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Significado e interpretación
El análisis del patriarcado constituye una preocupación central para las feministas
radicales, que lo consideran como un fenómeno universal que se ha perpetuado a través
del tiempo y existe en todas las culturas. Las feministas radicales se han centrado en la
familia, como una de las principales fuentes de la opresión de las mujeres. Argumentan
que los hombres explotan a las mujeres basándose en el trabajo doméstico gratuito que
aportan en el hogar. Como grupo, los hombres también niegan a las mujeres el acceso a
los puestos de poder e influencia en la sociedad. Las feministas radicales difieren en sus
interpretaciones de la base del patriarcado, pero la mayoría coinciden en que se trata de
la apropiación de los cuerpos y la sexualidad de las mujeres. Firestone 19 planteó que los
hombres controlan los roles de las mujeres en la reproducción y la crianza de los hijos.
Dado que las mujeres son biológicamente capaces de dar a luz, se vuelven dependientes
de los hombres para su protección y sustento. Esta «desigualdad biológica» está
organizada socialmente en el seno de la familia nuclear. Por lo tanto, las mujeres
únicamente pueden alcanzar la emancipación mediante la abolición de la familia y de sus
relaciones de poder patriarcales.
Otras feministas radicales afirman que la violencia masculina contra las mujeres es
fundamental para la supremacía masculina, dado que la violencia doméstica, la violación
y el acoso sexual, son parte de la opresión sistemática de las mujeres. Incluso las
interacciones cotidianas, como la comunicación no verbal, las normas de escucha e
interrupción, y la sensación de comodidad de las mujeres en público contribuyen a la
desigualdad de género. Del mismo modo, los hombres imponen las concepciones
populares de belleza y sexualidad a las mujeres. Las normas sociales y culturales que
hacen hincapié en los cuerpos delgados y en las tareas de cuidado y crianza de los hijos
ayudan a perpetuar la subordinación de las mujeres. Su «cosificación» en los medios de
comunicación, la moda y la publicidad convierte a las mujeres en objetos sexuales cuya
función principal es agradar y agasajar a los hombres. Debido a que el patriarcado es un
fenómeno sistémico, la igualdad de género solo puede lograrse mediante el
derrocamiento del orden patriarcal.
La nueva conceptualización del patriarcado de Sylvia Walby 20 abrió el concepto a la
tan necesaria investigación empírica. Esta autora planteó que el patriarcado no había
logrado dar cuenta de la creciente igualdad de género. En el centro del análisis de Walby
está la distinción entre las formas privadas y públicas del patriarcado. Las formas
privadas incluyen las relaciones domésticas y las relaciones íntimas, mientras que las
formas públicas hacen referencia al empleo remunerado, el Estado y la política. Durante
el siglo XX, se produjo un cambio importante desde las formas privadas hacia las
públicas, ya que las mujeres se trasladaron a áreas de la sociedad que antes estaban fuera
de su alcance. El hecho de que ahora las mujeres sean más visibles en el mercado
laboral, por ejemplo, no significa que se haya logrado la igualdad de género. De hecho,
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