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el matrimonio eterno: manual para el alumno - The Church of Jesus

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I NTIMIDAD FÍSICA EN EL MATRIMONIO<br />

que les impiden engendrar hijos, otros son inocentes<br />

de que su <strong>matrimonio</strong> se desmorone por causa de la<br />

infid<strong>el</strong>idad de sus cónyuges, otros no se casan y llevan<br />

vidas de soltera dignidad, mientras que a la vez,<br />

los descarriados y los inicuos parecen gozar de todo.<br />

De momento, les <strong>of</strong>rezco <strong>el</strong> siguiente consu<strong>el</strong>o: ¡Dios<br />

es nuestro Padre! Todo <strong>el</strong> amor y la generosidad que<br />

pudiera manifestar <strong>el</strong> padre terrenal ideal se multiplican,<br />

más allá de nuestra comprensión humana,<br />

en la persona de nuestro Padre y Dios. Sus juicios<br />

son justos, Su misericordia sin límites, Su poder de<br />

compensación excede toda com<strong>para</strong>ción terrenal.<br />

Recuerden que la vida terrenal es un momento<br />

breve, porque viviremos eternamente. Allá tendremos<br />

—casi uso la palabra tiempo, pero <strong>el</strong> tiempo no<br />

se aplica allá— amplias oportunidades <strong>para</strong> remendar<br />

todas las injusticias y desigualdades, <strong>para</strong> compensar<br />

todas las soledades y privaciones, <strong>para</strong><br />

galardonar toda la dignidad de guardar la fe. “Si en<br />

esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los<br />

más dignos de conmiseración de todos los hombres”<br />

(1 Corintios 15:19). Al llegar la muerte terrenal,<br />

no acaba todo, sino que apenas comienza.<br />

El arrepentimiento<br />

Ya les he advertido que <strong>el</strong> adversario se valdrá de sus<br />

extraordinarios poderes <strong>para</strong> incitar a todo <strong>el</strong> género<br />

humano a usar pecaminosamente los sacros poderes<br />

de la procreación. No cedan, porque toda deuda de<br />

transgresión se ha de pagar “hasta que pagues <strong>el</strong><br />

último cuadrante” (Mateo 5:26). La ley de la justicia<br />

así lo exige, y serán “tus padecimientos dolorosos;<br />

cuán dolorosos no lo sabes; cuán intensos no lo<br />

sabes; sí, cuán difíciles de aguantar no lo sabes”<br />

(D. y C. 19:15).<br />

En la batalla universal que tiene como premio las<br />

almas humanas, <strong>el</strong> adversario se lleva a un gran<br />

número de prisioneros. Muchos no saben cómo escapar<br />

y no ven más opción que la de estar en su servicio.<br />

Toda alma aprisionada en un campo de pecado y<br />

culpabilidad tiene una llave de la puerta. Dicha llave<br />

tiene un rótulo: Arrepentimiento. El adversario no<br />

puede detenerlos si <strong>el</strong>los saben cómo usarla. Juntos,<br />

los principios d<strong>el</strong> arrepentimiento y d<strong>el</strong> perdón exceden<br />

en fortaleza al asombroso poder d<strong>el</strong> tentador.<br />

Dada la condición d<strong>el</strong> mundo, es comprensible <strong>el</strong> que<br />

ustedes ya hayan cometido algún error. Ante la ley no<br />

se puede justificar, aunque ciertamente se entiende,<br />

así que lo que deben hacer es dejar de lado la conducta<br />

inmoral. ¡Deben dejarla de lado en este instante!<br />

E L M ATRIMONIO E TERNO: MANUAL P ARA E L A LUMNO<br />

De ninguna forma se manifiesta mejor la generosidad<br />

y la bondad de Dios que mediante <strong>el</strong> arrepentimiento.<br />

¿Logran comprender <strong>el</strong> supremo poder<br />

purificador de la Expiación efectuada por <strong>el</strong> Hijo de<br />

Dios, nuestro Salvador, nuestro Redentor, <strong>el</strong> que<br />

dijo: “…yo, Dios, he padecido estas cosas por todos,<br />

<strong>para</strong> que no padezcan, si se arrepienten” (D. y C.<br />

19:16)? No sé de ningún pecado r<strong>el</strong>acionado con las<br />

normas morales por <strong>el</strong> que no podamos ser perdonados,<br />

suponiendo, claro está, un total y completo<br />

arrepentimiento. No hago excepción d<strong>el</strong> aborto.<br />

La fórmula se expresa en menos de cuarenta palabras:<br />

“He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados<br />

es perdonado; y yo, <strong>el</strong> Señor, no los recuerdo<br />

más. Por esto sabréis si un hombre se arrepiente de<br />

sus pecados: He aquí, los confesará y los abandonará”<br />

(D. y C. 58:42–43). No conozco en todas las<br />

rev<strong>el</strong>aciones palabras más hermosas que éstas: “…es<br />

perdonado; y yo, <strong>el</strong> Señor, no los recuerdo más”.<br />

La confesión al obispo<br />

La fórmula d<strong>el</strong> arrepentimiento requiere que hagamos<br />

confesión, primero al Señor en oración. En los<br />

casos en que nuestros errores no sean graves y que<br />

sean de carácter personal, puede que sólo se<br />

requiera eso a modo de confesión.<br />

Si nuestro pecado incluye <strong>el</strong> perjudicar a otra persona,<br />

ya sea hombre o mujer, en <strong>el</strong> uso de sus poderes<br />

de procreación, es necesario que se haga más<br />

que confesar en oración. El Señor ha designado al<br />

obispo, de entre los poseedores de Su sacerdocio,<br />

como juez común. Si han transgredido de manera<br />

seria —y será la conciencia la que dirá si lo han<br />

hecho o no—, busquen al obispo.<br />

El obispo representa al Señor a la hora de extender<br />

perdón por parte de la Iglesia, y a veces debe recetar<br />

medicamentos amargos. Alma dijo a Coriantón:<br />

“Mas <strong>el</strong> arrepentimiento no podía llegar a los hombres<br />

a menos que se fijara un castigo” (Alma 42:16).<br />

No desearía yo vivir en un mundo sin arrepentimiento,<br />

y si la condición que lo hace posible es <strong>el</strong><br />

castigo, con gusto la aceptaré. En ciertos lugares<br />

existe la noción que basta con decir una oración t<strong>el</strong>egráfica<br />

y como resultado se recibirá <strong>el</strong> perdón total,<br />

con lo cual se puede de inmediato salir a la misión o<br />

casarse en <strong>el</strong> templo. Eso no es verdad. Se deben efectuar<br />

pagos. Si <strong>el</strong> obispo solamente procura consolar y,<br />

con errada bondad, intenta <strong>el</strong>iminar <strong>el</strong> doloroso proceso<br />

de curación que acompaña al arrepentimiento,<br />

él no está prestando <strong>el</strong> servicio debido.

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