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un fenómeno común y natural, se ha llegado a tratar casi como una «enfermedad» llena
de riesgos y peligros. Por lo tanto, tiene que ser controlado permanentemente, utilizando
las últimas tecnologías, como son las ecografías y otros análisis. Aunque esto puede
parecer «algo bueno», ya que la medicina ha contribuido a reducir la tasa de mortalidad
infantil y asegura que la mayoría de los bebés y las madres sobrevivan al parto, las
feministas consideran que esto es solo una parte de la historia. Las mujeres también han
perdido el control sobre este proceso, que es una parte fundamental de sus vidas, y sus
opiniones y conocimientos son considerados irrelevantes por los nuevos expertos.
Han surgido preocupaciones parecidas sobre la medicalización de estados
aparentemente «normales», como la hiperactividad de los niños, la infelicidad o la
depresión leve, que suelen ser tratados con ayuda de medicamentos como el Prozac y
como el cansancio persistente, que ha sido redefinido como síndrome de fatiga crónica.
El problema con este tipo de episodios de medicalización es que, una vez diagnosticados
en términos médicos, se suele encontrar la «cura» mediante medicamentos y drogas que
producen efectos secundarios.
Ivan Illich hizo hincapié en que la expansión de la medicina moderna ha sido más
perjudicial que beneficiosa, debido a la «iatrogenia», o la enfermedad «causada por el
médico». Según Illich, un tipo de «iatrogenia» es la «iatrogenia» social, o
medicalización, que crea una demanda artificial de servicios médicos. A medida que
progresa la medicalización, las personas se vuelven menos capaces de gestionar su
propia salud y más dependientes de los profesionales sanitarios. Esta dependencia da
lugar a una mayor demanda de servicios de salud y a la expansión de servicios médicos,
creando un círculo vicioso que dispara los presupuestos de salud en detrimento de otros
servicios. Para Illich, la clave del cambio reside en desafiar el poder de los médicos en la
sociedad.
Cuestiones clave
Los críticos de la medicalización consideran que esta tesis es un poco exagerada.
Reconocen que la expansión de la medicina a nuevas áreas suscita algunos problemas,
pero afirman que la medicalización también conlleva muchos beneficios. Trasladar los
partos a los hospitales puede haber dejado de lado a algunos «expertos» locales, pero la
gran ventaja es que la inmensa mayoría de los bebés nacen sanos, e incluso los bebés
muy prematuros tienen muchas probabilidades de sobrevivir. Los relatos históricos de
los partos antes de la medicina moderna se leen ahora como historias de terror, y era
frecuente que los bebés y/o las madres murieran en el parto. ¿Puede alguien negar que el
parto hospitalario, con todos sus defectos, es claramente una mejora? Del mismo modo,
la medicalización puede permitir que personas con ciertos problemas de salud sean
tomadas en serio y encuentren ayuda. Era habitual que los que padecían el síndrome de
fatiga crónica fuesen considerados como farsantes, por lo que las personas con
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