />
y muchos de sus jóvenes tienen<br />
una actitud cínica ante lo que es moral.<br />
Ante <strong>el</strong> deterioro de la sociedad y la<br />
ruptura de la familia, lo mejor es prestar<br />
más atención y hacer un mayor<br />
esfuerzo <strong>para</strong> enseñar a la futura generación: nuestros<br />
hijos. Para <strong>el</strong>lo, primero debemos fortalecer a<br />
sus maestros primordiales. Los educadores más<br />
importantes son los padres y demás miembros de la<br />
familia, y <strong>el</strong> hogar es la mejor escu<strong>el</strong>a. De alguna<br />
manera debemos hacer un esfuerzo mayor por que<br />
<strong>el</strong> hogar sea como un santuario en contra de la<br />
dañina decadencia moral. La armonía, la f<strong>el</strong>icidad,<br />
la paz y <strong>el</strong> amor dan a los hijos la fortaleza interior<br />
necesaria <strong>para</strong> lidiar con los problemas de la vida.<br />
Hace unos meses, Barbara Bush, esposa d<strong>el</strong> presidente<br />
de los Estados Unidos, dijo a los graduados de<br />
una universidad en Massachussets:<br />
“Sea la época que sea, hay algo que no cambia.<br />
Padres y madres: los hijos están primero. Deben<br />
leerles a sus hijos, deben abrazarlos y deben amarlos.<br />
El éxito que logren como familia, así como <strong>el</strong> de<br />
la sociedad, no depende de lo que suceda en la Casa<br />
Blanca, sino de lo que suceda en nuestras casas”<br />
(Washington Post, 2 de junio de 1990).<br />
Para ser buenos padres hay que renunciar a sí<br />
mismos en favor de los hijos. Como consecuencia<br />
E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />
Para tener éxito en<br />
<strong>el</strong> hogar, se deben<br />
enseñar valores.<br />
de ese sacrificio, los padres devotos adquieren<br />
nobleza de carácter y aprenden a llevar a la práctica<br />
las verdades de abnegación que enseñó <strong>el</strong> Salvador.<br />
Respeto muchísimo a los padres que crían solos, sin<br />
su cónyuge, a sus hijos, esforzándose y sacrificándose,<br />
luchando contra grandes problemas <strong>para</strong><br />
mantenerlos unidos. Estas personas merecen respeto<br />
y ayuda por ese esfuerzo heroico. La labor de un<br />
padre o una madre se hace más fácil cuando ambos<br />
están en <strong>el</strong> hogar. Con frecuencia los hijos ponen a<br />
prueba la fortaleza y la sabiduría de ambos padres…<br />
Los padres deben dar <strong>el</strong> ejemplo<br />
Cuando los padres enseñan a sus hijos a evitar <strong>el</strong><br />
p<strong>el</strong>igro, no es apropiado que les digan: “Tenemos<br />
más experiencia y conocimiento que ustedes sobre<br />
las cosas d<strong>el</strong> mundo; nosotros podemos arriesgarnos<br />
más que ustedes”. La hipocresía de los padres puede<br />
hacer que los hijos… duden de lo que éstos les enseñen.<br />
Por ejemplo, cuando los padres van a ver p<strong>el</strong>ículas<br />
que prohíben a sus hijos, éstos luego dudan de<br />
las enseñanzas de sus progenitores. Si<br />
se espera que los hijos sean honrados,<br />
los padres también deben serlo. Si se<br />
espera que los hijos sean virtuosos,<br />
los padres también deben serlo. Si se<br />
espera que los hijos sean honorables,<br />
los padres deben serlo.<br />
Entre los valores que se deben enseñar a los hijos<br />
está <strong>el</strong> respetar a los demás, comenzando con sus<br />
padres y familiares; respetar las creencias r<strong>el</strong>igiosas<br />
y <strong>el</strong> patriotismo de otros; respetar la ley y <strong>el</strong> orden;<br />
respetar la propiedad ajena y respetar la autoridad.<br />
Pablo nos recuerda que los hijos primero deben<br />
aprender “a ser piadosos <strong>para</strong> con su propia familia”<br />
(1 Timoteo 5:4).<br />
La disciplina de los hijos<br />
Una de las cosas más difíciles que deben hacer los<br />
padres es disciplinar debidamente a los hijos, porque<br />
cada uno es diferente. Muchas veces cuando un<br />
método resulta con uno, falla con otro. Y no hay<br />
nadie mejor que los padres, los que más aman a los<br />
hijos, <strong>para</strong> determinar con precisión cuál es <strong>el</strong><br />
método disciplinario demasiado severo o demasiado<br />
indulgente <strong>para</strong> <strong>el</strong>los. Todo es cuestión de discernimiento<br />
y oración de parte de los padres. Por cierto<br />
que <strong>el</strong> principio fundamental que se aplica en todos<br />
los casos es que la disciplina debe ser motivada por <strong>el</strong><br />
amor y no por <strong>el</strong> castigo. Brigham Young aconsejó: