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La interacción social requiere numerosas formas de comunicación no verbal, el
intercambio de información y significados a través de expresiones faciales, gestos y
movimientos del cuerpo. Un aspecto principal de la comunicación no verbal es el de la
expresión facial de las emociones. Cuando comparamos el rostro humano con el de otras
especies, parece extraordinariamente flexible y capaz de manipulación. Norbert Elias 12
planteó que el estudio de la cara muestra cómo los seres humanos, al igual que todas las
demás especies, han evolucionado de forma natural durante un largo período de tiempo;
pero también revela que, a lo largo del proceso de desarrollo social, esta base biológica
se ha ido cubriendo con características culturales. El rostro humano está desnudo, es
muy flexible, y es capaz de adoptar una gran variedad de gestos. Por todo ello, Elias
considera que su desarrollo está estrechamente vinculado al «valor evolutivo de
supervivencia» de los sistemas de comunicación eficaces. En consecuencia, los seres
humanos comunican una amplia gama de emociones, empleando solamente las «señales
de tráfico» de sus rostros. Por ello, solemos añadir las expresiones faciales y los gestos
corporales de otras personas a lo que comunican verbalmente, y así comprobamos hasta
qué punto son sinceras en lo que dicen, y si podemos confiar en ellas.
Aunque utilizamos de forma habitual las señales no verbales en nuestro
comportamiento y en la forma en que damos sentido al comportamiento de los demás,
gran parte de nuestras interacciones se realizan a través del habla —intercambio verbal
informal— en nuestras conversaciones con los demás. Los sociólogos siempre han
aceptado que el lenguaje es fundamental para la vida social. Una perspectiva
especialmente interesada en cómo emplean el lenguaje las personas en los contextos
corrientes de sus vidas cotidianas es la etnometodología —el estudio de los
«etnométodos»—, los métodos populares o no profesionales que utilizan las personas
para dar sentido a lo que hacen los demás, y en particular a lo que dicen 13 . Todos
aplicamos estos métodos, normalmente sin tener que prestarles ninguna atención
consciente. A menudo, solo podemos dar sentido a lo que se dice en una conversación si
conocemos su contexto social, no definido en las propias palabras. Las formas más
intrascendentes de las conversaciones cotidianas presuponen un conocimiento
compartido complejo, que es puesto en práctica por los que hablan. Las palabras que se
usan en una conversación corriente no siempre tienen un significado preciso, y en
consecuencia tenemos que «fijar» lo que queremos decir a través de presupuestos no
explícitos, que son los que sustentan dicho significado.
Debido a que las interacciones están determinadas por el contexto social más amplio,
la comunicación, tanto verbal como no verbal, puede ser percibida y expresada de
manera diferente por hombres y mujeres. En las sociedades en las que, en conjunto, los
hombres dominan a las mujeres tanto en la vida pública como en la privada, los hombres
pueden sentirse más libres que las mujeres para establecer contactos visuales con
extraños. Puede considerarse que un hombre que mira a una mujer actúa de forma
«natural» o «inocente», y si la mujer se siente incómoda puede evitarlo mirando a otra
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