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desviación y el delito prestan atención a por qué la gente vulnera las normas sociales y
las leyes, los teóricos del control social se hacen la pregunta contraria: ¿por qué se
produce la conformidad de las personas? Una manera de considerar las distintas teorías
del control social es dividirlas entre las perspectivas de la «producción de la
conformidad» y de la «represión de la desviación» 26 (Hudson, 1997). Las teorías de la
producción de la conformidad tienden a centrarse en el aprendizaje de los roles sociales
y en la interiorización de las normas sociales, mientras que las teorías de la represión de
la desviación examinan los vínculos entre la conducta desviada y las medidas adoptadas
para reducirla. Posiblemente, las mejores teorías son aquellas que son capaces de
combinar estos dos enfoques.
Parsons intentó abordar lo que llamó «el problema del orden social», es decir, cómo
las sociedades logran producir suficiente conformidad entre distintas generaciones.
Afirmó que las personas no parecen conformarse a la fuerza o con reticencias, puesto
que la mayoría lo hace de manera activa. Esto se debe a que las normas sociales no solo
existen «ahí fuera» en los manuales jurídicos y en los libros de buenas maneras, sino
también dentro de nosotros mismos. La socialización asegura que nuestro sentido del yo
está ligado a la conformidad con las normas, lo que ayuda a dar forma a nuestra propia
imagen de «buenas personas». En realidad, somos nuestros propios censores y llevamos
a cabo gran parte de la «vigilancia» de nuestra propia conducta. Por ejemplo, el estudio
de David Matza 27 sobre la delincuencia juvenil encontró que incluso aquellos que
vulneran la ley comparten los valores generales de la sociedad, teniendo que idear lo que
él llamó «técnicas de neutralización» —autorrelatos de por qué vulneraron las leyes— a
fin de cometer delitos al tiempo que mantienen la imagen de sí mismos.
La teoría del control social de Hirschi consideró la conformidad a partir de los apegos
y los vínculos sociales. Estos últimos se crean mediante el apego a los amigos, familiares
y compañeros, el compromiso con los estilos de vida tradicionales, la participación en la
actividad normal, legal, y también por medio de creencias, como son el respeto de la ley
y a las figuras de autoridad. Estos apegos y vínculos actúan sobre el individuo para
mantener su implicación en las actividades convencionales, lejos de las oportunidades de
conducta desviada. Por lo tanto, las causas de la desviación residen no simplemente en la
patología individual o en el individualismo egoísta, sino también en la falta de apego a la
sociedad, a sus organismos centrales y a las instituciones. Estos son los factores que
dejan a las personas a la deriva y los hacen vulnerables a las tentaciones de desviarse. La
desviación no necesita explicación, ya que se produce allí donde existen oportunidades
para ella. Un ejemplo es el patrón de género de la delincuencia, que es quizás el aspecto
más llamativo de las estadísticas oficiales de delincuencia. ¿Por qué las mujeres cometen
muchos menos crímenes, y por qué los hombres cometen tantos? En la teoría de Hirschi,
la respuesta está en el distinto control que ejercen los padres y las organizaciones
sociales sobre las niñas y los niños. Se alienta a los niños a que salgan al mundo exterior
desde una temprana edad, y a que asuman riesgos que les ayuden a desarrollar formas de
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